En lo que al Buena Vista Social Club respecta, para Eliades Ochoa no existen dudas: “Aunque el grupo deje de existir, nunca se van a acabar los buenavisteros. Al menos yo, dondequiera que me pare, sea con el Cuarteto Patria o sea con otra agrupación, siempre me voy a sentir parte del Buena Vista. Y estoy seguro de que así piensan también todos mis compañeros”.
A punto de cumplir setenta años, Eliades no ha perdido la gracia y la naturalidad de sus orígenes. No importan los años que lleva viviendo en La Habana ni los incontables conciertos que ha realizado por todo el mundo. Para él, sigue siendo “el mismo guajiro de la Loma de la Avispa, el mismo enamorado de Santiago, de su calor y de su gente”. Por eso regresa a su tierra cada vez que su apretada agenda artística se lo permite, y por eso no quiso dejar fuera esta ciudad ahora que el Buena Vista Social Club se despide de los escenarios.
“Hace ya algún tiempo que venimos haciendo el Adiós Tour por todo el mundo —comenta—. Nos hemos presentado en Asia, África, Europa, América, el Caribe, pero siempre pensamos que debíamos hacer conciertos acá en Cuba, como los que hicimos hace unos días en La Habana. Y luego teníamos que bajar a Santiago, porque yo soy de aquí, y también lo eran otros fundadores del Buena Vista. Lo era Ibrahim Ferrer, lo era Compay Segundo, y no podíamos dejar fuera esta ciudad. Por eso vine con Omara Portuondo, a cantar, a trabajar en la Casa de la Trova, y más que nada a compartir con los santiagueros que para mí es como estar en mi casa”.
¿Cómo se siente Eliades llegado el momento de esta despedida? ¿Cuánto cree que le debe a una agrupación que ha marcado su carrera como artista?
“Para mí no hay tristeza. Es cierto que estamos diciendo adiós, pero con felicidad, porque después del trabajo que hemos hecho, de lo que el grupo ha podido lograr, de la manera en que hemos sembrado la música cubana a lo largo del mundo, no me parece que deba hacerse de otra forma. Por eso he hecho el Adiós Tour con una sonrisa amplia, por lo mucho que ha significado para mi vida y para nuestro país en sentido general. Creo que un momento como este no merece llanto, merece felicitación y alegría.
”En cuanto a lo que debo al Buena Vista, pues creo que es lo mismo que el grupo me debe a mí. Y lo digo sin problemas ni autosuficiencia ninguna. Siempre trabajé con el Buena Vista con la misma fuerza y la misma seriedad con que asumo mi carrera en solitario, de la misma forma en que hago un concierto en Santiago o en cualquier otro sitio, con el mismo respeto al público, tratando de hacerlo cada vez mejor. Siempre he pensado que el público merece más que lo que nosotros podemos darle. Con ese empeño he salido siempre al escenario y así lo hice también en cada actuación con el Buena Vista Social Club”.
En el Buena Vista usted tuvo la oportunidad de coincidir con grandes figuras de la música cubana…
“Eso es algo que siempre voy a recordar. Lo digo por los compañeros que estuvieron hasta el final en el proyecto y también por los que lamentablemente ya fallecieron. Ellos, aunque no están físicamente, son personas que no van a morir nunca. Eso lo sentimos todos los que estuvimos en el grupo y creo que así también lo siente el público. Las personas como Ibrahim, como Compay, como Rubén González, como Pío Leyva, como Puntillita, se mantienen vivas en el corazón de la gente, por todo lo que hicieron, por toda su grandeza. La música cubana debería estarles eternamente agradecida”.
Además de los conciertos en Santiago, también estuvo filmando un documental…
“Sí, hemos estado haciendo el documental para contar la historia del Buena Vista, para que la despedida y el sentir de los integrantes del grupo quede también en imágenes. Y en Santiago había que filmar, lógicamente. Filmamos en varios lugares: en la Casa de la Trova, en el Tivolí, fuimos a la Loma de la Avispa, allá en Songo-La Maya, donde yo nací, y salieron los vecinos, la gente fue a vernos a caballo. Tuvimos una acogida tremenda. Así fue también en la ciudad, como mismo pasa cada vez que vengo, las felicitaciones, los saludos de las personas por la calle. Eso es algo que me llena de alegría, que me da fuerza para seguir haciendo nuestra música en cualquier escenario del mundo”.
Finalizado el vínculo con el Buena Vista, ¿en qué trabaja Eliades Ochoa en estos momentos? ¿Qué prepara musicalmente?
“En cuanto a música estoy preparando un disco, pero no sé si me dé tiempo a terminarlo este año porque tengo la agenda un poco apretada. Tengo previsto mucho trabajo en el extranjero principalmente. Aquí en Cuba no puedo hacer todo lo que me gustaría por los compromisos internacionales. A veces quiero venir a Santiago, a coger el aire de esta tierra, a tomar el ron sin hielo, y no puedo, no me alcanza el tiempo. Pero así es la vida del artista.
”El triunfo primero está en la seriedad con que uno asume su trabajo, con la calidad con que lo hace y la responsabilidad para cumplir sus compromisos. Lo otro ya depende del público, de su opinión y de su gusto, y yo creo que el público hasta ahora me está diciendo que puedo seguir haciendo mi música, que todavía sirvo para algo”.
Recién un álbum suyo con el dúo santiaguero Melodías Cubanas estuvo nominado en la Feria Cubadisco. ¿Cuál fue la génesis de ese proyecto?
“Para mí la música santiaguera es la semilla, siempre va a ser así. Y en uno de esos viajes que hago a Santiago cada vez que puedo, las vi cantando y les puse un poco de asunto. Me metí dentro de lo que ellas estaban haciendo y me di cuenta de que sería una pena que ese dúo fuera a terminar su carrera sin un disco, que se jubilaran y no les quedara una grabación de su obra después del trabajo que han hecho durante tantos años. Hablé con ellas, les pregunté si estaban de acuerdo en grabar conmigo y me dijeron que sí. Así salió el disco y estoy muy contento con haberlo hecho, la verdad.
”También participé en un disco con María Ochoa, mi hermana, y resulta que ese disco ha tenido gran aceptación fuera de Cuba, ha logrado mucho éxito en Estados Unidos y en otras partes del mundo. Y siempre que pueda voy a seguir apoyando este tipo de proyectos, porque es la música de mis raíces, la que más me gusta y me hace feliz. No importa si es mía o es de otros. Cuando yo estoy trabajando me siento incluso más contento que el público. El que me está oyendo está disfrutando menos que yo. Con eso te digo que si no hubiera nacido para ser lo que soy, un músico, un sonero, un trovador de Santiago de Cuba, creo que hubiera preferido no nacer”.
A la altura de sus siete décadas de vida, ¿cómo se siente Eliades Ochoa? ¿Cómo encara las perspectivas del futuro?
“Yo tengo que agradecerle mucho a la naturaleza, porque salí de la Loma de la Avispa para Naranjo de China, y de Naranjo de China para Santiago de Cuba, y luego he podido recorrer el mundo con mi música, pero siempre he tenido los mismos sentimientos, la misma alegría que sentía en el monte cuando mi papá y mi mamá empezaban a tocar por las noches, con la luna como única luz. Eso para mí es la felicidad.
”Luego la vida me ha dado la oportunidad de hacer lo que me gusta, de compartir con músicos tremendos, y que al menos una parte de eso quede para el futuro. Mi esposa Grisel escribió un libro contando esa historia, en el que está todo lo que he hecho como persona y como artista, todo lo que he podido aportar modestamente a la música cubana. Y por supuesto, está mi participación en el Buena Vista, que siempre va a ser algo muy grande para mí. Por eso creo que no me voy a morir nunca. Porque aun cuando ya no esté sobre la tierra, va a quedar mi música, van a quedar mis canciones, va a quedar este libro con mi historia. Pero no se embullen, que eso no va a pasar todavía. Yo me siento como dice mi canción: como nunca”.
JajajA como quiere a santiago d cuba …pero vive en la habana,jajaja todos son iguales jaja
Por favor, en Santiago de Cuba hay mas de un millon de habitantes que viven en su territorio…. Si Santiago de Cuba fuera la capital, tal vez muchos habaneros correrían hacia esa ciudad; pero no es cuestión de hebaneros ni de santiagueros; sino de cubanos. Además… ese es el criterio, le pobre criterio que le merece este trabajo? Ud que se firma como chino y que deja entrever, pese al tono burlón, un cierto tufillo a racismo cultural, a frivolidad; deje el folclor barato, deje de copiar a ciertos medios y novelas de cuarta y despeje la condición de un país (que no es el único por cierto) que concentra sus recursos en la capital . Los santiaguersio estamos muy orgullosos de serlo, vivamos donde vivamos, Eliades incluido. Por favor respete, respétese.
Está como nunca. De nuevo empezando su vida otra vez.
jajajja , y bien, defienden a santiago y viven en la habana, y cuando llegan aqui no dicen de donde son ,y cuando van de vista a la tierra que los vio nacer ,jajajja, se quieren hacer los habaneros , jajaj, no son faciles
mas de un millon viven en santiago porque la habana no aguanta mas sino estuvieran aqui vivendo , que cuento es ese
Muy bien por Eliades. Aplaudo todo lo que hizo, hace y hará por la música CUBANA que es una sola desde Maisí hasta Pinar, más allá de tendencias particulares. Que viva Cuba y toda su música! Da pena, a estas alturas del campeonato, leer algunos comentarios que opacan la belleza de este material. Es como si algunos tuvieran miedo de los que llegan a la capital. Dejen eso ya que Cuba es una sola (repito) y todos necesitamos de todos. La Habana es La Habana, pero por el sabor de Santiago y Matanzas, la belleza de Pinar y Cienfuegos, la armonía de los villaclareños y camagüeyanos, la gente buena de Granma y Artemisa, los emprendedores de la Isla y Guantánamo… y los de Ciego, Sancti-Spíritus, Las Tunas, Mayabeque. Somos como somos por la variedad y la inteligencia como pueblo. Eso el mundo lo sabe; y es la música uno de los principales elementos que nos unen como cubanos. No hay más ná.
El supuesto diferendo histórico entre los nativos de La Habana y Santiago de Cuba, más allá del anecdotario popular, tiene múltiples explicaciones de todo tipo, sobre todo de tipo económico. Para los que conocen la historia Santiago de Cuba fue, con su sal y su pimienta, una próspera ciudad industrial y portuaria durante la primera mitad del siglo XX, incluso desde mucho antes. Una burguesía autóctona, educada y bien informada, que no era otra la clase social preponderante, regía los destinos de la urbe de una manera más o menos eficiente. La inmigración de tipo laboral, con una base o raíz de motivación económica, es un fenómeno que aunque no se inició precisamente tras el triunfo de la Revolución en 1959, si se acentuó de manera acelerada con la centralización de las actividades económicas. Por supuesto, ahora es muy sencillo practicar la desmemoria a discreción para adjudicarles a los santiagueros, y a todos los orientales por extensión, las culpas del estado calamitoso en que se encuentra la capital de la nación. Si mal no recuerdo el solar es un invento eminentemente habanero, y no siempre estuvieron poblados por orientales, sino por cubanos provenientes de diferentes partes de Cuba, y de La Habana, que no todos allá eran los felices propietarios de las fábricas y fincas en las que trabajaban. Y si. En Santiago de Cuba siguen viviendo un millón de cubanos, con un sentido de arraigo y pertenencia muy fuertes, víctimas para bien de cierto orgullo provinciano más que encomiable. Lo que pregunto ahora es lo siguiente. ¿Si los habaneros originarios vivían tan bien por qué se fueron casi todos a vivir al sur de La Florida? Ahjora me responderán. Debido a la Revolución desastrosa que impulsaron los orientales. Es un tema complejo y a la vez divertido con el que se puede bromear perfectamente, no digo que no, para adelantarme a los que piensan que mi réplica es una contra ofensiva. Lo que si necesario ahora mismo y desde hace décadas es un debate público que intente por todas las vías posibles, más que es todo porque que es justo, revertir la imagen prejuciada y denigrante que se tiene de todos, y digo todos, los cubanos que no hayan nacido en La Habana, que por cierto, a pesar de ser una Maravilla, no aguanta más, y no solo debido a la presencia de los santiagueros. Un saludo afectuoso a los cubanos de toda la Isla, no importa de donde sean ni donde estén.