“Hay que escribir con hambre”, nos dice Pedro Juan Gutiérrez en Diálogo con mi sombra, publicado por Ediciones Unión en 2015. Y nos dice más, mucho más, pues estamos ante un libro lleno de verdades, de ansiedades, escrito por un hombre que ha sabido vivir sus días con intensidad; escrito por un hombre que, sobre todo, no ha olvidado la intensidad y las nubes de esos días.
Su infancia transcurrida en Matanzas, sus más de dos décadas dedicado al periodismo, los duros años de la década del 90 y el surgimiento y posterior éxito de sus libros, se nos van dando entre preguntas que hace esa sombra que reaparece en sus libros, ese otro Pedro Juan que no necesariamente es el autor, el hombre que, desde Centro Habana, ha sabido captar una realidad y darle vida a unos personajes vitales, infieles, sudorosos, extrovertidos, signados siempre por una Cuba de fin de siglo, y más que nada, por un barrio, una zona, un límite, como si sus vidas transcurriera dentro de un muro.
Quizá, lo que más nos sorprenda en estas páginas sea la capacidad de Pedro Juan Gutiérrez para responder sin ardides, sin miedo, sin recato a las preguntas que el otro Pedro Juan hace. Temas como la masturbación, el sexo desenfrenado, la obscenidad, así como su particular visión sobre la política, la novela, la Cuba de hoy, el Caribe como espacio totalizador de su obra, Centro Habana como centro irradiante, controvertido, agresivo, raigal, crean un entramado que vamos recorriendo entre una fascinación y otra.
Así, nos advierte que, a estas alturas de su vida, no le interesa en lo absoluto la obra de Gabriel García Márquez y que, sin embargo, adora a Marguerite Duras: “…alcoholizada, solitaria, envejeciendo y escribiendo con una estilográfica sobre el silencio y sobre personajes tan descolocados como ella”. Y agrega: “¡Maravilloso! ¡Ese es el mundo de un escritor! La soledad, la distancia, el silencio, el alcohol, la vida interior, la noche…”
Diversos Pedro Juan Gutiérrez desfilan por este libro: el lector infatigable de comics, el vendedor de helados, el periodista, el escritor de novelas y cuentos, el poeta, el viajero, el apasionado por las bicicletas, el vendedor de tubos de pasta de dientes en Cuatro Caminos, entre otros muchos.
Además, hallaremos aquí —no podía ser de otro modo—, pesadillas, frustraciones, utopías y un detallado y lúcido recuento de las circunstancias que propiciaron la aparición de sus libros más conocidos.
Si no bastara, estamos además ante un autor que nos va regalando un decálogo muy pormenorizado de lo que significa Ser Escritor, por ello, enfatiza: “Todo el arte que merece la pena surge de la locura, nunca saldrá si tienes una actitud cuidadosa, precavida, respetuosa. No puedes respetar nada si eres un artista que de verdad quieres llegar al fondo”.
Y agrega: “La gente buena no tiene nada interesante que decir, precisamente porque son buenos, no se meten en problemas, no se colocan en situación límite. Los malditos son los protagonistas. En la vida y en la literatura. Creo que esto es un concepto básico para un escritor”.
Diálogo con mi sombra es uno de esos libros que perseguimos porque, más que una circunstancia pasajera, nos revelan la pasión de una vida y de una obra que han festejado miles de lectores en el mundo entero, y también porque en sus páginas asistimos a una confesión que no excluye infiernos ni abismos; sombras ni quebrantos.
Ojalá y ustedes, sus lectores, logren reconocer a un autor que, según él mismo, lo que más le interesa es la voz de los vencidos, de los antihéroes. La voz de los pobres de la tierra, la de aquellos que viven y mueren en silencio…
Debe ser interesante leer su manual sobre la masturbacion,el sexo desenfrenado,etc,aunque con la edad que tiene no debe ser basado en la practica,en cuanto a lo de que los buenos no tienen cosas interesantes que decir discrepo totalmente,los buenos cuentan cosas buenas e interesantes y de seguro no investigaran antes si hay un bolsillo presto a pagar por nuestras convicciones,si no te interesa la obra del Gabo tranquilo que estoy seguro que a el tampoco le interesaria la tuya,estoy seguro que tu obra esta llena de lenguaje soez y procaz al que la critica complaciente llamara desenfadado,desinhibido,fresco y contestatario,felicidades escritorazo
Yo creo que aún con los malabarismos y mentirillas que introduce Pedro Juan en esta, su “auto-entrevista”, este libro de Pedro Juan es lo mejor que ha sacado desde que publicara “”El insaciable hombre araña” hace más de 10 años. Concuerdo con el entusiasmo del autor de este artículo en la defensa de este trabajo de Pedro Juan. Da pena leer los ataques que hacen ciertos filólogos ovnis desde las filas de la revista de los alérgicos a la obra de este y otros novelistas cubanos. En el año y medio que viví en Centro Habana, en la calle San Lázaro, siempre me pregunté (y creo que llegué a adivinar) en que edificio vivía Pedro Juan; me hubiera gustado haberle llevado una botella del mejor ron que tenía a mi alcance de regalo a su casa.
Estoy de acuerdo con Sergio, demasiada marginalidad, no hay personas “normales”. eso sin descontar que sólo las negras saben hacer el amor y sólo los negros tienen miembros viriles que valga la pena en sus textos….Todo es extremo y claro que las personas “buenas” tienen cosas que contar..no todos los grandes escritores de por vida han sido marginales…
Pero como este tarado se atreve a decir abiertamente que la obra del Gabo no le interesa en lo absoluto la obra del Gabo,un imprescindible en la literatura mundial,pudiera decir que no la comparte,que no le gusta,que la encuentra aburrida pero intentar desconocerla es un acto de envidia muy evidente de alguien que al menos es lo suficientemente inteligente como para percatarse de que nunca llegara a las alturas de nuestro y subrayo nuestro Gabo,asi que el mundo verdadero del escritor es desprenderse de la realidad a traves del alcohol y a partir de ahi narrar ¨cosas interesantes¨ se veran no,se estan viendo horrores