Cuando llegué al periodismo –en las recordadas páginas del diario Juventud Rebelde de los años 80 del siglo pasado- oí hablar de “la continuidad de la noticia”. Siguiendo esa estrategia, hoy la tendría fácil. En mi columna anterior me centré en una orquesta que obtuvo premio en la más reciente edición de Cubadisco y el creador a la que dedico la de ahora se alzó con similar distinción en otra categoría. Lo que ocurre es que con Alexis Díaz Pimienta lo noticioso envejece rápido, en virtud de su genuino y fervoroso torrente creativo.
Si optara por centrarme en el Pimienta improvisador, creador de conjuntos de la música que amamos los que venimos del ámbito rural y también muchos de los que se criaron en las ciudades; si siguiera la pista de la continuidad informativa vendría bien anunciar un Campeonato Mundial de Pies Forzados (prueba de fuego para los poetas repentistas) que acaba de convocarse –una de las tantas ideas que Pimienta protagoniza e impulsa- y que llegará a su clímax de pensamiento ágil en mayo del año próximo.
Juntando esos detalles concretos andaba cuando tuve que salir medio mojado del baño por la insistencia del cartero en que ese mismo cantor popular, ese gestor incansable acaba de publicar un libro de cuentos y me lo envía. Ya seco y de regreso a mis teclas me topo en Facebook con el anuncio de una nueva edición de su muy sabio y práctico a la vez ensayo sobre el arte de la improvisación. Cuando voy a salir de Internet entra un correo de una amiga hablándome de que su hija es fanática a Chamaquili, ese entrañable personaje de Pimienta dedicado a los más pequeños de la casa. Y ahí apago la máquina y me la paso bien leyendo Batido de chocolate y otros cuentos de sabor amargo.
El cuento que da título al libro es toda una prueba de la madurez que ha alcanzado Díaz Pimienta como narrador. Aunque me prometí no hablar de otras pruebas de su fertilidad, al lector le viene bien saber o recordar que Alexis es autor de varias novelas con premios importantes y de también premiados poemarios que ponen a convivir el verso libre, su espinela del alma y otras formas métricas. El cuentista había estado en el banco unos años, entre tantos Pimienta que hay en uno y tal parece que todos trabajan sin tregua. El libro que acaba de publicar la editorial Palabras del Candil (y también Letras Cubanas) evidencia el afecto de este creador, a la vez individual y múltiple, por el relato.
El cuento “Batido de chocolate” es un todo un derroche efectividad, un lúcido repaso a la historia sin caer en las trampas del panfleto o la truculencia. Pocas soluciones he leído en los últimos años tan felices como esa de comenzar la historia de un intento de atentado –a través del veneno- a un líder de indiscutible importancia mundial, por el momento en que el hombre que tiene encima los focos de buena parte del planeta se descubre la primera cana. Ese robusto logro se sostiene con una alternancia perfectamente hilvanada entre los rejuegos de la conspiración o la política y los simples pero también decisivos hechos de la vida cotidiana.
En el resto del libro están varios de los temas que abundan en la narrativa y en la poesía de Díaz Pimienta. Ahí aparecen el barrio habanero –el humilde Diezmero del que ningún éxito ni casualidad geográfica le aleja-, los amores a la vez elementales y ricos en contradicciones de la gente de a pie. En algún cuento vuelven los grandes hechos de la historia, pero vistos desde la intimidad de una carta o la evocación de un juego de pelota de la liga callejera y descamisada.
La crítica literaria cubana tiene una deuda con este creador. Nunca le he preguntado si le duele ese relativo desdén. Alguna vez el tema ha estado a punto de aparecer, pero ha saltado un libro nuevo; hemos preferido comentar una controversia poética celebrada en un patio de las afueras de La Habana, en Puerto Rico o en esa Almería en la que ha vivido muchos años y donde según uno de sus mejores libros “casi nunca llueve” .
Cada vez somos más los que leyéndolo, asistiendo a las actuaciones suyas en Cuba y muchas otras plazas del mundo o a través de las redes sociales tenemos la dicha de empinarnos este batido de Pimienta, ese coherente coctel de talento, esfuerzo y entusiasmo.
Amado: Excelente tu batido de Pimienta. Porque también los batidos que tu haces llevan el toque del buen gusto de la palabra. Es cierto que la crítica cubana está en deuda con la obra prolifera y versátil de Alexis, esperemos que lo tomen en cuenta antes que sigan llegando las canas.
Personalmente creo que Alexis, aunque se sienta adolorido por el desdén, sabe lo que le admiramos todos los que le conocemos. Además, leerlo, o estar en su compañía es un gozo inigualable. Me ha encantado la crítica de Amado, porque es el primer paso hacia el reconocimiento de la obra literaria de Pimienta en Cuba.
Gracias.