Bernie Sanders ha ganado en Nevada. Tras una destacada actuación en las asambleas de Iowa y New Hampshire, recibió una ola de apoyo de votantes jóvenes, liberales y latinos para alcanzar el primer lugar, fortaleciendo con ello su condición de favorito.
Sanders obtuvo el 44.7 por ciento de los votos en un conteo incompleto. El ex vicepresidente Joe Biden tenía el 19.5 por ciento. El ex alcalde de South Bend, Indiana, Pete Buttigieg, el 15.6 por ciento y la senadora Elizabeth Warren, demócrata de Massachusetts, el 11.8 por ciento.
La victoria de Sanders muestra que el senador de Vermont puede competir fuertemente entre un electorado más diverso: los votantes en el evento de hoy sábado son mucho más diversos racialmente que los de cualquier competencia presidencial en lo que queda de año.
“El pueblo estadounidense está cansado de un gobierno basado en la codicia, la corrupción y la mentira”, gritó Sanders. “Quieren una administración que se sustente en los principios de la justicia. Justicia económica, justicia social, justicia racial y justicia ambiental”.
Alentadora a todas luces para sus partidarios, su victoria aumenta sin embargo la preocupación entre los líderes demócratas moderados: temen que el autodenominado socialista democrático sea demasiado radical para derrotar a Trump.
Sanders lleva décadas pidiendo políticas transformadoras para lidiar con las desigualdades en la política y la economía. Tal vez ninguna sea tan relevante como su “Medicare para todos”, que remplazaría el sistema de seguro privado con un sistema universal administrado por el gobierno.
El resultado de Nevada representa el tercero en unas primarias que abarcarán los cincuenta estados. Pero con dos rondas más de votaciones, programadas para los próximos diez días, incluido el llamado Súper Martes, el partido ya puede identificar un candidato consensuado mucho antes de su convención, que se efectuará en julio.