Cuando el huracán Sandy azotó Santiago de Cuba, en octubre de 2015, los santiagueros lo apodaron “el leñador”. Tal fue su impacto en la vegetación que encontró a su paso.
Ahora, Irma se empeñó en superarlo. En toda la Isla; en La Habana.
Con la fuerza de sus vientos, el huracán arrancó de raíz árboles robustos, cortó troncos en apariencia invencibles, partió ramas, cubrió las aceras con alfombras de hojas ahogadas.
La naturaleza contra la naturaleza. El verde trocado por la ferocidad.