Chick Corea, el afamado pianista de jazz y ganador de 23 premios Grammy, murió hoy martes a los 79 años. Su fallecimiento fue anunciado en su sitio web, señalando que se trataba de “una forma de cáncer descubierta muy recientemente.
“A lo largo de su vida y carrera, Chick disfrutó de la libertad y la diversión de crear algo nuevo y de jugar a los juegos que hacen los artistas”, dijo un comunicado. “Fue un amado esposo, padre y abuelo, y un gran mentor y amigo para muchos. A través de su trabajo y de las décadas que pasó recorriendo el mundo, tocó e inspiró las vidas de millones”.
El sitio web también dio a conocer un mensaje que Corea dejó para sus admiradores: “Quiero agradecer a todos aquellos que a lo largo de mi viaje han ayudado a mantener brillando el fuego de la música. Espero que quienes sientan la idea de tocar, escribir o actuar lo hagan […]. No es solo que el mundo necesita más artistas, también es muy divertido”.
Cultivador de una amplia gama de influencias, desde el jazz latino hasta el jazz de vanguardia, y desde el jazz clásico hasta el bebop, Corea produjo un sonido único que devino un elemento fundamental para el surgimiento de jazz fusión de las décadas de los 60 y 70. Su estilo interpretativo lo colocó entre la élite de pianistas de jazz junto a Bill Evans, Keith Jarrett y McCoy Tyner, entre otros.
En 1968 reemplazó a Herbie Hancock en el grupo de Miles Davis y tocó el piano eléctrico en álbumes de fusión como In a Silent Way y Bitches Brew, que ayudaron a marcar el comienzo de la era de la fusión. También con otros maestros del jazz como Dizzy Gillespie, Stan Getz, Mongo Santamaría y Sarah Vaughan. Y con pianistas cubanos de la talla de Chucho Valdés y Gonzalito Rubalcava.
Sus álbumes Tones for Joan’s Bones (1966) y Now He Sings, Now He Sobs (1968) se consideran verdaderos clásicos.