Los documentos rectores de la economía cubana para los próximos años fueron aprobados este jueves por la Asamblea Nacional (Parlamento) de la Isla. Tras dos días en sesión extraordinaria, el órgano legislativo dio el visto bueno a la propuesta respaldada previamente por el Pleno del Comité Central del Partido Comunista de Cuba (PCC).
La Asamblea aprobó la actualización de los Lineamientos de la política y social del Partido y de la Revolución para el período 2016-2021, presentados en el 7mo. Congreso del PCC, así como modificaciones a la Conceptualización del Modelo Económico y Social cubano, resultado de consultas y asambleas en las que participaron más de un millón 600 mil cubanos.
En la clausura de la sesión, el presidente Raúl Castro dijo nuevamente que estos documentos eran los “más estudiados, discutidos y rediscutidos en la historia de la Revolución, y tal vez de la historia de la República de Cuba”.
Además, el Parlamento conoció las Bases del plan nacional de desarrollo económico y social hasta 2030, a partir de las cuales, según lo anunciado por Raúl Castro en su discurso, se elaborará un plan que se someterá a aprobación en diciembre de 2018, cuando Cuba debe tener un nuevo presidente.
De acuerdo con el mandatario, los documentos respaldados ahora por la Asamblea “reafirman el carácter socialista de la Revolución cubana y el papel del Partido Comunista como fuerza dirigente superior de la sociedad y del Estado” y permitirán “cambiar todo lo que debe ser cambiado”, siguiendo el Concepto de Revolución promovido por Fidel Castro.
El presidente cubano aseguró que los cambios se realizarán “a la velocidad que nos permitan el consenso que forjemos al interior de nuestra sociedad y la capacidad que demostremos de hacer bien las cosas, para evitar graves errores que puedan comprometer el cumplimiento exitoso de esta gigantesca y honrosa tarea”. Confirma así la lógica de las reformas económicas que ha impulsado desde su llegada al poder, resumida en la frase “sin prisa pero sin pausa”.
Los documentos, cuyos textos definitivos deben ser divulgados próximamente, reconocen el papel de la empresa privada en el modelo socialista, pero continúan estableciendo el predominio de las formas de gestión estatal en la economía de la Isla. También sostienen que no se permitirá la acumulación de riqueza y propiedad.
Las reformas económicas impulsadas por Raúl Castro autorizaron el trabajo por cuenta propia y la creación de cooperativas no agropecuarias. En la actualidad, Cuba cuenta con más medio millón de trabajadores autónomos, quienes a su vez pueden contratar mano de obra. Esto ha permitido la proliferación de medianas y pequeñas empresas privadas, que durante años han funcionado sin la debida personalidad jurídica.
Los negocios particulares –como restaurantes, salones de belleza, brigadas de construcción y casas de alquiler–, han influido en sectores económicos estratégicos como el turismo y han contribuido a dinamizar la economía centralizada de la Isla. Lo mismo ha sucedido con la inversión extranjera, alentada también –aunque con cierta cautela– en las reformas “raulistas”.
No obstante, los cambios llevados adelante hasta ahora no pudieron evitar que Cuba entrara en recesión en 2016 con un decrecimiento de un 0,9 por ciento por primera vez en dos décadas. La crisis que atraviesa Venezuela, principal aliado económico de la Isla, ha impactado en la economía cubana con la reducción de más de un 40 por ciento de los envíos de petróleo venezolano.
Tanto el presidente como el Parlamento cubano han dado su apoyo al gobierno de Nicolás Maduro y denunciado “intereses políticos y económicos imperialistas” como causa de la situación que atraviesa aquel país. En su discurso, Raúl abogó por “el diálogo constructivo y respetuoso, como única vía para encauzar las diferencias”.
Raúl Castro también aludió en su discurso a la convulsa situación que atraviesa ese país aliado, que atribuyó a intereses económicos, y abogó por el “diálogo constructivo y respetuoso como única vía para encauzar las diferencias”.
La única mención a Estados Unidos en su discurso fue al referir las “las arbitrarias e injustas sanciones unilaterales estadounidenses” al actual gobierno de Venezuela. Sin embargo, no hizo alusión alguna al posible retroceso en las relaciones bilaterales que, según diversas fuentes, podría anunciar Donald Trump en las próximas semanas. Tampoco al mensaje que el propio mandatario estadounidense dedicó al pueblo cubano el pasado 20 de mayo. En un escenario sin dudas complejo, la moderación volvió a reinar en sus palabras.