Tras horas maquillándose y ajustándose los vestidos, las reclusas desfilaron el martes ante un grupo de jueces.
Para ellas, el certamen es una oportunidad para disfrutar preparándose, olvidar temporalmente la vida entre rejas y disfrutar de la visita de sus familiares, que pueden asistir al evento.
Raquel Rodrigues, una presa de 28 años que cumple condena por tráfico de drogas y robo, dijo que estaba emocionada por ver a su hija de cinco años.
“Cuando fui encarcelada, mi hija tenía solo nueve meses”, dijo.
Las cárceles en la mayor nación de América Latina suelen estar sobrepobladas y carecen del saneamiento básico. En el concurso del martes podía percibirse un intenso olor a aguas residuales.
Las autoridades dijeron que organizan el certamen, que recibe mucha atención de medios locales, para ayudar a las reclusas con su autoestima y promover la integración entre ellas.
“Realizar actividades aquí es una forma para socializar (entre las mujeres), de hacerles pensar sobre el cambio”, dijo Ana Cristina Faulharber, coordinadora de las prisiones de mujeres y LGBT en Río de Janeiro.