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Situada en el corazón de la capital cubana, principalmente en el actual municipio de Centro Habana, la calle Trocadero es mucho más que un simple tramo de la ciudad. Su origen se remonta a los tiempos de la colonia, época en que fue conocida originalmente como León de Oro.
Su nombre actual lo adoptó en 1823, tras la toma del fuerte Trocadero de Cádiz por las fuerzas francesas, que apoyaban la restauración del reinado absolutista de Fernando VII en España. A lo largo de su historia, esta céntrica vía ha sido testigo de la paulatina transformación de La Habana y se ha convertido en una especie de puente simbólico entre distintas épocas y espacios de la urbe.
Trocadero discurre entre la Avenida de Bélgica o Monserrate, en el centro histórico habanero, hasta la calle San Nicolás, muy cerca de San Lázaro y la Avenida del Malecón, y atraviesa otras importantes arterias como el Paseo del Prado y Galiano. En su paso por esa concurrida zona, sirve de enlace —como otras calles paralelas— a quienes transitan entre El Vedado y La Habana Vieja.
La transformación urbanística de Centro Habana en los siglo XIX y XX resultó clave en el perfil arquitectónico de Trocadero. El trazado rectilíneo y la pavimentación moderna de sus calles respondieron a regulaciones de la época en que la ciudad fue expandiéndose extramuros, para dejar atrás los límites del entorno colonial e integrar zonas antes rurales al entramado citadino.
La arquitectura de Trocadero es reflejo de los estilos eclécticos que marcaron el desarrollo urbano de La Habana durante su expansión fuera del centro histórico. Portales neoclásicos, balcones de hierro forjado, patios interiores y detalles art decó y moriscos se encuentran entre los elementos que caracterizaron sus construcciones, al margen de las renovaciones y decadencias posteriores.
Entre sus edificaciones emblemáticas se cuentan el Edificio de Arte Cubano del Museo Nacional de Bellas Artes, inaugurado en 1954 sobre el solar de un antiguo mercado; el Hotel Sevilla, una de las instalaciones históricas de la hotelería en la isla, ubicado entre las calles Prado y Zulueta; y el palacete en que viviera el expresidente José Miguel Gómez, en la esquina de Prado y Trocadero.
Trocadero es también conocida por haber acogido, en su número 162, la vivienda del notable escritor cubano José Lezama Lima, convertida luego en museo. El autor de Paradiso vivió en ella por casi cinco décadas hasta su muerte en 1976, y allí escribió su monumental obra, recibió a grandes escritores y artistas de todo el mundo y organizó sus célebres “tertulias lezamianas”.
Devenida en microcosmos de la vida habanera, en un espacio urbano que condensa muchos aspectos de la capital, esta calle no ha escapado —al igual que muchos otros sitios de La Habana y de Cuba— al impacto del tiempo y las crisis.
Así, entre perseverancia y deterioro, historia y presente, nos la muestra hoy a través de su lente el fotorreportero Otmaro Rodríguez.