Gracias a las condiciones naturales, la tradición de siglos y la dedicación de los tabacaleros cubanos, los puros premium de la isla siguen siendo los más celebrados en todo el planeta.
El tabaco cubano es el mejor del mundo. Así lo consideran los especialistas y también los amantes de un producto que identifica a la isla en todo el planeta.
Según los expertos, ciertas zonas de Cuba poseen condiciones únicas para la agricultura tabacalera. Estas zonas son, en buena medida, las responsables de la indiscutible calidad y reputación de los puros cubanos.
A las condiciones naturales se une también la tradición, el saber transmitido durante siglos entre los vegueros cubanos, artífices y depositarios de una cultura que enriquecen con su hacer cotidiano.
En particular, la región de Vueltabajo, en Pinar del Río, ostenta las mejores tierras para la germinación y desarrollo de las hojas que luego se emplearán en la confección de los Habanos, los puros premium más afamados de cuantos existen en el orbe.
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1. Cultivo de tabaco para la fabricación de Habanos, en Pinar del Río. Foto: Otmaro Rodríguez.
Cultivo de tabaco para la fabricación de Habanos, en Pinar del Río. Foto: Otmaro Rodríguez.
2. Cultivo de tabaco para la fabricación de Habanos, en Pinar del Río. Foto: Otmaro Rodríguez.
Cultivo de tabaco para la fabricación de Habanos, en Pinar del Río. Foto: Otmaro Rodríguez.
3. Cultivo de tabaco para la fabricación de Habanos, en Pinar del Río. Foto: Otmaro Rodríguez.
Cultivo de tabaco para la fabricación de Habanos, en Pinar del Río. Foto: Otmaro Rodríguez.
4. Cultivo de tabaco para la fabricación de Habanos, en Pinar del Río. Foto: Otmaro Rodríguez.
Cultivo de tabaco para la fabricación de Habanos, en Pinar del Río. Foto: Otmaro Rodríguez.
5. Cultivo de tabaco para la fabricación de Habanos, en Pinar del Río. Foto: Otmaro Rodríguez.
Cultivo de tabaco para la fabricación de Habanos, en Pinar del Río. Foto: Otmaro Rodríguez.
6. Cultivo de tabaco para la fabricación de Habanos, en Pinar del Río. Foto: Otmaro Rodríguez.
Cultivo de tabaco para la fabricación de Habanos, en Pinar del Río. Foto: Otmaro Rodríguez.
Desde la preparación de los semilleros hasta la cosecha, el proceso se extiende por varios meses y necesita de una atención constante y esmerada para que las hojas, ya sean de tabaco de sol o tapado, se obtengan con la máxima calidad. Y lo mismo sucede luego tras la recolección, cuando son procesadas en las Casas de Cura, las Escogidas y los Despalillos.
En las primeras, las hojas se curan naturalmente al aire. Y en las otras, son fermentadas, aireadas, clasificadas y despalilladas, según sus características. Se trata de un proceso arduo y selectivo, a tal punto que solo el 50 % de las hojas cosechadas que llegan a las Escogidas y Despalillos son utilizadas después en los Habanos.
En la confección de estos célebres puros, elaborados totalmente a mano, se utilizan distintos tipos de hojas, cada uno especialmente cultivado y preparado con este fin.
Tres o cuatro de estos tipos se emplean en la llamada tripa, que es la responsable del sabor y el aroma característicos de los Habanos. Otro tipo se usa en el capote, que es la hoja que envuelve la tripa y define la forma del puro. Y finalmente, la capa da la terminación y exquisita apariencia del tabaco premium cubano.
El trabajo final tiene lugar en las fábricas, donde las hojas se procesan y organizan de acuerdo con su color, tamaño y textura. También es allí donde se tuercen los tabacos, donde se prensan antes de colocarle la capa y donde finalmente se visten con finura, gracias a la experticia y dedicación de los torcedores.
Pero allí no acaba todo. Aún falta su reposo en compartimentos forrados de cedro para que los puros eliminen el exceso de humedad adquirido durante el torcido. Y también un riguroso control de calidad, con supervisores y catadores encargados de evaluar la consistencia y calidad de los tabacos en los diferentes niveles de la cadena productiva, incluso después de que han sido anillados y envasados para su comercialización.
En total, las hojas transitan por cientos de procesos manuales y controles minuciosos del surco a la fábrica para poder convertirse en Habanos. Y es justo este rigor lo que, junto a las tierras cubanas y el saber de vegueros, despalilladoras, torcedores y demás especialistas, garantiza el prestigio internacional de los puros de Cuba.
Ese prestigio impulsó los ingresos de la compañía Habanos S.A., líder mundial en la comercialización de puros premium, hasta los 545 millones de dólares el pasado año, un 2 % de incremento anual a tipo de cambio constante, según se informó en el recién finalizado XXIII Festival del Habano.
Para la actual campaña tabacalera, ya en marcha, los directivos de la empresa mixta hispano-cubana no estiman afectaciones en la materia prima obtenida del surco, a pesar de los significativos daños provocados por el huracán Ian en Pinar del Río y el retraso y la reducción del plan de siembra previsto debido a los efectos del ciclón.
Pero aun con una cosecha menor, la compañía confirmó que siempre privilegiará la calidad por encima del volumen productivo. De esta forma, con sus 27 marcas —entre ellas, las muy afamadas Cohiba, Montecristo, Romeo y Julieta, y Partagás— amparadas por la Denominación de Origen Protegida (D.O.P.), los Habanos seguirán siendo los reyes de los tabacos premium en el mundo.