Entre los lugares más transitados de La Habana Vieja debe estar la Plazuela de Albear.
Por ella pasan día tras día numerosas personas, nacionales y turistas, que entran o salen del muy concurrido boulevard de Obispo. También las que se mueven por la igualmente populosa calle Monserrate y sus alrededores, y las que trabajan o hacen estancia en la zona por distintos motivos.
Con el legendario bar El Floridita en una de sus esquinas, esta plazuela —también conocida como Parque de Albear— rinde homenaje a Francisco de Albear y Lara, ingeniero militar al que la capital cubana debe obras como el célebre acueducto, todavía en uso, nombrado con su apellido y considerado una de las siete maravillas de la ingeniería cubana.
El parque fue construido en la plazoleta ya existente en la calle Monserrate e inaugurado en 1895, apenas ocho años después de la muerte de Albear. El lugar fue coronado con el conocido monumento al ingeniero, obra del escultor José de Villalta y Saavedra.
El conjunto escultórico fue modelado en mármol blanco de Carrara y cuenta con una fuente con varios surtidores. En su centro se alza la figura de Albear, de completo uniforme, inclinado sobre su cuaderno de notas con una pluma en la mano, junto a una figura femenina que le ofrece un laurel; representa a la ciudad, según se explica en el sitio de Habana Radio.
El parque, por su parte, fue concebido como un pequeño espacio arbolado, con luminarias y bancos, y aunque hoy no luce exactamente igual a sus orígenes —como tampoco sus alrededores— ha sido objeto de labores de limpieza y restauración a través de los años, que han posibilitado su conservación en el entramado del centro histórico habanero.
A sus propios valores, la Plazuela de Albear añade los de su privilegiado entorno. Además de las ya referidas calles Obispo y Monserrate, y el bicentenario bar El Floridita, en sus alrededores se hallan otros sitios emblemáticos de La Habana, como el Parque Central, el Gran Hotel Manzana Kempinski —en lo que alguna vez fue la Manzana de Gómez— y una de las sedes del Museo de Bellas Artes.
Por este céntrico sitio estuvo días atrás nuestro fotorreportero Otmaro Rodríguez, quien nos acerca con sus imágenes a la actualidad de una plazuela icónica de la capital cubana. Un espacio que recuerda a una figura ilustre de la ingeniería cubana y que desde hace más de un siglo forma parte de la cotidianidad de los habaneros.