La calle Tacón es, sin dudas, una de las más conocidas y originales de La Habana. No por su extensión, que es de apenas unas pocas cuadras, pero sí por su historia y por una singularidad que la distingue: fue y sigue siendo en un de sus tramos una calle de madera.
Sí, de madera. No de pavimento, piedras o tierra, como la inmensa mayoría de las vías de la capital cubana y de todo el mundo, sino de un material inusual —antes y ahora— en la construcción de arterias citadinas.
Precisamente por este hecho, la parte más célebre y turística de Tacón es conocida en la actualidad como “La Calle de Madera”. Es justamente el tramo que ocupa el frente del majestuoso Palacio de los Capitanes Generales —hoy, Museo de la Ciudad—, y es uno de los vértices de la no menos célebre y concurrida Plaza de Armas.
Allí, entre las calles Obispo y O’Reilly, la Calle de Madera es una de las más animadas del centro histórico de La Habana. Visitas de turistas, lanzamientos de libros, retretas y presentaciones artísticas callejeras y estatuas vivientes, forman parte de su día a día.
Una escultura de Eusebio Leal, recordado defensor del patrimonio habanero, corona la calle como homenaje al notable historiador luego de su muerte.
Fue la Oficina que Leal dirigió hasta su fallecimiento, la que, durante sus labores de restauración en la zona, en la década de 1980, redescubrió la calle de madera bajo varias capas de pavimento. Y ha sido también la entidad encargada de rehabilitar y preservar esta reliquia de la capital cubana.
Tacón debe su nombre al militar y político español Miguel Tacón y Rosique, quien fuera Capitán General de Cuba entre los años de 1834 y 1838. Fue él, según se cuenta, quien encargó la construcción de la calle para mejorar la portada principal del Palacio de los Capitanes Generales, sede del gobierno colonial en la isla.
Los adoquines de madera llegaron poco después, en 1841, de la mano del ingeniero Evaristo Carrillo, quien ensayó allí esta forma de pavimentar las calles habaneras. Sin embargo, la idea no caló en la ciudad por el costo y poco tiempo de vida útil de la madera. Por ello, la calle de madera fue sepultada por el tiempo, hasta su renacer más de un siglo después gracias a la Oficina del Historiador de la Ciudad.
En sus inicios, Tacón llegaba solo hasta la calle Empedrado, pero luego de las obras de ampliación realizadas en la Avenida del Puerto y el relleno del Malecón en 1928, llegaría hasta la calle Cuba, hasta donde se extiende en la actualidad.
Su nombre también ha sufrido cambios, pues a inicios del siglo XX se le nombró oficialmente Teodoro Roosevelt, como el presidente de los Estados Unidos, y luego sería renombrada como Manuel Sanguily. Pero para los habaneros siguió y ha seguido siendo Tacón, o, simplemente, la Calle de Madera.
Pero Tacón, aún con su breve extensión, es más que los adoquines de madera de su tramo más famoso. En ella o sus alrededores se encuentran también, como ya mencionamos, el Palacio de los Capitanes Generales y la Plaza de Armas, e igualmente otros sitios y edificaciones de relevancia en la capital cubana.
Entre ellos están el Palacio del Segundo Cabo, que hoy ocupa el Centro para la interpretación de las relaciones culturales Cuba-Europa; la Casa de Martín Aróstegui, sitio de fundación del Colegio de Arquitectos de La Habana; el Museo de Arqueología, con importantes colecciones cubanas y del continente; el Parque Luz y Caballero, con una escultura del notable educador cubano; y el Parque Arqueológico, que exhibe piezas de artillería de la época colonial a pocos metros del mar.
A la calle Tacón y varios de sus lugares más emblemáticos, les acercamos este domingo a través del lente de nuestro fotorreportero Otmaro Rodríguez.