Si algo define a la llamada Torre K de La Habana, devenida la edificación más alta de Cuba, es la polémica. Más, incluso, que su empinada y sólida estatura.
Aún antes de que comenzara a construirse, ya el futuro hotel —enclavado en una populosa e icónica zona del Vedado habanero— era motivo de controversia. Y parece que así seguirá siendo hasta mucho después de que abra sus puertas. O quizá, para siempre.
La Torre K —como es llamado popularmente el edificio, aunque su nombre comercial será otro— empezó a levantarse seis años atrás, en 2018. Se trata, según fuera presentada antes del inicio de las obras, de una construcción con “capital 100 % cubano” destinada a convertirse en un hotel de lujo y a señorear sobre el horizonte habanero con sus 42 pisos y 154 metros de altura.
Situada en el conocido “hueco de 23” —entre esa céntrica arteria capitalina y la paralela calle 25, y frente a la célebre heladería Coppelia—, la polémica torre ha dejado “chiquitos” a dos elegantes vecinos: el Focsa y el hotel Habana Libre. Es, además, uno de los tres edificios más altos del Caribe, junto a las torres Anacaona 27 y Caney, de Santo Domingo, República Dominicana.
Construida de hormigón armado, la Torre K tiene entre sus elementos distintivos sus ventanales con paneles de cristal doble reforzado, el uso de vigas de acero con revestimiento de yeso para prevenir el sobrecalentamiento en caso de incendio, y un voladizo o balcón en el piso 32, al que la inventiva popular ha bautizado como “la gaveta”.
Según se informó el pasado año, una vez concluida pasará a llamarse Iberostar Selection La Habana y será un hotel cinco estrellas administrado por cadena española Iberostar. La instalación turística contará con la friolera de 565 habitaciones y tendrá entre sus atracciones, junto al referido balcón, un restaurante Sky Bar con vistas panorámicas de La Habana en el piso 41.
Aunque ha tenido, lógicamente, defensores, el futuro hotel ha estado en la mira de muchos desde el anuncio de su construcción. Tanto especialistas como habaneros de a pie han cargado y siguen cargando contra el polémico edificio por distintos motivos, desde su diseño y ubicación hasta el hecho de que se levante en momentos en que la isla atraviesa una profunda y prolongada crisis económica.
Esto último, en particular, le ha ganado numerosos críticos a la torre financiada por la Empresa Inmobiliaria Almest, del Grupo de Administración Empresarial S.A. (GAESA). Que se hayan destinado cuantiosos recursos para ella, en medio de un estancamiento del turismo y cuando otros sectores más urgentes requieren de mayor respaldo financiero, es considerado por muchos como un sinsentido.
Pero ahí no terminan las objeciones. No pocos han apuntado también contra su diseño, al que estiman inadecuado, poco original y hasta “feo”. Incluso la torre ha sido llamada un “adefesio” y un “horror urbano”, mientras que especialistas han referido su evidente similitud con la Beetham Tower, de la ciudad inglesa de Manchester, un edificio que tampoco ha escapado a las críticas.
Por demás, su ubicación y estatura han sido cuestionadas por arquitectos y urbanistas, al considerar que afecta la armonía de su entorno y rompe la línea visual o skyline de la capital cubana. De igual forma, se ha señalado que con su altura, número de habitaciones y otros elementos, viola —o, cuando menos, resulta una “excepción”— las regulaciones urbanas existentes para El Vedado.
Tampoco han sido bien recibidas por todos sus soluciones arquitectónicas —o la falta de algunas— como sus cristales, en los que el sol se refleja directamente en determinadas horas, lo que ha sido motivo de críticas por parte de choferes y peatones. En general, para no pocos expertos y legos se trata de una obra pretenciosa, pero desubicada, fuera de lugar en tiempo y espacio en la precaria Cuba de hoy.
Aun así, y a pesar de atrasos en su construcción, la Torre K ya se levanta donde muchos preferirían no verla. Es una marca indeleble en el paisaje de La Habana y su apertura como hotel —prevista para antes del cierre de 2024— parece cada vez más cercana. A poco de que ocurra, le mostramos su vista desde distintos puntos de la ciudad, gracias al lente de Otmaro Rodríguez.
Un puñal al corazón de la Habana. En toda la extensión de la frase.
EL GUALLO.