El 1ro de enero de 2021, en plena pandemia de COVID-19, el Gobierno dio el pistoletazo de salida a una de sus reformas más controversiales: el ordenamiento monetario.
De un día para otro la vida tal como la habían conocido los cubanos durante dos décadas cambió de golpe: dejó de existir el CUC y se eliminó la dualidad monetaria vigente entonces, se impuso una tasa de cambio única de 24 pesos por dólar, aumentaron los salarios y pensiones, y también los precios, mientras se daba el tiro de gracia a los “subsidios excesivos y las gratuidades indebidas”.
Todo ello, de acuerdo con las autoridades, fue resultado de largos análisis y deliberaciones, con el objetivo declarado —desde el nombre del proceso— de “ordenar” la maltrecha economía de la isla y realizar ajustes sociales sin que nadie, según se dijo y se repitió muchas veces, quedara “desamparado”.
Sin embargo, como se encargó de demostrar la realidad con toda su crudeza, más que el necesario avance socioeconómico del país, la llamada Tarea Ordenamiento terminó siendo un funesto tiro en el pie. Una herida que sigue sangrando, aun cuando las autoridades reconocieran el fracaso e impulsaran nuevas y no menos polémicas medidas.
Más allá de los análisis especializados, justificaciones y cuestionamientos, el fallido proceso ha dejado su imagen incontestable por toda la isla. Una huella cruel acrecentada, por demás, por el impacto de la pandemia y de las ampliadas sanciones de Estados Unidos, y se ha traducido en inéditas protestas populares y en una imparable oleada migratoria.
Uno de los tantos botones de muestra del retroceso de Cuba en los últimos años es el de las antiguas tiendas en CUC. Estos establecimientos, alguna vez incluso considerados elitistas por algunos, son recordados hoy con añoranza por no pocos cubanos que encontraban en ellas, cerca de sus hogares, productos que hoy no están al alcance de sus bolsillos o ni siquiera están.
Lo sucedido con las tiendas en CUC desde el Ordenamiento es, de alguna forma, un retrato de lo ocurrido con el país. Con la desaparición de la moneda fueron languideciendo, quedándose sin productos. Se reconvirtieron en tiendas de módulos por “la libreta”, en viviendas, o cerraron por falta de uso y cayeron en el abandono.
Las más afortunadas pasaron a ser tiendas en el MLC —que tampoco atraviesan su mejor momento— o fueron “rescatadas” por mipymes y otros negocios, y elevadas nuevamente a la élite comercial del país, por encima de sus hermanas caídas en desgracia.
Así nos las muestra hoy con su lente Otmaro Rodríguez, en otro de sus flashazos por una Habana muy distinta —y no precisamente para mejor— a la de apenas unos años atrás.
La tienda el Dominó vendía equipos eléctricos, ropa y zapatos, hoy cerrada. Foto: Otmaro Rodríguez.
La PEOR administracion que ha tenido el pais en toda su historia. Los ultimos 10 anos han sido decisivos para la destruccion TOTAL de la Nacion y su estructura, economica, social y humana.
Es que antes del ordenamiento ya se veía venir lo que pasaría, no recuerdan que prácticamente no se podía entrar a una tienda porque las tenían como almacenes? Uno entraba y no podía ver los productos de los anaqueles porque estaban obstruidos por las cajas, eso sin contar con el mal trato del personal que no dejaban entrar a la tienda a más de dos o tres personas y lo dejaban a uno afuera sin importar el sol. Este país está mal hace muchos años.
Saludos, está tienda no estará con más ruinas que la economía actual de Cuba.