Según datos demográficos publicados recientemente en el sitio web de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos (CBP), en el año fiscal en curso —1ro de octubre de 2023 – 30 de septiembre de 2024— se registraron en la frontera sur estadounidense, hasta julio, 1 925 773 encuentros entre migrantes y la Patrulla Fronteriza.
Se trata de ciudadanos de más de 80 países, entre los que sobresalen en frecuencia —en orden descendente— México, Venezuela, Guatemala, Honduras y El Salvador. Cuba, con más de 131 612 de sus ciudadanos detenidos por cruzar ilegalmente, está abajo en el ranking. Sin embargo, no es en absoluto un número despreciable.
Si la tendencia se mantiene, en lo que resta de año fiscal es probable que la cifra final quede por debajo de los 2,4 millones registrados el pasado año.
No obstante, siendo año electoral en Estados Unidos suenan las alarmas. Más cuando el candidato republicano a la presidencia, Donald Trump, ha retomado su tradicional ofensiva anti inmigrantes.
Hace un mes, en la Convención Nacional Republicana, el expresidente afirmó, sin evidencia alguna, que los inmigrantes “vienen de prisiones, vienen de cárceles, vienen de instituciones mentales y manicomios. Los terroristas (sic) están llegando en cantidades que nunca antes habíamos visto”.
El equipo de verificación de CNN desmontó con entrevistas a expertos y cifras concretas una por una de esas falsedades. Aun así, la retórica incriminadora y xenófoba de Trump ha generado preocupación en algunos sectores, por las consecuencias que podría tener.
La Federación Internacional de los Derechos Humanos (FIDH) ha alertado sobre estos discursos xenófobos. En un informe de la institución, creada en 1922 y que agrupa a 155 organizaciones de derechos humanos en cerca de 100 países, se apunta a que estos calificativos expresan “una tendencia a la criminalización de la inmigración, haciendo pasar al migrante que entra en un territorio nacional sin tener todos sus papeles administrativos en regla, por un ‘delincuente’. Esto con frecuencia va acompañado de una amalgama entre migrantes indocumentados y terroristas. Esta evolución tiene graves consecuencias porque favorece la legitimación de medidas más represivas en nombre de la seguridad nacional, desviando la atención de las violaciones de los derechos humanos fundamentales de esta población”.
Los arrestos en la frontera se han reducido a cerca de la mitad en comparación con el máximo histórico de 250 mil registrado en diciembre de 2023. La disminución actual se atribuye, en parte, a una controvertida orden ejecutiva firmada por Biden el pasado 4 de junio.
La medida establece que los migrantes que crucen la frontera de manera ilegal no serán elegibles para solicitar asilo, salvo excepciones: menores que viajan solos, víctimas de trata y personas con emergencias médicas. Además, los detenidos están sujetos a una deportación exprés y solo pueden entrevistarse con un funcionario de asilo si demuestran lo que se llama “miedo creíble” de regresar a su país de origen. La regulación solo se revocará si el promedio diario de aprehensiones cae a 1 500 durante un período de 14 días consecutivos. Por el momento, la cifra solo se ha rozado; por tanto, la norma está en vigor.
El endurecimiento de las medidas migratorias para disuadir los cruces ilegales en la frontera comenzó en mayo de 2023 con la implementación del Título 8, normativa migratoria que sustituyó al anterior Título 42; este último establecido como una “política de salud pública” durante la pandemia de COVID-19.
El Título 8 representó un cambio significativo en el enfoque del control fronterizo estadounidense, al otorgar al Departamento de Seguridad Nacional (DHS, por sus siglas en inglés) la capacidad de procesar y expulsar rápidamente a quienes cruzaran la frontera de manera ilegal.
Según el DHS, una persona expulsada bajo esta política enfrenta una prohibición de admisión a Estados Unidos por al menos cinco años. Además, cualquier intento posterior de ingresar al país ilegalmente podría derivar en un proceso penal.
Otro factor que podría explicar la disminución de entradas irregulares es el creciente uso de la aplicación móvil CBP One, lanzada por el Servicio de Aduanas y Protección Fronteriza en 2023. Esta herramienta gratuita está disponible para migrantes en el centro y norte de México y representa un paso inicial crucial para aquellos que buscan solicitar asilo en los Estados Unidos.
Aunque CBP One no garantiza un estatus migratorio, permite a los usuarios programar citas para presentarse en los puertos de entrada fronterizos de manera directa. Con la cita programada, los migrantes pueden esperar en un lugar alejado de la frontera y solo viajar para presentarse en un puerto de entrada en la fecha indicada.
Actualmente solo ocho puentes están habilitados para procesar las solicitudes de CBP One: Nogales, Brownsville, Eagle Pass, Hidalgo, El Paso, Calexico y San Ysidro. Entre todos atienden unos 1 500 turnos diarios. Los migrantes que llegan son evaluados y procesados, lo que incluye una verificación de seguridad biométrica y biográfica, así como un control de antecedentes. Tras esta revisión, en función del análisis de cada caso, pueden ser considerados para un permiso humanitario (parole) de hasta dos años para continuar el proceso bajo el Título 8 de la Ley de Inmigración y Nacionalidad. Durante este periodo de espera, obtienen un permiso de trabajo, lo que les permite establecerse y buscar empleo mientras avanzan su proceso.
A pesar de lo anterior, a medida que se acercan las elecciones presidenciales de noviembre, surge la posibilidad de una nueva oleada migratoria hacia la frontera suroeste del país. Con la posible reelección de figuras que han mantenido políticas restrictivas, como Donald Trump, la ansiedad crece entre las comunidades migrantes. Mario D’Agostino, subdirector municipal de Seguridad y Salud Públicas en El Paso, prevé un aumento en el flujo de migrantes. “Es muy probable”, asegura.
“Históricamente, se ha visto un pico de migrantes en un periodo electoral o de cambio de gobierno”, comentó D’Agostino. “Más que asustarnos, debemos estar preparados siempre. Es algo propio de esta zona, no una contingencia”, añadió.
D’Agostino reflexionó que, aunque el Gobierno de los Estados Unidos dispone de la infraestructura para desestimular la inmigración, “lo que hemos aprendido es que, a pesar de todo, siguen llegando. Aún con la muerte y la separación de familias, la gente sigue cruzando”.
Puso como ejemplo la avalancha de migrantes entre 2018 y 2019, a pesar de las medidas drásticas implementadas por la Administración Trump. Durante ese período, incluso bajo amenazas de procesamiento penal y separación de familias, miles cruzaron la frontera en busca de asilo.
D’Agostino, quien tiene una mirada muy favorable hacia la migración ordenada, sugiere que el discurso de campaña de Trump, que incluye promesas de expulsar a los inmigrantes, no debe ser motivo de pánico, ya que no cree que haya cambios permanentes. “Anticipamos una oleada migratoria cercana a la temporada electoral, pero fuera de ahí, con el cambio de administraciones, no esperamos alteraciones significativas”, afirmó categóricamente.
Por otro lado, hace unos días se dio a conocer una nueva medida tomada por el Gobierno que podría ser caldo de cultivo para la ola migratoria pronosticada en los próximos meses: la suspensión temporal del programa de parole humanitario.
La noticia ha generado incertidumbre entre los migrantes de Cuba, Haití, Nicaragua y Venezuela, quienes dependen del programa que permite la entrada legal a Estados Unidos de hasta 30 mil personas al mes. Por ejemplo, los registros más recientes indican que la cifra de cubanos aprobados llegó a los 110 mil.
La decisión de detener los permisos de viaje surgió tras un informe que reveló altos niveles de fraude, especialmente en las solicitudes de los patrocinadores. Aunque la medida es temporal, podría hacer que algunos decidieran emprender la vía irregular, ya que muchos migrantes se encuentran en un limbo, con expectativas y planes frustrados.
Lo que puede venir
Un análisis del trabajo de Harris en materia migratoria, según PBS, revela un historial más matizado que el presentado por sus críticos o aliados y a la vez ofrece una perspectiva de cómo la candidata a la presidencia podría abordar “una de las preocupaciones más desconcertantes del país”.
Según autoridades citadas por PBS, en marzo de 2021 la viceprecidenta recibió el encargo de abordar las “causas fundamentales” de la migración desde lo que EE. UU. llama el Triángulo Norte (El Salvador, Honduras y Guatemala) y encontrar la forma de trabajar con sus líderes y con México para que se apliquen las leyes que regulen la migración en los países de origen.
La campaña de Kamala Harris comenzó a emitir días atrás un anuncio televisivo en el que promete que, como presidenta, “contrataría a miles de agentes fronterizos más y tomaría medidas enérgicas contra el fentanilo y el tráfico de personas”. Noviembre tendrá la última palabra.