Para Irenia Gámez la experiencia de emigrar fue un acto desgarrador que la colocó en un lugar extraño, donde tuvo que reestructurar su vida con nuevos referentes culturales y de soporte en un momento tan complejo como la temprana maternidad.
“En nuestro caso, que no tenemos aquí más familia, teníamos que crear nuevas redes de apoyo; es algo que no se crea de la noche a la mañana; lleva constancia. Es como sembrar una planta que debes regar todos los días, y es nutrirse de otra de otra cultura, sin olvidar la propia”.
En Cuba estudió Historia en la Universidad de La Habana, pero para mantenerse a la vez trabajaba de camarera. Cuando pasó a trabajar al Centro de Convenciones de La Habana dentro de sus responsabilidades estaba desarrollar actividades con la comunidad, en especial dirigidas a niños, niñas y adolescentes. Lo hacía con conjuntos artísticos como La Colmenita.
Cuando aterrizó en Ecuador, su hija apenas tenía ocho meses de nacida. En poco tiempo se incorporó a las aulas y pasillos de FLACSO a estudiar la Maestría de Sociología política. Su esposo llevaba algún tiempo en ese centro académico estudiando el doctorado en Estudios Andinos. Ambos tuvieron el privilegio de contar con beca, y el cuidado gratuito de su hija en la guardería de la institución.
“Implicaba que mi hija entrara a la guardería a las 8 de la mañana. Yo tenía que hacer trabajo de becaria, entonces recogía a Sofía después de la siesta, sobre las 4 de la tarde para poder estar una hora con ella. Después volvía a entregarla en la guardería pues yo entraba a clases desde las 5 hasta las 8 de la noche. Muchas veces ella era la única niña que se quedaba hasta tan tarde”.
Irenia recuerda con agradecimiento la empatía y paciencia de su tutor de tesis y de sus colegas, pues cada quince días participaba del taller de tesis con su hija en brazos. Así, entre debates de sociología política, la niña, con poco menos de tres años, mientras su madre entregaba la tesis de Maestría, pintaba garabatos diciendo que también había hecho su ensayo.
Una vez graduada, Irenia empezó a trabajar en consultorías relacionadas con dinámicas migratorias en Ecuador, situación de los albergues temporales durante la pandemia, programas de migración, hasta llegar a trabajar en la Fundación AVSI, una ONG italiana con presencia en más de 33 países.
Allí ha sido coordinadora nacional de Protección, especialista en Evaluación de Proyectos, Punto Focal de Protección Infantil y Punto Focal para la protección contra la explotación y el abuso sexual (PEAS).
Todas las acciones humanitarias que la organización realiza se distinguen por colocar a las personas y sus redes en el centro, valorar sus experiencias, estimular su crecimiento personal y profesional para que puedan ser protagonistas de sus historias. En esta labor se imbrica su experiencia personal como migrante y la formación profesional desarrollada por varios años.
“Cuando llegas en condición de extranjero, tienes una posición de desventaja, de vulnerabilidad; sobre todo si eres mujer y madre. Todo esto implica una suma de esfuerzos, te cuesta mucho más. Hay inequidades del sistema patriarcal en una sociedad complicada, en la que además existe un imaginario muy sexualizado de las mujeres cubanas y venezolanas. En todos los escenarios que puedo siempre alzo mi voz y lo digo”.
Irenia cada día se siente más parte de este país de acogida y tiene mayor reconocimiento. Le son familiares modismos y elementos de la historia ecuatoriana, pero a la vez se empeña en no soltar su tierra, leyendo literatura cubana y escuchando música cubana hecha dentro y fuera de la isla. Su hija bebe de este acervo y es una niña con muchos referentes de su país de origen.
A veces le pasa por la cabeza la posibilidad de regresar a Cuba, tal vez en la vejez; pero no lo tiene claro. Ha logrado integrarse, respetando su cultura, a nuevos espacios en los que convive con ecuatorianos y personas de diversas nacionalidades.
“Entre mis amigos y los amigos de mi hija hay un diapasón muy grande de nacionalidades; no solo ecuatorianos: hay canadienses, italianos, venezolanos y, por supuesto, cubanos. Eso enriquece mucho nuestro mundo”.