Los ojos de Silwan

Las pupilas incansables que miran día y noche la dura realidad del barrio de Jerusalén no son anónimas. Algunos ojos miran; otros lloran.

Silwan, Jerusalén Este. Foto: Alejandro Ernesto.

Silwan, Jerusalén Este. Foto: Alejandro Ernesto.

Los ojos de Silwan me miran de lejos, y yo los miro. Me impactan. Me atraen. Me incitan a acercarme y mirarlos frente a frente. Pero no cedo a los impulsos y voy con calma. Me toma más de un año dar el primer paso hacia esos ojos. Al fin me decido y voy a su encuentro.

Me tomó más de un año decidirme a ir a Silwan. Foto: Alejandro Ernesto.
Me tomó más de un año decidirme a ir a Silwan. Foto: Alejandro Ernesto.

Silwan no es una mujer. Es un barrio de Jerusalén y tiene no un par, sino muchos pares de ojos. Todos forman parte del proyecto I Witness Silwan, que arrancó en 2015 y en el que trabajaron mano a mano artistas palestinos y el grupo estadounidense Art Forces.

El proyecto comenzó en 2015. Foto: Alejandro Ernesto.
El proyecto comenzó en 2015. Foto: Alejandro Ernesto.
En Silwan el conflicto palestino-israelí se puede respirar, sentirse en la piel y verse de cerca. Foto: Alejandro Ernesto.
En Silwan el conflicto palestino-israelí se puede respirar, sentirse en la piel y verse de cerca. Foto: Alejandro Ernesto.

Las pupilas incansables que miran día y noche la dura realidad del barrio no son anónimas. Los ojos de Silwan pertenecen a líderes y personalidades palestinas e internacionales. En lo más alto de una colina creo adivinar, debajo de una kufiya palestina, la mirada de Yasser Arafat. Además están los ojos de Freud, los del Che Guevara y los de George Floyd, el afroamericano brutalmente asfixiado en 2020 por un policía en Minneapolis.

Pupilas incansables que miran día y noche la dura realidad del barrio. Foto: Alejandro Ernesto.
Pupilas incansables que miran día y noche la dura realidad del barrio. Foto: Alejandro Ernesto.

Según los creadores, esos y muchos ojos más tienen la misión de ser testigos del desastre de la ocupación israelí en los territorios palestinos. Ellos observan lo que muchos se niegan a ver. Algunos miran; otros lloran.

 

Barrio de calles estrechas y empinadas, comienza donde terminan las murallas de la Ciudad Vieja, en Jerusalén Este. Foto: Alejandro Ernesto.
Barrio de calles estrechas y empinadas, comienza donde terminan las murallas de la Ciudad Vieja, en Jerusalén Este. Foto: Alejandro Ernesto.
Los testigos. Foto: Alejandro Ernesto.
Los testigos. Foto: Alejandro Ernesto.

Silwan, barrio de calles estrechas y empinadas, comienza donde terminan las murallas de la Ciudad Vieja, en Jerusalén Este, la mitad de la ciudad que, según los acuerdos de Oslo, debió ser la capital de un Estado Palestino que jamás llegó a existir y con el que los palestinos siguen soñando aún, a pesar de que Israel ocupó esa parte de la urbe durante la Guerra de los Seis días en 1967 y luego se la anexionó unilateralmente en 1980.

Silwan, 2023. Foto: Alejandro Ernesto.
Jerusalén Este, la mitad de la ciudad que, según los acuerdos de Oslo, debió ser la capital de un Estado Palestino que jamás llegó a existir. Foto: Alejandro Ernesto.
Jerusalén Este, la mitad de la ciudad que, según los acuerdos de Oslo, debió ser la capital de un Estado Palestino que jamás llegó a existir. Foto: Alejandro Ernesto.

En Silwan el conflicto palestino-israelí se puede respirar, sentirse en la piel y verse de cerca. La tensión, el desastre de la ocupación envuelve hasta dejar al visitante extraviado entre muchas dudas y pocas certezas. Hay poca gente en las calles; miran desconfiados al forastero que se aventura a explorar el lugar.

Creo adivinar, debajo de una kufiya palestina, la mirada de Yasser Arafat. Foto: Alejandro Ernesto.
Creo adivinar, debajo de una kufiya palestina, la mirada de Yasser Arafat. Foto: Alejandro Ernesto.

Aquí se mezclan las casas palestinas con las de colonos israelíes, repletas de cámaras de seguridad, con guardias privados y banderas de Israel por todos lados, como una clara declaración.

Los murales forman parte del proyecto I Witness Silwan, que arrancó en 2015. Foto: Alejandro Ernesto.
Los murales forman parte del proyecto I Witness Silwan, que arrancó en 2015. Foto: Alejandro Ernesto.

Silwan tiene algo de favela, de slam. Casas encaramadas unas sobre otras, estrechos pasadizos, empinadas escaleras de disparejos escalones y armas, muchas armas en manos de unos y otros.

Los ojos tienen la misión de ser testigos del desastre de la ocupación israelí en los territorios palestinos. Foto: Alejandro Ernesto.
Los ojos tienen la misión de ser testigos del desastre de la ocupación israelí en los territorios palestinos. Foto: Alejandro Ernesto.

La policía de fronteras de Israel, fuertemente apertrechada, patrulla las calles día y noche intentando contener la violencia en uno de los lugares más inseguros de la Ciudad Santa y donde son frecuentes lo ataques entre palestinos a colonos judíos.

Testimonios del desastre de la ocupación israelí en los territorios palestinos. Foto: Alejandro Ernesto.
Testimonios del desastre de la ocupación israelí en los territorios palestinos. Foto: Alejandro Ernesto.

En medio de la monotonía cromática de Jerusalén, solo alterada por el dorado intenso del Domo de la Roca, Silwan es un oasis de color. Además de los ojos, hay flores —también estas con ojos—, aves y estampas palestinas pintadas en las fachadas de las casas.

Ojos, flores, aves y estampas palestinas en las fachadas de las casas. Foto: Alejandro Ernesto.
Ojos, flores, aves y estampas palestinas en las fachadas de las casas. Foto: Alejandro Ernesto.

Algún día me iré de esta ciudad que quiero y que me ha enseñado tanto. Me iré y los ojos de Silwan seguirán ahí, mudos testigos de la ocupación israelí en Jerusalén Este. Tal vez algún día alguien les pinte bocas y podrán contarnos el horror que han visto a lo largo de los años.

Silwan ocupada. Foto: Alejandro Ernesto.
Silwan ocupada. Foto: Alejandro Ernesto.
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