Desde que llegamos a Jerusalén teníamos ganas de darnos un chapuzón en el mar Muerto. Es de las cosas que toca hacer al menos una vez en la vida, si uno tiene la oportunidad, claro. Y nosotros vivimos bastante cerca, así que nada más asomar la primavera arrancamos para Kalia Beach que, detalle curioso, tiene un chiringuito que se promociona como el bar en el lugar más bajo del mundo. Debe ser cierto porque está a 418 metros bajo el nivel del mar, pero eso sí, tiene precios del lugar más alto, literalmente por las nubes.
El mar Muerto no es exactamente un mar, es un lago salado ubicado entre Jordania e Israel, a más de 400 metros bajo el nivel del mar. Tiene casi diez veces más sal que cualquier mar del planeta, tal nivel de salinidad y la presencia de muchos minerales es lo que hace imposible la existencia de vida en él y de ahí su nombre.
Pero ese nivel de salinidad tan alto hace que todos podamos flotar en sus aguas, incluso hasta acostarnos a leer y de eso doy fe, no solo por las fotos que tomé sino por haber estado largo rato flotando, yo, que soy el humano más hundible del planeta. Eso sí, dicen los que saben que flotar tan fácil tiene su lado malo y es que si uno cae boca abajo es muy difícil voltearse a respirar. Por eso recomiendan nunca bañarse solo en este inmenso lago saladísimo.
A consejo anterior agregaría hacerlo siempre con la boca cerrada, pues sus aguas tan salobres saben a óxido almacenado en cloacas, a rayo encendío. Tal vez de ahí vengan muchos de sus otros apelativos “mar del Diablo”, “mar pestilente”, “lago de asfalto” y algunos más que no le hacen muy buena publicidad a este lugar, que de una manera muy diferente al resto de las playas, tiene una belleza muy particular.
Además de hacernos flotar como morsas, la otra gran atracción del mar Muerto son sus barros medicinales. Hay que embarrarse, cubrirse de barro, del primer fango que uno encentre en la orilla, sin complicaciones, y así tumbarse a tomar el sol. Tiene fama de ser muy bueno para la piel, una especie de exfoliante natural que ya se usaba desde tiempos muy lejanos por personajes como Herodes el Grande o la mismísima Cleopatra. Eso sí, al rato de estar al sol cubierto de barro hay que correr al agua, porque fango, sol y calor forman una mezcla achicharrante.
Y en eso estaba todo el mundo. Había más gente untándose fango por todos lados que flotando. Nosotros no fuimos la excepción, que si la terapia es buena y gratis, pues mejor, así que nos dimos nuestra buena enfangá y la verdad es que regresamos a casa con la piel fresca y lozana como la de un bebé.
En Israel por todos lados venden cremas hechas con este barro y también las exportan a montones. La extracción indiscriminada de minerales para la industria cosmética y el cambio climático son dos de los principales factores de que el mar Muerto esté muriendo poco a poco.
Ojalá seamos inteligentes y sepamos salvar un lugar tan singular para las futuras generaciones.