Este viernes 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, Argentina fue testigo de una multitudinaria movilización en el marco del paro internacional feminista.
Los actos y manifestaciones comenzaron desde las primeras horas del día. La marcha, más que una celebración, fue en distintas partes del país una expresión masiva y pública no solo contra la violencia de género, sino además en protesta ante el ajuste económico del nuevo Gobierno, que afecta de manera particular a las mujeres: entre el 10 % de la población más empobrecida de Argentina, el 63 % son mujeres; entre el 10 % más rico, solo el 37 %.
Pero hubo más, la del 8M fue la primera gran movilización feminista bajo presidencia de Javier Milei, un mandatario que ha generado controversia con sus comentarios contra el aborto, y su postura frente a los derechos de las mujeres y las minorías. Su partido presentó en el Congreso un proyecto para derogar el aborto legal y penalizarlo. Las condenas serían de hasta 3 años de cárcel para las mujeres que interrumpan su embarazo.
Recientemente, en un discurso durante la ceremonia de inauguración del ciclo lectivo del Colegio Cardenal Copello, Milei lanzó duras críticas contra la interrupción voluntaria del embarazo, llegando a calificarla como “asesinato agravado por el vínculo”. Sus declaraciones provocaron indignación entre el movimiento feminista. El aborto legal, seguro y gratuito es un derecho fundamental de las mujeres conquistado y aprobado por ley en 2021. Desde que el aborto es legal en Argentina, las muertes maternas se han reducido a casi la mitad.
Milei, además, pretende desarticular las políticas de igualdad impulsadas en los últimos años. Ha negado la brecha salarial entre hombres y mujeres (que se sitúa nada menos que en un 25 %) y rebajó el Ministerio de Mujeres, Géneros y Diversidad a subsecretaría. Además, el Gobierno anunció que prohibirá el lenguaje inclusivo y “todo lo referente a la perspectiva de género” en la Administración nacional.
La lista no termina ahí. El propio 8 de marzo, el Gobierno nacional anunció que cambiará el nombre de una de las principales salas de la Casa Rosada. El Salón de las Mujeres Argentinas del Bicentenario pasará a llamarse Salón de los Próceres. Esta decisión de la secretaria General de la Presidencia y hermana del presidente, Karina Milei, junto con la de retirar retraros de mujeres significativas en la historia argentina, generó rechazo y polémica.
La noticia fue confirmada por el vocero presidencial, Manuel Adorni, en el inicio de la rueda de prensa que suele dar en el palacio gubernamental: “Efectivamente, el ‘Salón de las Mujeres’ va a llamarse ‘Salón de los Próceres’. Que haya un Salón de las Mujeres tal vez sea hasta discriminador con los hombres”, dijo con sorna, reproduciendo uno de los falsos argumentos en contra de las acciones afirmativas.
La movilización feminista en Buenos Aires comenzó en horas de la tarde bajo un sol abrasador en la avenida 9 de Julio y avanzó hacia el Congreso Nacional. Una marea verde inundó las calles y avenidas aledañas. Desde el metro podía sentirse el movimiento; una multitud que llegaba comenzó a cantar: ¡Alerta, alerta, alerta que caminan mujeres feministas por las calles de Argentina! O: ¡Tiemblen! ¡Que tiemblen los machistas! ¡America Latina será toda feminista!
A pesar de los intentos de las fuerzas de seguridad por contener la marcha, la ola verde superó toda barrera. Fracasó el protocolo antipiquete de la ministra de seguridad, Patricia Bullrich. Esta vez las autoridades no se atrevieron a reprimir como en jornadas anteriores.
La presencia en la marcha era diversa: abuelas con sus nietas, adolescentes, madres con sus hijas en hombros, todas unidas en un grito por la igualdad de género y el fin de la violencia machista. La noche anterior las fuerzas de seguridad habían cercado el frente del Congreso en un intento por evitar que las manifestantes ocuparan la calle; pero fue en vano. La multitud fue imparable y el cordón policial quedó absorbido por la marea humana; no sin tensión.
Las mujeres argentinas demostraron otra vez por qué la revolución será feminista o no será, alzando sus voces en un clamor unificado por un futuro más justo e igualitario para todas y todos. Dejaron claro, sobre todo, que no están dispuestas a dar un solo paso atrás.