Ayer, 11 de noviembre, el trovador Vicente Feliú Miranda cumplió 75 años. Aunque en diciembre de 2021 partió físicamente, no logro, en su caso, escribir en pretérito; aún menos usar la construcción “habría cumplido”. Por eso, contra toda lógica de la existencia, siento que el Tinto, como le llaman cariñosamente en su entorno, sigue cumpliendo años.
Trascender, con evocaciones, con la convicción de la esperanza y la lucha como bandera, es una filosofía en las letras de Vicente. “Mi compromiso es contigo”, una canción estremecedora escrita en 1970, es un ejemplo:
Ahora regreso, en una mano la vida,
en la otra la muerte y entre dientes una flor.
He recorrido un pedazo dejando
veintidós noviembres y varias carnes sin fe.
Ahora regreso, dispuesto más aún
a tirar a matar.
Ahora regreso, perfectamente seguro
que no hay más formas de estar.
Ahora vengo vestido con traje de hombre
por fuera y por dentro también,
con una espada de amor colgando del cuello,
afilada y de plata, para ti.
Ahora vengo cargado con todas las hambres
posibles para continuar
montado en corceles alados de psicopatías
y de porvenir,
dé angustias ahogadas en mi generación.
Ahora regreso, amigos, compañeros, enemigos,
dispuesto a combatir nuevamente,
con un hombre en la frente cuyo nombre
es mi nombre también.
He llegado de este viaje intacto
y colmado de siglos.
He visto a Dios, a Martí, a Whitman y a otros
y han grabado sus siglas en mí.
Ahora vengo dispuesto a entregarles a todos
lo que he acumulado por ti,
a enjuagarme las manos en todo tu fango,
en tu gran herida, en tu persistir.
Ahora vengo dispuesto a entregarte mi espalda,
mis manos, y mi alma también.
Ahora vengo a tu lado, otra vez hasta siempre,
hasta que un día el hombre que llevo en la frente
me quite la espada y la clave en mi vientre
y entonces ya…
Su mensaje es un mapa emocional y una celebración de la existencia humana, con todos sus dilemas y alegrías.
Cuando hace un lustro celebramos los 70 años de Vicente, Silvio Rodríguez, lo definió en cuerpo y alma en unas líneas memorables. Silvio, hermano de vida y compañero de tantas batallas del Tinto desde que se cruzaron allá por 1962 guitarra en mano, reflexionaba:
“Se sabe que la vida no siempre premia la virtud con la justicia. Pero si este amigo tiene fama de algo entre sus compañeros —además de trovador irreductible—, es de nobleza humana. Y es que todos sabemos que él siempre ha sido el más dispuesto al sacrificio, verdadero cantor de barricadas, tantas veces no bien gratificado”.
A Vicente Feliú lo sostienen como horcones de una vida muy presente, sus canciones. Por suerte, tuvo la oportunidad de grabar la mayoría, registradas en varios discos a lo largo de más de cuatro décadas de carrera. Sin embargo, esos fonogramas y sus temas poco se conocen. Su imponente y tierna Créeme, de alguna forma, eclipsó a sus hermanas.
Entre mis preferidas rescato “1975. Canto final”, incluida en el disco No sé quedarme. No hay que dejarse llevar por el título de la canción. La palabra “final”, al adentrarnos en la letra y escuchar la orquestación, se revela lejana a cualquier significado de fin. De hecho, cada una de las tres estrofas de la canción cierra con el verso: “Oye bien que parto raudo a buscar, a seguir”.
1975. Canto final
Oye no temas a mi paso de viejo andador
que mis pies no son míos sino del amor
que no sólo en invierno me arrimo al calor.
Oye bien que parto raudo a buscar, a seguir.
Oye cuando crezca mi hijo llévalo hacia el mar
dale alas y un beso en la frente al partir
que no conozca el freno en tu mano al volar.
Oye bien que parto raudo a buscar, a seguir.
Oye cuando tras una estrella comprendas mi olor
y el aullido de un lobo recuerde mi voz
nómbrame que habré sido de pronto canción.
Oye bien que parto raudo a buscar, a seguir.
Con la celebración de su 75 cumplevida como pretexto, aquí he reunido momentos fotográficos que tuve la oportunidad de captar con Vicente Feliú como protagonista. No hago un homenaje póstumo: el Tinto partió “a buscar, a seguir”.