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Este 2025 celebramos el centenario de Celia de la Caridad Cruz y Alfonso, que nació en La Habana el 21 de octubre de 1925. Para Cuba y para el mundo es y será, sencillamente, Celia Cruz, la reina, con su vibrante ¡¡azúcar!!
Apenas un par de días después de llegar a Nueva York, me topé con la noticia. Fue en una escala, revisando el teléfono, cuando leí una publicación de la musicógrafa cubana Rosa Marquetti: estaba programado un concierto homenaje, CELIA VIVE, en el Central Park, y la casualidad me hizo coincidir con este evento.
El cartel anunciaba figuras de la música cubana dentro y fuera de la isla. Allí estarían Issac Delgado, Alain Pérez, Aymée Nuviola, Lena Burke, Melvis Santa y Brenda Navarrete. No había dudas: no me lo podía perder.
Desde que aterricé en esta ciudad no he dejado de caminar y fotografiar. Nueva York es una avalancha de rostros, lenguas, acentos, contrastes.
Para llegar al homenaje decidí hacerlo a pie, como una manera de seguir conociéndola. Google Maps me marcaba una hora de recorrido: quince cuadras por la Quinta Avenida, pasando frente a la Catedral de San Patricio, doblar en la 57 y tomar la Sexta —la Avenida de las Américas— hasta desembocar en el Central Park.
En la búsqueda previa me encontré con un dato que me estremeció: cuando Celia murió, en 2003, su féretro recorrió la Quinta Avenida en un cortejo fúnebre antes del funeral en San Patricio. Una carroza tirada por caballos blancos atravesó unas 30 cuadras. Sin saberlo, y por azar o destino, estaba haciendo un camino parecido.
La ruta me regaló otra sorpresa. Justo en la esquina de la Sexta y la calle 59, donde debía entrar al parque, se alza imponente la estatua de José Martí, flanqueado por Simón Bolívar y José de San Martín.
Me dirigía a un homenaje a Celia Cruz y, antes de llegar, me recibía el más universal de los cubanos. Cuba en mayúsculas: Martí y Celia, dos hijos ilustres, protagonistas también de esta ciudad que condensa razas, culturas y credos.
Atravesé medio parque hasta llegar al Rumsey Playfield, escenario donde Celia se presentó por última vez en Nueva York, en 2001. Allí tendría lugar el homenaje, como parte del SummerStage, el mayor festival de artes escénicas al aire libre que cada verano agita el Central Park.
El lugar estaba repleto. Imaginé que predominaría el público cubano y latino mayor de 50, gente que quizás la vio en vivo, pero el mosaico era mucho más amplio: sí, había cubanos, y muchos latinos, pero también asiáticos, europeos, estadounidenses de todas las edades, y una multitud de jóvenes que bailaban junto a veteranos melómanos.
La orquesta, impecablemente vestida de blanco, formada por músicos latinos, entre ellos la leyenda del tres, el boricua Nelson González, el segundo tresero de Fania, que trabajó durante mucho tiempo con Celia, abrió la tarde-noche.
En una pantalla gigante se sucedían fotos y videos de Celia, con artistas, presidentes y personalidades de todo el mundo. Siempre su sonrisa, siempre la energía intacta, como si en cualquier momento fuera a entrar al escenario.
Melvis Santa, al piano, y Brenda Navarrete, en los tambores batá, marcaron el arranque. Luego vinieron Alain Pérez con su carisma, Lena Burke haciendo honor a su apellido, a su abuela Elena y su madre Malena; Aymée Nuviola incendió el escenario con su potente voz y cubanía, además de interactuar con el público para hacernos sentir en familia.
Frente a ellos, gente de todas partes del mundo homenajeando a la inmensa Celia Cruz.
Aymée dio paso y presentó con emoción a Issac Delgado. En la pata del escenario, Issac y Aymeé se fundieron en abrazo. Luego de la actuación del Chévere de la Salsa, todos juntos cerraron cantando el famoso tema “La vida es un carnaval” ante un público emocionado, eufórico, bailando y coreando.
Al final del concierto pude colarme en los camerinos y me encontré a Issac. Le comenté lo sentido que me parecía eso de que todos los cantantes fueran cubanos, pero unos viniendo de Cuba y otros de EE. UU., y verlos hacer esta fiesta juntos en el escenario.
“Somos de distintas generaciones, de distintos pensamientos, de diferentes partes (unos vivimos en Cuba y otros acá), pero somos hermanos de una misma tierra y Celia nos unió”… Y señaló al cielo.
Gracias Kaloian, sinceramente, GRACIAS así de grande. Me traladastes a esa ciudad donde estuve 8 meses de mi inicios de vida; allí se unieron en matrimonio mi madre y mi padre, en la Babel de hierro, en uno de sus cementerios reposan los restos de mi padre; allí mi mamá alcanzó la especialización en odontología infantil…en fin, me debo una visita (algo en extremo difícil) y espero que Dios y la vida me ayuden; pero las GRACIAS ASÍ DE GRANDE, están dadas además, pues crecí escuchando a Celia, al Beny, a Blanca Rosa Gil, a Olga Guillot; a la Sonora Matancera, al Conjunto Casino; a Chapotin y a tantos gigantes de la música cubana y universal, que solo me falta acceder a los videos de ese concertazo para completar el viaje en homenaje a nuestra Celia. Gracias