Entre los cerca de 2000 volcanes, activos o inactivos, que se distribuyen por el planeta Tierra, hay pocos tan conocidos como el Vesubio. Se hizo célebre desde la Antigüedad, por ser responsable de una gran catástrofe que cobró la vida de miles de personas en las ciudades romanas de Pompeya y Herculano, al sur de la actual Italia.
Ocurrió el 24 de agosto del año 79 d.C., cuando el Monte Vesubio escupió rocas encendidas a una altura de hasta 30 kilómetros, lava, cenizas… y sepultó esas ciudades a su alrededor.
Por entonces era desconocido que el Monte Vesubio –mítico por ser punto de partida de las hazañas liberadoras del célebre gladiador Espartaco– era un volcán. De ahí que los primeros registros de la catástrofe la identificaron con un severo castigo de los dioses.
No era para menos. Se trataba de la erupción de uno de los más violentos volcanes de los que se tengan datos fehacientes en la historia de nuestro planeta. Durante más de un día fluyó la avalancha de gases venenosos volcánicos, materiales sólidos y aire atrapado de hasta 1000 grados de temperatura.
Fue Plinio el Joven el único testigo ocular que registró lo sucedido. Estaba a 35 kilómetros de distancia de la montaña. A pedido del historiador Tácito escribió sus impresiones en una serie de cartas:
“La nube surgía sin que los que miraban desde lejos no pudieran averiguar con seguridad de qué monte, mostrando un aspecto y una forma que recordaba más a un pino que a ningún otro árbol. Pues tras alzarse a gran altura como si fuese el tronco de un árbol larguísimo, se abría como en ramas; yo imagino que esto era porque había sido lanzada hacia arriba por la primera erupción; luego, cuando la fuerza de ésta había decaído, debilitada o incluso vencida por su propio peso se disipaba a lo ancho, a veces de un color blanco, otras sucio y manchado a causa de la tierra o cenizas que transportaba. A mi tío, como hombre sabio que era, le pareció que se trataba de un fenómeno importante y que merecía ser contemplado desde más cerca.”
El tío al que se refiere es Plinio el Viejo, considerado el mejor naturalista de la Antigüedad. Se acercó tanto al siniestro natural, con la vocación de observarlo y probablemente para socorrer a las personas que corrían peligro, resultó muerto también, probablemente asfixiado por los gases y las cenizas.
Casi 2000 años después de la gran erupción el Monte Vesubio hoy es un Parque Nacional. Junto a las ruinas de la ciudad de Pompeya, descubiertas en el siglo XVIII, el Monte Vesubio es uno de los destinos turísticos más visitados de Italia.
El Vesubio, que en los días de su erupción era un monte más alto tiene hoy una altura de 1281 metros y sigue siendo considerado un peligroso volcán. La última erupción se registró el 18 de marzo de 1944 y murieron 26 personas.
Aunque hoy el Monte Vesubio no deja de significar un potencial riesgo para alrededor de 3 millones de personas que viven en pueblos y ciudades cercanas, como la imponente ciudad de Nápoles, con el desarrollo de la tecnología, ya es posible detectar una erupción quince o veinte días antes de que se produzca.