Aunque viví unos cuantos años en La Habana, en un tiempo solo me movía por barrios aledaños al mar. Me adentré en otros lugares a partir de que mi amiga Helen Hernández Hormilla me regaló En la Calzada de Jesús del Monte, primer libro del poeta cubano Eliseo Diego (Cuba, 1920-México, 1994).
“En la Calzada más bien enorme de Jesús del Monte / donde la demasiada luz forma otras paredes con el polvo / cansa mi principal costumbre de recordar un nombre / y ya voy figurándome que soy algún portón / insomne / que fijamente mira el ruido suave de las sombras / alrededor de las columnas distraídas y grandes / en su calma.
Cuánto abruma mi suerte, que barajan mis días/ estos dedos de piedra / en el rincón oculto que orea de prisa la nostalgia / como un soplo que nombra el espacio dichoso de / la fiesta.”
Así comienza este poemario, ícono de la literatura cubana publicado hace setenta años. Tanto me sedujo su lectura que un día me fui a caminar por aquella calzada, rebautizada hace tiempo como Calzada de 10 de Octubre, en el municipio capitalino homónimo.
Aunque ya han transcurrido 14 años, recuerdo haber estado horas recorriendo la larga avenida, tras los versos del Premio Nacional de Literatura y Premio Juan Rulfo. Entonces me enceguecieron la luz y el polvo, como a Eliseo; y noté cómo el intenso sol se colaba entre la antigua magnificencia de los edificios.
También advertí las columnas descascaradas entre el polvo y el humo de los almendrones rugientes y las guaguas; el reguetón saliendo por alguna puerta de las tantas que suelen estar abiertas. No pasaron inadvertidos los largos portales llenos de vendedores ambulantes, vecinos que conversan o juegan al dominó.
Luego conocí más del lugar donde se yergue, la loma de Jesús del Monte, y la parroquia El buen pastor de Jesús del Monte, primera construida después de las murallas que rodeaban la villa de San Cristóbal de La Habana.
En 1723, en las inmediaciones de esta iglesia, fueron ahorcados 11 vegueros por haberse sublevado contra la metrópoli española tras el estanco del tabaco. El mismo lugar fue escenario, años más tarde, en 1762, de las escaramuzas por la defensa de La Habana tras la toma por los ingleses. Y así podríamos dar cuenta de muchos otros hitos.
Hace un par de semanas volví a caminar por la Calzada de 10 de Octubre, por donde el 27 de enero de este año pasó un feroz tornado, que añadió en solo minutos mucho más daño al ya causado por el tiempo y la desidia.
Las escenas de ahora no difieren mucho de las que aún retengo en mi memoria visual, cuando realicé el primer paseo hace ya más de una década. La única diferencia –enorme– radica dentro de mí. Quizás porque ya no soy un imberbe y tengo acumuladas más historia de vida, lecturas visuales y poéticas, puedo entender en otra dimensión los versos de Eliseo, quien escribe un acto de fe y hace foco más en el tiempo, la soledad y cotidianidad de la vida que pasa, también, por esa “calzada más bien enorme de Jesús del Monte”.
CALZDA. JESUS DEL MONTE O
CALZDA. DE 10 DE OCTUBRE ,
COMO TE CAMINE DESDE MI NIÑEZ HASTA ADULTO , JAMAS TE OLVIDARE Y TE IRAS CONMINGO HASTA EL FINAL PUES TE AMO Y EXTRAÑO POR ENSEÑARME LA VIDA QUE APRENDI EN MI HERMOSA Y SINGULAR TIERRA ;
” C U B A “