En muchas grandes ciudades como Madrid, Barcelona, o Buenos Aires, en medio de la aglomeración de los transeúntes, en las calles y avenidas más concurridas… Allí están: son los manteros.
Son vendedores ambulantes pero diferentes a esos callejeros de antaño que andaban pregonando sus productos por los barrios.
Estos ejercen Top manta, como se le ha denominado a la venta ilegal de imitaciones de marcas de ropa, perfumes, anteojos, carteras y otros artículos sobre un mantel en plena vía pública.
En la mayoría de los casos escaparon de la extrema pobreza y la violencia en distintos países de África.
Consiguieron llegar a Europa o América arriesgando sus vidas en muchos casos.
En la mayoría de las casos logran sobrevivir vendiendo desde sus mantas en las avenidas por donde los turistas transitan. Se permitieron soñar -y luchar- diariamente para intentar regularizar su estatus migratorio en los países de acogida. Difícilmente logren un trabajo en la economía formal que les permita estabilidad económica que buscan. Atrás dejaron a padres e hijos dependiendo de ellos también.
La manta es para ellos casi su única opción para sobrevivir en medio de una nueva cultura.
Como “afean” la ciudad y se vuelven “competencia” de los comerciantes que pagan impuestos –ellos no–, son constantemente objeto de expresiones xenófobas, estigmatizaciones y, en ocasiones, abusos por parte de la policía.
Aquí o allá, lo que más los caracteriza es que han aprendido a escapar con sus bultos a cuestas tratando de protegerse de las autoridades.
Al grito de “Agua” salen disparados, protegidos unos por otros: significa que se acerca el peligro. Se alejan, raudos, mientras velan a las patrullas que se acercan o a los agentes de la hacienda pública que pretenden decomisarles lo que están vendiendo. A veces los manteros temen más perder la mercancía que la libertad.
Esta práctica laboral e informal es hoy tan expandida y afincada, que los manteros son constantes protagonistas de conflictos y debates sociales, jurídicos y hasta legislativos en las ciudades donde se asientan.
En España, se recuerda al joven senegalés Mame Mbaye, que en 2018 murió por un infarto en el barrio de Lavapiés, en Madrid, mientras huía de la policía.
En en 2017 nació el Sindicato Popular de Vendedores Ambulantes de Barcelona, desde donde lanzaron una línea de ropa denominada Top Manta, financiada por donaciones para emplear a manteros en el diseño, fabricación y venta de ropa original. En su sitio web se puede leer un manifiesto por la despenalización del top manta:
“Nosotras y nosotros defendemos, por lo tanto, el derecho a la movilidad de las personas que huyen de las guerras o del hambre, de la persecución por razones étnicas, religiosas, de identidad o práctica sexual. También los derechos de quienes simplemente se desplazan, muchas veces con dolor pero siempre cargados de sueños y aspiraciones, en busca de una vida mejor.”
“Estamos empeñadas y empeñados en seguir construyendo sociedades donde nuestras amigas, hijos, madres, vecinos y compañeras tengan siempre la oportunidad de acceder a los bienes y derechos básicos para llevar adelante proyectos de vida dignos. Sabemos que no hablamos en absoluto de utopías, sino de objetivos absolutamente alcanzables”.
usted cree que pasen mas rabajos o sean menos discriminados que los “palestinos” en las ciudades del occidente cubano ?? y que conste,ellos no son de mali,Guinea,etc,etc