En febrero de este año dedicamos un fotorreportaje a Tecnópolis, en Argentina, la mayor feria de ciencia y cultura de América Latina, que desde el año 2011 abre sus puertas de junio a noviembre, con entrada libre y gratuita.
En 2020, como cada año, esa mini ciudad de 52 hectáreas de extensión se preparaba para una nueva temporada y recibir a decenas de miles de visitantes. Sin embargo, la aparición en marzo de los primeros casos de la COVID-19 en Argentina y, con ello, el anuncio nacional de la emergencia sanitaria, hizo que en Tecnópolis se frenara de manera abrupta la organización de decenas de actividades, conciertos, juegos didácticos, exposiciones permanentes y otras itinerantes para la actual temporada.
Así, contra reloj, se transformaron 12 hectáreas (28 000 metros cuadrados) del polo recreativo tecnológico-cultural en un parque sanitario con capacidad para más de 200 camas, distribuidas en 821 habitaciones, con atención médica y contención social las 24 horas del día, los siete días de la semana. El nuevo lugar está destinado para personas contagiadas de coronavirus con síntomas leves, que por diversas razones no tienen las condiciones habitacionales para aislarse.
La apremiante estrategia ha evitado el congestionamiento del sistema de salud de la provincia de Buenos Aires, con una población de más de 16 millones de habitantes.
Fue una labor mancomunada entre el Ministerio de Cultura de la Nación (a quién pertenece el parque), el Ministerio de Salud, el Ministerio del Interior y la Cruz Roja Argentina, entre otras instituciones. En tan solo un par de meses, y previendo la llegada del momento más crítico de la pandemia, lograron diseñar un arduo andamiaje sanitario desde cero, para enfrentar un virus mundial y prácticamente desconocido.
Esto implicó trazar un complejo dispositivo. Además de destinar grandes recursos materiales, se capacitó a cientos de profesionales (personal médico, auxiliares de limpieza, psicólogos, trabajadores sociales y voluntarios) en rigurosos protocolos sanitarios.
Así quedaron organizadas las tres zonas del parque sanitario. En la verde, de menor peligro, descansan y se reúnen los profesionales y voluntarios. La amarilla es el sector de mayor control y más extenuante, porque es donde el personal sanitario se viste con estrictas medidas de bioseguridad: overoles, camisolín, antiparras, pantalla facial, dos pares de guantes, doble barbijo (nasobuco o mascarilla) y botas. Tras cada paso, toca lavarse las manos con alcohol en gel. Al terminar la jornada laboral, tienen que someterse a un circuito para desinfectarse.
En la zona roja residen los “destinatarios”, como se les denomina a las personas internadas, pues no son pacientes, ya que la filosofía del centro es formar parte de todo el diseño sociocultural del parque.
Precisamente, llaman la atención algunos detalles que no hacen de este sitio un hospital. La zona roja está subdividida en varias naves. Ahí se encuentran los albergues para hombres, mujeres, grupos familiares y para géneros no binarios. Esos pabellones y los corredores de circulación llevan nombres de artistas y figuras de la cultura popular argentina, como la cantante Gilda, el automovilista Juan Manuel Fangio, el músico Luis Alberto Spinetta y la mítica Eva Perón.
De los ya mencionados 28 000 metros cuadrados, gran parte son áreas verdes y parques al aire libre. Otros espacios también han sido destinados para el entretenimiento y esparcimiento, con diversas propuestas culturales.
Hay multiespacios socioculturales, con actividades para grandes y chicos, una biblioteca con 12 000 libros, una sala de cine, así como varios televisores que transmiten recitales, series y charlas virtuales sobre ciencia, deporte y música.
Así, Tecnópolis pasó de ser la mayor feria de ciencia y cultura de América Latina a ser un parque sanitario, uno de los centros de salud más grandes del mundo, donde la cultura está al servicio de salvaguardar la vida de una terrible pandemia, que azota a casi todos los países.