Mayormente muestran un panorama sicosocial dominado por la misoginia y el machismo, e incluso algunas llegan a justificar tácitamente la violencia doméstica, las telenovelas turcas se han apropiado de la preferencia de los cubanos consumidores del Paquete Semanal. Las razones de tan marcada preferencia, sobre todo entre las mujeres, tienen que ver con una serie de razones como el cumplimiento de las reglas inviolables del melodrama televisivo y del buen entretenimiento, entre otras estrategias que enumero más adelante.
Habrá que confiar en que las espectadoras cubanas las disfruten críticamente, porque casi todas las telenovelas turcas contradicen abiertamente el discurso oficial de los medios cubanos respecto a la igualdad de género y el fin de la discriminación. Esa divergencia respecto al discurso oficial debe ser la razón por la cual se mantienen fuera de la televisión cubana estatal, y circulan, casi clandestinamente, a través del Paquete, cuyos distribuidores suelen promocionarlas como una de las ofertas más tentadoras.
Con el auge de la industria audiovisual turca, desde principios del siglo XXI, cuando tuvieron que refugiarse en la televisión muchísimos creadores del cine y de otros medios, el país devino, en uno o dos lustros, el segundo exportador mundial de espacios dramatizados televisivos, con una producción media anual de un centenar de series (que ellos llaman “dizi”) comercializadas en alrededor de 150 países.
El boom internacional se confirmó con el éxito mundial (en más de 80 televisoras del mundo entero) de Las mil y una noches, seguida rápidamente por El Sultán, vista por unos 500 millones de espectadores. En 2018, el valor total de la recaudación por la venta de telenovelas turcas se elevó a nada menos que 350 millones de dólares, de modo que no estamos hablando ni mucho menos de un fenómeno local o fortuito.
Semejante éxito, en Cuba y en decenas de países, pudiera explicarse mayormente a través de cinco claves temáticas y de tratamiento que intento explicar a continuación:
- A pesar de que intentan equilibrar conservadurismo y liberalidad (en dosis muy moderadas esta última) las telenovelas turcas se acogen, por lo general, a las estructuras del melodrama de la más rancia estirpe, aquel que se edifica sobre sufrimiento ocasionado por la pasión imposible, además de los tradicionales triángulos amorosos, marcados por la venganza, la culpa, el desengaño y la traición. Esta última suele ocurrir casi siempre entre amigos o hermanos, porque el adulterio aparece raramente, y solo es practicado por los personajes negativos.
Con capítulos muy largos, e interesantes apuntes sociológicos sobre los acuciantes problemas de género en Turquía, a partir de la recurrencia melodramática en la victimización femenina, Mujer es una de las mejores y más realistas que pueden verse actualmente en el Paquete.
Mujer presenta a una joven viuda, sin la ayuda de su progenitora, madre de dos niños, y enferma terminal con una anemia que requiere trasplante de médula. La compatibilidad de donante tiene lugar solo con una hermana menor, sicópata, enamorada de su esposo, y crudelísima. La protagonista debe abrirse camino, sola y a veces rengueando, a través de un bosque de engaños y abandono, en una sociedad que, como se dice muchas veces en los diálogos de la serie, discrimina y subestima a las mujeres, sobre todo a aquellas que viven sin un hombre que las “defienda y represente”.
En Hercai (2019) Mirán y Reyllán, como Romeo y Julieta, pertenecen a dos clanes rivales en un pueblo rural que parece medieval si no fuera por los automóviles y los celulares. El súbito amor de los deslumbrantes protagonistas se ve perjudicado por mentiras respecto al origen de ambos, y el secreteo retrospectivo, junto con las implacables venganzas, constituyen puntos de equilibrio de toda la dramaturgia.
Reyllán es la víctima que requiere el melodrama, aunque Mirán también tiene los ojos inundados durante 80 o 120 capítulos. La muchacha se ve maltratada, física y mentalmente, de todos los modos imaginables por el novio, el primo, el abuelo, e incluso la madre. Y aunque debe decirse que parecen mayoría absoluta las telenovelas melodramáticas que glorifican el machismo (Pajarillos heridos, Cennet, y muchas otras), no todas presentan heroínas cansonamente ingenuas, indefensas y sumisas.
- Otra de las fórmulas para conseguir el éxito consiste en la combinación de melodrama con otros géneros como el drama social (raro), o lo criminal y policiaco (mucho más frecuente. Además, están las grandes superproducciones históricas (El Sultán, Despertar, Kara Sevda) y las infaltables comedias románticas como Amor en primavera, o Habitación 309. Para refrescar incluso el panorama, y alcanzar mayores estratos de público, ahora está saliendo el drama épico-militar Soz, la promesa, colmado de acción física y testosterona.
Desde una historia de delitos, cárcel y corrupción empresarial se desarrolla, Kuzey-Guney Dos hermanos y un amor que recicla la historia bíblica de Caín y Abel, mediante el interminable ciclo de traiciones entre dos hermanos, uno generoso, rubio, altísimo y con unos enormes ojos azules eternamente empañados, y otro malo, corto de talla, muy trigueño, corrupto, egoísta, traicionero, y para colmo enamorado de la muchacha que su hermano amaba desde niño.
También recurre a la espectacularidad gansteril y policiaca Adentro, también protagonizada por dos hermanos, separados desde muy niños. Uno fue secuestrado por un mafioso y lo instruye para que se haga policía, y se infiltre en las fuerzas del orden. El otro hermano tiene formación precisamente, como policía, pero en el primer capítulo se ve precisado a renunciar al título, va a la cárcel y luego se infiltra en un grupo de letales mafiosos que, casualmente, dirige el mismo maleante que secuestró a su hermano pequeño. Porque los guionistas conocen a la perfección las reglas narrativas no géneros como el melodrama y el policiaco.
- Por lo regular se cuentan historias de superación personal, que se atienen a una visión ciertamente romántica sobre la familia y la pareja, un enfoque que suele ponderar el sacrificio personal en pro del interés colectivo y el castigo a los ambiciosos y violentos. Tales valores ancestrales se reciclan a partir de la intención de los guionistas por rehacer películas norteamericanas, series coreanas o narraciones muy antiguas, a las cuales le suministran el suficiente color local para que resulten inconfundiblemente turcas. Vale añadir que tales valores se recrean de una manera pausada, con el sempiterno apoyo de canciones románticas, que subrayan el acercamiento a las motivaciones más recónditas, y elementales, de los personajes.
Una de las mejores, y de las menos convencionales, al menos en su primera fase, fue La novia de Estambul, que presentaba un nuevo tipo de heroína, una artista bohemia e independiente, que se enamora de un potentado pueblerino. El desenvolvimiento de la trama solo conduce a que la emancipada Sureya comprenda finalmente que la verdadera felicidad consiste en renunciar a sus sueños profesionales, y dedicarse a parir y criar hijos, y a cuidar la casa y la familia de su amantísimo esposo. A pesar del desenlace convencional y machista, la serie lograba defender con calor y entusiasmo los valores familiares, la honradez y el perdón.
En Amor en blanco y negro, un muchacho, Ferhat, educado por su tío malvado para convertirse en asesino en serie, se ve precisado a casarse con una médico, Asli, que será la causante de su regeneración moral. A lo largo de la trama, se repite el canon de La bella y la bestia, o La fierecilla domada, hasta que el macho violento y eternamente contraído (interpretado por Ibrahim Celikkol) logra convencer a su compañera, y al espectador, con su detestable filosofía de ojo por ojo, maltrato e intimidación a diestra y siniestra. Conste que él también se ablanda y enternece gracias al influjo de la bellísima, inocente y frágil doctora.
- Un sistema de estrellas bien aceitado propulsa, como en cualquier industria audiovisual que se respete, la producción de telenovelas en Turquía. Los actores y actrices proceden, por lo regular, del mundo de la moda, la publicidad e incluso del deporte, y son seleccionados para que verifiquen la necesaria química entre los protagonistas, a través de un complejo lenguaje corporal capaz de expresar deseos recónditos, y anhelos inconfesables. Recordemos el puritanismo imperante, y por tanto solo existen breves intercambios de caricias entre los personajes. Además, los intérpretes deben acostumbrarse a esta narrativa más bien lenta, llena de pausas significativas que intentan sostener el suspenso momentos antes de las grandes revelaciones.
Independientemente de sus métodos histriónicos, o de sus capacidades, los galanes turcos inundan con sus fotos y poses miles de celulares y computadoras en Cuba. Porque en la Isla ya cuenta con seguidores Burat Ozcivit, cuya telenovela Kara Sevda se vió en 74 países y se tradujo a 50 idiomas; Akin Akinozu, premiado como el mejor actor de telenovelas en 2019 por Hercai; Cagatay Ulusoy, otro de los favoritos por Medecezir y Adentro; Alp Navruz (No sueltes mi mano) y Kivan Tatlitug, que alcanzó categoría estelar con Kuzey-Guney Dos hermanos y un amor, y también fue el desenfadado protagonista de Suhán, venganza y amor, que ahora vuelve a reinar en la carpeta titulada Novelas.
En cuanto a las actrices, pocas son tan populares como Beren Saat, considerada la actriz mejor pagada del país en el periodo 2008-2014; Esli Enver, la ya mitológica novia de Estambul; Osge Gurel, torpe diseñadora de modas en la muy ligera, y a ratos simpática, Amor en primavera; Demet Ozdemir, el rostro más reconocible de Pájaro soñador y Habitación 309; o Fahriye Evcen, actriz alemana radicada en Turquía y casada con el antes mencionado Burat Ozcivit, porque una pareja de la vida real conformada durante el romance que vivieron los intérpretes en la pantalla también puede estimular muchísimo la imaginación del público telenovelero, y así Evcen y Ozcivit integran la pareja más mediática de la mundo del entretenimiento en Turquía.
- También han encantado a los cubanos el exotismo de las costumbres, la elegancia del vestuario y las espectaculares locaciones. En la Isla deben contarse por decenas de miles los espectadores acostumbrados desde ya a cortinillas separadoras con preciosas vistas aéreas o marítimas de Estambul, además de los enormes puentes que unen a Europa y Asia, las mansiones erizadas de objetos dorados y los hoteles lujosísimos. Tampoco existe telenovela turca que se precie, de las contemporáneas, donde no salga un hospital y una estación de policía.
También supimos por las telenovelas que los turcos consumen ingentes cantidades tanto de té como de café, se descalzan regularmente antes de entrar en la casa, y conservan rituales como la petición de mano por parte de los padres, y el gusto por ciertos bailes de origen folclórico. Los galanes regularmente visten cerrados de negro, y caminan con un donaire que asombra a todos los que no sepan de su formación en las pasarelas, mientras que las mujeres se pasan todo el tiempo subidas en tacones de una altura criminal.
Finalmente, hay que decirlo: si el público cubano estaba habituado mayormente a telenovelas brasileñas o colombianas, más próximas culturalmente, ahora las turcas ganaron la competencia, tal vez porque se apartan del sexo y la violencia, o de discursos sociales y políticos. La miseria y los problemas cotidianos suelen quedarse fuera de estas tramas concebidas según las claves de las historias de hadas contemporáneas, con imprescindible final feliz. Qué se puede hacer si el público quiere saber cada vez menos de calamidades y escaseces.
Me encantó la crítica . Hubiera sido perfecta para mi leer el análisis de Amor y Castigo y Paramparca vistas hace 5 años aprox. también por el Paquete Semanal.
Esperemos continúen trasmitiéndolas por la TV cubana por los canales “sin cajita”….
Saludos