Experiencias de vida, inquietudes artísticas, ambiciones profesionales, cuestiones de la realidad cubana, diálogos, reflejos… toda esta información aparentemente caótica converge en un solo proyecto. A través de seis videos que conforman la muestra Disconnected Experiences, Cuba se insertó en el festival Ars Electronica durante casi todo el mes de septiembre.
La idea era reflejar esa conexión “desconectada” que viven muchos cubanos en el país, donde el acceso a internet resulta complejo y las alternativas para enfrentar esa desconexión aun se mantienen pese a la entrada del servicio en el país hace ya algunos años.
El arte y la tecnología son los puntos primarios que enlazan los videos mediante diferentes narrativas, algunas con la estética del videoarte puramente, otras más centradas en la documentalística o el periodismo y otras se valen de una perspectiva más light, como si se tratara de una transmisión en streaming desde las redes sociales.
Así se presentan The solar Moose, Oleaje, Copincha, Chuly Herrera (2017-2021), Expansión de una mente crítica y Autorretrato, que conforman el proyecto seleccionado para participar en el evento, con la curaduría del especialista Nestor Siré.
Disconnected Experiences puede verse de diferentes maneras, pues además de estar “colgado” en la plataforma de Ars Electronica, este “jardín” también se encuentra en la carpeta “!!!Sección ARTE”, en el conocido Paquete Semanal, donde se conforma una muestra alternativa y precisamente curada por Siré, pensada para el espectador online, otro de los propósitos del proyecto.
Así, bien se puede analizar por separado cada video, pese a los puntos de enlace que tienen con la tecnología y las desconexiones digitales del contexto cubano, aunque también pudiera entenderse la muestra en pares, siguiendo las conexiones entre los seis materiales audiovisuales.
Entonces tendríamos The solar Moose y Copincha, el primero a cargo de Javier Montenegro Naranjo y Miguel Alejandro Nicolás Díaz y el segundo creado por Maurice Haedo Sanabria, dos proyectos colaborativos relacionados con la creación conjunta.
Javier Montenegro Naranjo y Miguel Alejandro Nicolás Díaz se encargan de la creación de videojuegos, donde pretenden generar una experiencia de usuario que vaya más allá de la partida para lograr una inmersión del jugador en ese entorno virtual que presenta el juego en cuestión, mientras Haedo plantea con Copincha una comunidad autogestionada y automoderada, interesada en socializar soluciones de beneficio común a través de los usos libres y abiertos de las tecnologías, siempre a través del coworking.
El trabajo en común en materia de tecnología vendría siendo uno de los puertos de enlace de ambos proyectos, presentados como audiovisuales con un lenguaje más formal, como especie de reportajes, si bien los separa el lenguaje del videojuego, en el caso de The Solar Moose, mientras Copincha logra ilustrar parte del proceso creativo habitual con materiales de archivo y digital del proyecto, validando su lenguaje en la experiencia cocreativa.
Por otra parte, Oleaje plantea una relectura, (más bien un descubrimiento) de rutas para conformar una suerte de cartografía fragmentada y simbólica de Cuba, valiéndose de una práctica performática, uno de los lenguajes recurrentes en la obra de Martica Minipunto (Martha Luisa Hernández), quien lleva adelante la idea junto con el artista visual Darien Sánchez.
Edición, narrativa y representación mediante la palabra y la imagen distinguen este mapa que construyen ambos, a través de dispositivos VR (Realidad Virtual por sus siglas en inglés), con lo cual construyen una novedosa experiencia que les permite una mayor expansión creativa y, tal vez, la construcción de una realidad más “real”, —válida la redundancia—, irónicamente desde un mundo virtual e “irreal”.
En esa delgada línea entre lo real y lo virtual, en la interconexión entre ambos mundos, transita la creación de Chuli Herrera, quien, con su material audiovisual, logra hacerse presente con un pie en las redes y otro en el mundo real.
Con la presentación en su video de sus trabajos más recientes desde 2017 con las muestras personales BE ONE, #cronicassentimentales y Como yo puedo, el creador presenta cómo a través de las tecnologías y las redes sociales logra readaptar y transformar fotografías posteadas por personas en ese entorno, para recontextualizarlas con pintores clásicos.
Así trae al presente clásicos como Rembrandt, Van Gogh, Munch, entre otros, de cuyos estilos se adueña para crear “una pintura deudora de los grandes maestros de la pintura que han impactado sobre la memoria visual y la cultura colectiva”, en sus palabras.
Para mantenernos en esa cuerda casi invisible entre lo “real” y lo “irreal”, llega el videoarte Expansión de una mente crítica, donde el creador Bryan J. Romero García tensa aun más ese hilo, proponiendo un universo revelador a través de sus dudas existencialistas, jugando con el concepto de Matrix y omnipresencia divina.
Ese replanteamiento de la conciencia del ser humano y la propia naturaleza de las personas es expresado en voz alta por el propio artista en el video, quien expone el tema en un tono un tanto sarcástico, aunque sin dejar de ser del todo serio, logrando adentrar al espectador en sus teorías, quizás poniéndolo a dudar de más de una cuestión sobre su propia condición como persona.
Dicha muestra podría cerrar este material, pero para estar un tanto más a tono con la idea de Disconnected Experiences, está Autorretrato, de Pavel Méndez Hernández, quien ya por completo busca insertarnos en un mundo interactivo en su video, a partir de la “experimentación con la animación, la videoinstalación, el video performance y el video interactivo, para afectar la percepción del espectador y sus emociones”, precisa el texto curatorial.
Así llegamos a esta experiencia inmersiva en el discurso personal de Pavel, quien maneja su obra en la inmersión del público en un entorno alternativo desde lo audiovisual, trasladándonos a un universo alternativo por completo desde la tecnología, un ardid que si bien está presente en el material de Bryan J. Romero, con Autorretrato la invitación a sumergirnos de a lleno en esta plataforma alternativa se hace mucho más directa.
La muestra en su conjunto nos traslada en un viaje maravilloso por espacio de poco más de media hora, donde tiempo usado por el creador para adentrarnos y conectarnos aun más al entorno virtual, ese nuevo mundo donde ya no pocos habitan y donde cada día son más los que se adentran, con el riesgo (o no) de quedar por siempre atrapados en una realidad alterna, para “escapar” del ambiente que nos rodea.
Desde experiencias (aparentemente) desconectadas, este “jardín” digital permite al usuario explorar cómo los cubanos buscan también escapar o (re)imaginar la realidad, lo cual no resulta tampoco algo tan novedoso, está ahí desde hace tiempo esperando ser (re)descubierto.