Para Patricia Tápanes y Sonia Pérez Cassola,
sin cuya labor silenciosa este gran triunfo
no hubiera sido posible.
Para mi padre, por haberme dado este tesoro
y mi hermano Marcelo, mi mejor compañero de guateques.
6 de diciembre. Corea.
Un real momento histórico.
El repentismo, pletórico,
por la UNESCO se pasea.
Cuba entera lo desea,
Cuba piensa: “¡A ver si gana!”
Y llevó desde La Habana,
como un documento adjunto,
el Expediente del Punto
la delegación cubana.
Punto guajiro o cubano,
el llamado repentismo,
con su verbal virtuosismo,
con laúd en vez de piano,
con clave y güiro en la mano,
con versos de voz sitiera,
en Sudcorea pudiera
convertirse en cultural
Patrimonio Inmaterial
de la Humanidad entera.
La delegación cubana
por Facebook me contactó
para que versara yo
desde otra tierra lejana.
Con una vídeo-ventana,
desde Tokio, en un momento,
y por supuesto, contento,
–¡cómo no lo iba a estar!–
usando mi celular
solté esta décima al viento.
“En la UNESCO se ha logrado
para el repentismo un hito:
ya está oficialmente inscrito,
aunque aún no se haya votado.
El punto cubano ha dado
un salto internacional.
Ya está en la lista final
–lista de muy alto nivel–
representativa del
Patrimonio Inmaterial”.
Allí estaba yo, en pantalla
gigantesca, improvisando,
desde Tokio festejando
este triunfo. La batalla
fue larga donde las haya.
Todo ha sido el resultado
de un largo camino andado
por muchísimos artistas,
tonadistas, repentistas
y músicos del pasado.
También investigadores,
promotores culturales,
y profesores orales
(repentistas-profesores).
Todos son merecedores
de este social agasajo.
Todos, por tanto trabajo.
Todos, por seguirlo haciendo
en silencio, defendiendo
lo cubano desde abajo.
Y hay repique de laúdes,
no repique de campanas.
Y oyen décimas cubanas
en todas las latitudes.
Y hay carnaval de virtudes.
Y hay confetis (sin glamour).
Y hay victoria (sin albur).
Y hay abrazos y suspiros
y altos vítores guajiros
desde Corea del Sur.
Por eso para esta fiesta
(un guateque en otros montes)
ruiseñores y sinsontes
prepararon una orquesta
(nunca hubo otra como esta)
en la montaña y el llano.
Y en terreno tan lejano
al son de tiples y claves
cantaron todas las aves
“Yo soy el punto cubano”.
Fiesta del punto guajiro,
aquelarre musical.
Risas de palma real
Y verdísimo suspiro.
Llegó el sabor del retiro
al suelo sudcoreano.
Cantó el caimán antillano
envuelto en nuestra bandera
(su tricolor guayabera)
“Yo soy el punto cubano”.
Guateque. Fiesta del tres.
Entusiasmo del laúd.
La décima en un alud
de musical sencillez.
Habrá un antes y un después,
un principio y un final
y una explosión musical
de lírico cromatismo
ahora que es el repentismo
Patrimonio Inmaterial.
La delegación cubana
vía Facebook me contó
algo que allí sucedió
y no pasa ni en La Habana.
Me dicen que, en caravana,
de una educada manera,
y antes de que se tuviera
permiso para votar
comenzaron a llegar
poetas con guayabera.
Dice la Delegación
que ocuparon sus asientos
sin ruido, sin aspavientos,
con guajira educación.
Allí, Chanito Isidrón.
Allá, el Indio Naborí.
Justo Vega por aquí.
Adolfo Alfonso a su lado.
Marín Silveira sentado.
¿Y aquella es Celina? ¡Síiii!
Ramón Veloz. Joseíto.
Juan Pagés. Pablo León.
La Calandria. Riverón.
Luis Gómez y Manolito.
Colorín (muy despacito,
porque ya está muy mayor).
Despierto, el Madrugador.
Pablo Marrero fumando
y Patricio Lastra hablando
sobre el Bando Tricolor.
Luego Angelito Valiente
le preguntó a Clavelito
dónde se hallaba Chanchito
para sentarse de frente.
Junto a Chanchito, Clemente
y con él, Tuto García.
Sergio Mederos había
dicho “yo no podré estar”
pero no pudo aguantar
las ganas de canturía.
Los Guambines, por supuesto,
entraron y se sentaron
y sentados invitaron
al Jilguero con un gesto.
Raúl Rondón cogió un puesto
al lado de Pipo y Mima.
Y entraron en aquel clima
de décima improvisada
los dos hermanos Quesada,
(gran tonada y mejor rima).
Bernardo Cárdenas Ríos
entró junto a Tacoronte
hablando sobre el sinsonte,
las palmas y los bohíos.
El Ñato gritó: ¡Los míos!
(estilo Ñato Rubiera)
Y como si aquello fuera
en Madruga, sin permiso,
entró Rigoberto Rizo
con su mejor guayabera.
Y entró al guateque cubano
en tierra sudcoreana
también Luisito Quintana,
con Julito y Emiliano.
Juan Antonio alzó la mano
y llamó a Irán Caballero
Incluso, Kiko el Cochero,
entró y ocupó un lugar
con Jesusito y Omar
al lado del Casimbero.
Héctor Gutierrez llegó
con su colega Aramís
y Leandro –qué feliz–
con Oniesis se sentó.
Marcelo Díaz llegó
con Robertico y Jovier.
Y Alonso Pino al saber
lo bueno que era el programa
pensó: “Qué pena, Guillama,
que esto no lo puedas ver”.
Luego, Manolo Soriano
llamó a Rafael García
y José Manuel quería
darle a Murguita la mano.
Mongo y Acanda temprano
buscaron a Barbarito
Torres, quien le había escrito
al viejo Rodríguez Peña
y Peña le hizo una seña
feliz a Castellanito.
Laguardia con Radeunda
y María del Carmen Prieto
entraron cantando El Reto
con una ilusión profunda.
María Victoria secunda
a Pancho Amat con el tres.
Y con guajira altivez
los hermanos Aguiar
se pusieron a tocar
junto a Ramón Avilés.
Y cuando estaban sentados
todos nuestros repentistas,
músicos y tonadistas,
respetuosos y callados,
llegaron los esperados
ritos de la votación.
Cuenta la delegación
que hubo un silencio profundo
y que casi todo el mundo
prestó una enorme atención.
Una enorme expectativa,
un momento de emoción.
Toda la delegación
con la piel en rima viva.
Dicen que ni una diatriba.
Dicen que todo jovial.
Y en la votación final
se oyeron un ¡Sííííííí!, ¡ouiiiii!, ¡yeeees!
¡El punto cubano es
Patrimonio Inmaterial!
Y aunque nadie se lo crea,
al son del tiple y el güiro
se armó un guateque guajiro
en medio de Sudcorea.
¡Qué bueno! ¡Qué gran idea!
(en inglés y en coreano).
Y de pie, alzando la mano,
como quien muestra un tesoro
todos cantaron a coro
“Yo soy el punto cubano”.
El punto, arte tan complejo
de lo hispano y lo yoruba,
es un reflejo de Cuba,
es un auténtico espejo.
¿Quién le diría a mi viejo,
cuándo imaginó mi hermano
que en suelo sudcoreano
se iba a oír alguna vez
en español y en inglés
“Yo soy el punto cubano”?
“Yo soy el punto cubano
que en la manigua vivía”,
cantó Celina en su día,
con Reutilio de la mano.
Pues bien: ese arte tan sano,
tan nuestro, tan natural,
esa poesía oral,
ese canto caminero,
ahora es, para el mundo entero,
¡Patrimonio Inmaterial!
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