El repunte del coronavirus es tan dramático que muchos estados contemplan la posibilidad de cancelar todas las festividades navideñas y ordenar el confinamiento absoluto en esas fechas.
Solo este jueves se detectaron en Estados Unidos 180 000 nuevos casos y se produjeron 2000 muertes. A inicios de semana, el país comenzó a registrar más de 100 000 diarios, prueba de que la tercera ola del virus sigue su propagación descontrolada. Ante ello, se introdujeron nuevas restricciones y ahora los estadounidenses sopesan cómo celebrar el Día de Acción de Gracias. Por lo pronto, el Centro de Detección y Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés) ha recomendado no viajar y ni siquiera reunirse en familia.
Más de una docena de estados, incluidos New Hampshire, Maryland, Colorado y Montana, batieron récords diarios de casos esta semana. Solo en Georgia hubo un retroceso.
Según datos oficiales, en el estado de Washington, el gobernador Jay Inslee anunció el cierre del servicio de los restaurantes dentro de sus instalaciones hasta el 14 de diciembre. También limitó el comercio minorista en las tiendas al 25 % de ocupación. Los gimnasios cerrarán por completo. La decisión se toma poco después de que Illinois hiciera lo mismo. En Chicago ya hay una orden de quedarse en casa, que durará 30 días, hasta las Navidades. La alcaldesa Lori Lightfoot dijo que se trataba de frenar un gran aumento de fallecimientos.
En Colorado, el gobernador Jared Polis devolvió a su estado a la fase 1, ya que 1100 personas fueron hospitalizadas. El gobernador espera aumentar la capacidad de las camas de los hospitales en al menos un 50 % y pidió a los hospitales que continúen planeando convertir las camas médicas y quirúrgicas en camas de Unidades de Cuidados Intensivos.
En Michigan, donde los funcionarios dijeron que el aumento de los casos podría llevar pronto a las 1000 muertes semanales, la gobernadora Gretchen Whitmer proclamó una nueva orden, que cierra parcialmente los restaurantes, bares y escuelas. También limita las reuniones familiares, suspende los deportes organizados que no son de nivel profesional o universitario y extiende la obligatoriedad de máscaras para reuniones en interiores y exteriores.
“Estamos viendo más casos en más lugares que nunca”, dijo el Dr. Tom Frieden, exdirector del CDC bajo el presidente Barack Obama, a USA Today.
Más de 60 000 estadounidenses están hospitalizados con el virus, y Frieden predice que esa cantidad aumentará a al menos 100 000 en el próximo mes. “Desafortunadamente, eso significa cambiar nuestros planes de Acción de Gracias”, dijo Frieden, quien recomienda que las personas no viajen durante esas fechas y eviten los espacios interiores abarrotados.
“Viajar de un lugar a otro, reunirse adentro con muchas familias durante mucho tiempo sin máscaras, esa es una fórmula para una explosión masiva”, sostuvo. “A menos que cambiemos nuestros planes de Acción de Gracias, me temo que vamos a tener una Navidad muy poco feliz”.
A medida que aumenta el número, también aumenta la carga emocional. Los trabajadores de la salud están sintiendo el golpe, ya que el virus solo empeora.
“Todos sienten que han corrido un maratón. Ahora nos piden que nos transformemos en ‘hombres de acero’, y estamos agotados”, enfatizó la Dra. Michelle Prickett, del Northwestern University Hospital.
Por eso, personal médico y de enfermería no entiende que los gobernadores de Texas, Florida y Dakota del Sur no tengan planes de cerrar sus estados mientras la tercera ola de casos de coronavirus azota el país.
El gobernador de Texas, Greg Abbott, dijo en una entrevista que no habrá “más encierros” en el estado y quiere concentrarse en “trabajar para curar a los que tienen COVID” para que puedan dejar los hospitales y volver a sus rutinas, informó el Texas Tribune.
Un portavoz del gobernador dijo a NBC News el miércoles que el plan de Abbott para frenar la propagación del virus se sostienen en “las cifras de hospitalización basadas en datos que utilizan los médicos y los expertos médicos”. Hasta el miércoles, Texas tenía más de 1.1 millones de casos y 20 274 muertes relacionadas con el coronavirus. En las últimas dos semanas hubo un aumento del 47 %.
Por su lado, el gobernador de la Florida, Ron DeSantis, confirmó que no va a ordenar un cierre porque no quiere “lastimar a las familias que no pueden permitirse refugiarse en sus casas durante seis semanas”, según un comunicado que su oficina envió a la estación local WPEC. “Especialmente por un virus que tiene una tasa de supervivencia del 99,8 %”, concluyó.
El gobernador ha sido muy criticado por su respuesta al virus. En marzo, recibió críticas después de haberse negado a ordenar el cierre de las playas en todo el estado, mientras los estudiantes universitarios acudían en masa a la Florida para sus vacaciones de primavera.
Solamente en abril ordenó el confinamiento casero. El estado pasó a la fase 3 de su plan de reapertura en septiembre, lo que permitió que las empresas abrieran y eliminó las limitaciones a las reuniones. Para colmo, en la Florida el uso de la máscara no es obligatorio.