Hoy jueves, 18 de febrero, Barack Obama anunció su visita a Cuba el próximo mes de marzo, los días 21 y 22. Este paso llevará la relación política del Presidente estadounidense con la Isla a su máxima expresión, inimaginable 11 años atrás cuando el entonces aspirante a un puesto político comenzó sus pronunciamientos entorno al país caribeño.
Next month, I’ll travel to Cuba to advance our progress and efforts that can improve the lives of the Cuban people.
— President Obama (@POTUS) February 18, 2016
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“Algunas cosas están más allá de mi control. Por ejemplo, toda esta controversia acerca de Jay-Z yendo a Cuba – ¡es increíble! Tengo 99 problemas y ahora Jay Z es uno de ellos”. Así se coló el nombre de la Isla en el discurso cargado de humor que Barack Obama ofreció allá por el 2013 durante la cena a los corresponsales de la Casa Blanca, una ocasión en que bromeba acerca de temas de actualidad, de las ocurrencias de sus opositores y, ese año, de la legalidad del viaje del rapero Shaw Corey Carter junto a su esposa, la cantante Beyoncé Knowles.
El nombre de un pequeño país que en poco tiempo se volvería tendencia en los medios norteamericanos apenas resonaba por entonces en la agenda política del presidente de los Estados Unidos de América, aunque unos meses más tarde, en Miami, el mandatario declaraba al Bloqueo fuera de lugar.
“La noción de que la misma política que instalamos en 1961 sería de alguna forma efectiva hoy en día, en la era de Internet, Google y los viajes mundiales, no tiene ningún sentido.”
Era el 8 de noviembre. Un mes más tarde, Obama estrecharía manos con el presidente cubano Raúl Castro en el memorial en homenaje al entonces recién fallecido líder sudafricano Nelson Mandela. La cuestión cubana era un problema en busca de solución en la mente de 44to Presidente de los Estados Unidos mucho antes de que Beyoncé y Jay Z conmocionaran La Habana.
Ya en diciembre de 2003 había respondido un cuestionario donde le preguntan si apoyaba la Ley Helms-Burton. Por entonces contestó: “no, esa legislación solo convierte a nuestros aliados en adversarios y perpetúa una política exterior en solitario”.
“Creo que la normalización de las relaciones con Cuba ayudaría al oprimido y empobrecido pueblo cubano, al mismo tiempo que preparara el terreno para un gobierno más democrático, una vez que Castro inevitablemente deje la escena.”
Un mes más tarde, ya en un año electoral, el candidato a senador por el estado de Illinois comentó sus opiniones acerca de la política hacia Cuba. Había una cámara grabando. Ver en YouTube a un Obama diez años más joven (y sin canas) hablando de eliminar el bloqueo es una especie de dejá vú que durante los siguientes años siempre pareció una promesa incumplida.
Hablaba de cómo Estados Unidos debía asegurar que los países en desarrollo provean sustento a sus poblaciones y tengan “una estructura básica de gobierno para su gente, que sea estable y segura”. Concluía así:
“El embargo cubano ha fracasado en proporcionar de alguna forma un aumento de los niveles de vida y ha exprimido a los inocentes en Cuba y absolutamente fracasó en el intento de derrocar a Castro, que ahora ha estado allí desde que nací. Así que, para nosotros, es hora de reconocer que esta política en particular ha fallado.”
¿Qué representa una isla en el Caribe para un candidato a senador en Chicago? ¿Qué valor tiene para un Presidente que ha visto retroceder las relaciones de Estados Unidos con Rusia, que capitanea una complicada relación con China y busca dejar el mayor acuerdo de libre comercio de la historia? ¿Por qué es Cuba descrita por la Administración Obama como la palanca para reimpulsar y mejorar las relaciones de su país con el resto del Hemisferio Occidental, con una América Latina más estable pero incómoda para los diplomáticos de Washington? Son preguntas que tendrán respuesta, quizás, en el futuro.
Los pronunciamientos del legislador estadual aspirante a senador fueron diferentes a los del candidato presidencial que buscaba hacerle sombra a Hillary Clinton y luego a los del presidente en su segundo y último mandato.
En mayo de 2008, todavía en batalla electoral contra su futura Secretaria de Estado, Obama prometió ante la Fundación Nacional Cubano Americana mantener el embargo. “Nos provee con un nivel de presentar al régimen con una clara opción: si dan pasos significativos hacia la democracia, comenzando con la liberación de todos los presos políticos, daremos pasos para empezar a normalizar las relaciones.”
Once meses después, en Trinidad y Tobago, el estrenado nuevo Presidente de los Estados Unidos conoció cara a cara a muchos de los aliados regionales de Raúl Castro en su primera Cumbre de las Américas. Allí tuvo que dejar claras sus intenciones y lo que esperaba en el camino:
“Estados Unidos busca un nuevo comienzo con Cuba. Sé que hay un largo camino que recorrer para superar décadas de desconfianza, pero hay pasos fundamentales que podemos tomar hacia un nuevo día.”
“Durante los últimos dos años, he indicado, y lo repito yo, que estoy preparado para que mi Administración se relacione con el gobierno cubano en una amplia gama de temas…, desde drogas, migración, y asuntos económicos, derechos humanos, libertad de expresión y reforma democrática.”
“Ahora déjenme ser claro, no estoy interesado en hablar por el simple hecho de hablar. Creo que podemos mover la relación Cuba-Estado Unidos en una nueva dirección”.
Dos días después, con un ejemplar de Las Venas Abiertas de América Latina regalado por Hugo Chávez en su equipaje de vuelta a Washington, el presidente Obama encara a la prensa y a su pasado. Un periodista lo interroga acerca de sus declaraciones anteriores a favor de levantar el embargo. El Presidente Obama se desentendió:
“Miren, lo que yo he dicho y lo que, pienso yo, ha reconocido toda mi administración…es que la política que hemos mantenido por 50 años no ha funcionado en la forma en que queremos. El pueblo cubano no es libre. Y esa es nuestra piedra imán, nuestra Estrella Polar, cuando se trata de nuestra política con Cuba.”
“Es importante para nosotros dejar de pensar que ignorando completamente a Cuba es como vamos a cambiar la política, y el hecho de tener a Raúl Castro diciendo que él está dispuesto a poner a su gobierno a discutir con el nuestro no solo asuntos relacionados con el levantamiento del embargo, sino temas de derechos humanos, prisioneros políticos, esa es una señal de progreso.”
La detención y enjuiciamiento por espionaje del subcontratista Alan Gross en La Habana paralizó cualquier progreso importante. Mientras tanto y a su propio tempo, la Isla comenzó a transformar su economía, cambiando leyes, derogando decretos…
La actualización del socialismo cubano cumplía oficialmente un año cuando sesionó en abril de 2013 otra Cumbre de las Américas, esta vez en Cartagena de Indias, Colombia. Vistas desde el presente, las declaraciones que Obama ofreció allí pueden parecer proféticas.
“Reconocemos que tal vez haya una oportunidad en los próximos años, en tanto Cuba empieza a ver a dónde necesitar ir en orden de proveer a su pueblo del tipo de prosperidad y oportunidad que necesita”.
Las conversaciones secretas entre los asesores de la Casa Blanca y diplomáticos cubanos arrancaron en junio de 2013 en Ottawa, la pequeña ciudad que sirve de capital de Canadá. Cualquier pronunciamiento honesto sobre Cuba era secreto de Estado mantenido con máxima discreción por un puñado de personas.
Pero antes, Beyoncé y Jay Z van a La Habana como turistas culturales, enojan a los anticastristas de Miami y generan una situación lo bastante interesante como para entrar en el discurso más irónico que pronuncia el Presidente una vez al año. Ben Rhodes, uno de los negociadores enviados por Obama, es también uno de sus redactores de discursos desde los tiempos de su primera campaña a la Casa Blanca y seguramente jugó su papel allí también.
Logrado el restablecimiento de las relaciones y con una normalización que avanza más rápido de lo que parece (pero no tanto como quisieran algunos), un Barack Obama orgulloso por el deber cumplido enlista el mejoramiento de los vínculos con Cuba como uno de sus diez logros más importantes conseguidos por su ejecutivo en el 2015.
Pero más allá de cualquier ranking, las proporciones que le otorga la actual Administración (y la campaña de Hillary Clinton) al éxito del acercamiento con Cuba se expresan en uno de los tantos desafíos que lanzó al Congreso en su último Estado de la Unión:
“¿Quieren consolidar nuestro liderazgo y credibilidad en el hemisferio? ¡Reconozcan que la Guerra Fría acabó! ¡Levanten el embargo!”.
Sin dudas que será bien recibido por todo el pueblo cubano en su próximo viaje a la isla. De seguro será el primer presidente de los EEUU al que todo nuestro país le pondrá atención a sus palabras.
IGBORU IGBOYA PA OBAMA.
Que todos los santos que pudiesen existir lo iluminen para que no se deje envenenar por odios y avaricias. Que la normalización sea un día cercano un hecho. Que nos dejen ser lo que nosotros los cubanos decidamos ser. y que Seamos capaces de aprovechar las nuevas oportunidades que se abran.