El más cubano de los escritores estadounidenses, Ernest Hemingway, es redivivo en La Habana por 18 compatriotas con sumo parecido con el premio Nobel de Literatura 1954, quien residió y escribió en la isla por poco más de dos décadas.
Vestidos con bermudas, medias altas, sandalias y coloridas camisas tropicales, tupida barba blanca que enmarca un rostro redondo y rubicundo, los 18 estadounidenses fueron recibidos con algunos aplausos, describió un despacho de la agencia The Associated Press (AP).
Ernest Hemingway look-alikes visit Cuba and some of the late Oak Park native’s favorite places https://t.co/3Ch0APBDy5
— Chicago Tribune Books (@ChiTribBooks) December 8, 2024
El programa de recorridos tuvo su primera estación este sábado en el histórico bar El Floridita, de La Habana Vieja, a donde Hemingway solía asistir a refrescarse con una tanda de daiquirís a mediados del siglo pasado.
Horas antes, el grupo visitó la Finca Vigía donde patrocinaron un juego de béisbol con niños de la zona, una tradición que comenzó el propio escritor que era dado a interactuar con la sociedad cubana, sobre todo con los segmentos más humildes.
“Hemingway empezó esto en 1939 para su hijo Gregory, al que llamaban Gigi. Salió por el barrio y entusiasmó a los niños a jugar al béisbol con su hijo y la tradición continuó”, comentó a la AP uno de los visitantes, quien se identificó como papa Joe Maxy, quien pertenece a la Hemingway Look-Alike Society desde 2019.
Según AP, el grupo también suele llevar medicinas, regalos y juguetes para los jóvenes del municipio de San Francisco de Paula, donde se encuentra Finca Vigía, la residencia a unos 15 km al sureste de La Habana, donde el autor de El Viejo y el Mar viviera desde mediados de 1939 hasta 1960, año en que definitivamente salió de Cuba por presiones de Washington.
La delegación forma parte de la sociedad que cada año suele organizar viajes de este tipo con miembros de distintas partes de Estados Unidos, pero en su mayoría residentes de Florida, indicaron los visitantes a la AP.
Los dobles hemingueyanos están hospedados en otro de los escenarios de la vida cubana del novelista, el hotel Ambos Mundos, a solo unos metros del puerto habanero y donde el periodista y corresponsal de guerra vivió desde 1932.
El hotel hizo las veces de uno de los ángulos del triángulo favorito de Hemingway en la ciudad: El Floridita y la entonces fonda Bodeguita del Medio, donde acostumbraba a deleitarse con el tradicional Mojito cubano.
Otro de los santuarios de Hemingway, igualmente visitado por el grupo de dobles, es el poblado costanero de Cojímar, donde el escritor confraternizaba con los pescadores locales y fondeaba su yate Pilar y donde aún existe el pequeño muelle que el narrador describió en El viejo y el mar.
En Cojímar tuvo la gran amistad del segundo patrón del yate, el canario Gregorio Fuentes, quien acompañó a su “amigo americano” en sus pesquerías en la corriente del Golfo y en sus aventuras en la cayería norte de Ciego de Ávila en busca de submarinos nazis durante la segunda guerra mundial.
Un cubano sato
Hemingway, quien se autodescribía como “un cubano sato”, permaneció en Finca Vigía hasta el verano de 1960, donde concluyó Por quién doblan las campanas y escribió A través del río y entre los árboles, Islas en el Golfo, El jardín del Edén, Verano sangriento, El viejo y el mar y Paris era una fiesta.
Igualmente, en ese año, conoce a Fidel Castro durante la celebración del concurso de pesca que, desde su constitución, llevaba su nombre.
El escritor donó el galardón y la medalla de oro del Nobel a la Virgen de la Caridad del Cobre, la Patrona de Cuba y también de los pescadores, en cuyo santuario de la localidad del Cobre estuvo exhibida por años hasta que un intento de robo obligó su traslado al Arzobispado de Santiago.
Según contó el periodista y escritor argentino Rodolfo Walsh, quien dialogó brevemente con Hemingway a su partida definitiva de la isla, en julio de 1960, el célebre escritor le dijo: “Nosotros, los cubanos, ganaremos… I am not a yankee, you know?”.