Hoy en la noche la novena cubana jugará en Des Moines, Iowa el primer partido del Tope bilateral con Estados Unidos, choque —si se quiere— con matices históricos, pues hace tres lustros que las escuadras antillanas no pisan suelo norteño para este tipo de encuentros.
Soberana tensión domina el ambiente de la armada caribeña tras el abandono de la delegación del lanzador zurdo Misael Siverio, quien inmediatamente ofreció declaraciones que han trascendido en la red, desde su viejo anhelo de jugar en las Grandes Ligas hasta su admiración por el todopoderoso C. C. Sabathia, estelar serpentinero de los Yankees de Nueva York.
Con un hombre menos y la esperanza de que nadie más deje el traje en la habitación durante los próximos días, afrontará el reto de cinco partidos la dirección del plantel, que anunció al diestro avileño Vladimir García como abridor, designación un tanto sorpresiva dada la presencia de Ismel Jiménez y Freddy Asiel Álvarez, supuestamente los ases de la rotación del conjunto dirigido por Víctor Mesa, quien es el único pelotero cubano que ha intervenido en todos los topes, en los diez del siglo pasado como jugador y en los dos últimos en funciones de manager.
De cara a los próximos encuentros, el alto mando también ofreció dos variantes de alineaciones, una frente a zurdos y otra contra derechos, con Dayron Varona, Yulieski Gourriel, Yasmani Tomás, José Miguel Fernández, Lázaro Herrera y Erisbel Arruebarruena como hombres inamovibles.
Quienes sí alternarán serán Edilse Silva, Irait Chirino, Ariel Sánchez, Yunior Paumier y William Luis, mientras que Lorenzo Quintana, Andy Sarduy, Yurisbel Gracial y Yordan Manduley tendrán que esperar por alguna oportunidad en el complejo e impredecible sistema táctico de Víctor.
A propósito del manager, varias son las dudas respecto al criterio de selección utilizado para conformar la nave, responsabilidad que según el propio mentor villaclareño estuvo en manos de la Federación Cubana, pues él se encontraba en Holanda en el Torneo Interpuertos de Rótterdam.
Lo cierto es que, quienes hayan conformado este grupo, a mi modo de ver las cosas, estuvieron algo erráticos e incurrieron en fallos imperdonables teniendo en cuenta que se trataba de una divina oportunidad para dar horas de vuelo a jugadores con perspectivas de futuro, a los que es necesario curtir en topes internacionales.
Tales son los casos del máscara Lednier Ricardo y el lanzador zurdo Ariel Miranda, ambos con rendimiento notable en el pasado campeonato y necesitados de probar su calidad en otro béisbol, con la lógica presión que significa enfundarse en el traje del equipo Cuba.
Sin embargo, se prefirió dar juego a Lázaro Herrera, en el caso de la receptoría, un hombre con 30 años que nadie se imagina como el receptor del equipo nacional cuando los Eriel, Pestano o La Rosa decidan colgar los arreos, algo que sucederá más temprano que tarde.
Posiblemente, de todos los catchers del país, ahora mismo Ricardo es el de mayores perspectivas, junto al avileño Rudelis García y el pinero Luis A. Castro, en caso de que estos logren estabilizar su rendimiento.
El tema de Miranda es tan engorroso como el anterior, pues no estamos sobrados de lanzadores zurdos de calidad. Según especialistas, Siverio es de mejor potencial y ya no lo tendremos disponible, por lo que habrá que continuar con Norberto González y Wilber Pérez, experimentados pero que tampoco les queda mucho por ofrecer.
El espigado zurdo de Mayabeque puede ser una apuesta fuerte para ocupar una plaza en las próximas selecciones nacionales, pero no sirve de nada lanzarlo al abismo sin preparación previa, justo la que debería adquirir en topes de esta envergadura.
Otro tema a destacar en la composición del plantel es la ausencia del relevista Jonder Martínez, uno de los artífices en el campeonato de Villa Clara como refuerzo. Si realmente abogamos por la especialización en el pitcheo, el derecho artemiseño debería integrar todos nuestros equipos nacionales hasta que se evidencie un declive en su rendimiento.
Nadie puede controlar mejor que él las situaciones comprometidas del sexto al octavo capítulo, tal y como se demostró en la postemporada cubana. Experiencia, control y repertorio le sobran para desempeñar esa importante función.
En este caso, no primó ni siquiera el factor “estímulo”, tan cacareado por los directivos del béisbol, pues si alguien merecía un estímulo era Jonder, que tras una temporada para el olvido se enfocó en su preparación y regresó a planos estelares cuando lo ubicaron en el rol que debe ocupar por su edad y años de carretera.