Las relaciones Estados Unidos-Cuba parecen encontrar últimamente varios puntos comunes en los que trabajar sin que ambas posiciones políticas deban cambiar o ceder demasiado.
La última noticia al respecto llega estos días a través de una declaración de prensa del Ministerio de Relaciones Exteriores cubano, donde da a conocer la realización en La Habana de “una reunión técnica de expertos en operaciones de búsqueda y salvamento” de ambas naciones.
Al respecto, el comunicado revela que se acordó, “de forma preliminar, un Procedimiento Operacional para la Búsqueda y Salvamento Aeronáutico y Marítimo (…), el cual será sometido a la aprobación final de los dos gobiernos”.
Con la aclaración de que “las conversaciones se desarrollaron en un clima de respeto y cooperación”, el documento señala la participación de los más altos dirigentes de Búsqueda y Salvamento de ambas naciones, como titulares de sus respectivas delegaciones, así como representantes de instituciones comunes en ambas lados del estrecho.
Esta “reunión técnica” es la tercera que realizan delegaciones oficiales de ambos países en apenas dos meses.
La primera, con respecto al tema migratorio, tuvo lugar el pasado 17 de julio en Washington donde trascendió, por la parte norteamericana, la decisión de otorgar visas de entrada múltiple, válidas por cinco años, a los cubanos que visiten Estados Unidos en carácter de “no emigrantes”.
La segunda, hace apenas unos días, trató sobre “la transportación directa del correo postal”, obstaculizada por el bloqueo estadounidense a Cuba.
Sin más datos que el comunicado del Minrex acerca de esta reunión sobre búsqueda y salvamento aeronáutico y marítimo, puede inferirse que ambos gobiernos intentan acercar posiciones a terrenos donde no se trastoquen demasiado las sostenidas posturas políticas y además se transmita y consiga un clima de normalización en asuntos de mutuo interés.
Con estos acercamientos, Cuba y Estados Unidos parecen concertar una agenda común que, son suerte, ciclópeas voluntades políticas y hasta uno que otro empujón divino, podrían encausar las crecientes opiniones de senadores y políticos norteamericanos del absurdo que representa el añejo paquete de medidas norteamericanas contra Cuba.
Las fronteras marítimas cubano-norteamericanas han sido escenario de numerosos enfrentamientos políticos, desde tráfico de personas y ataques terroristas, hasta éxodos como el de El Mariel en 1980 o la crisis de los balseros en 1994. Asimismo, durante varios años, el robo de aviaciones de la isla hacia los Estados Unidos, o sobrevuelos ilegales a la nación caribeña de naves norteamericanas, han tensado las relaciones de ambos países y reducido al mínimo o a la no existencia los acuerdos de cooperación entre instituciones comunes como los servicios de guardacostas.