Lea Del abrazo al tajazo: viajes de EEUU a Cuba (I)
A partir de la línea fijada en el Memorando Presidencial sobre Seguridad Nacional, firmado en Miami por el presidente Trump el 16 de junio de 2017 –en el que entre otros temas se toca el de los militares cubanos–, el tajazo del 5 de junio de 2019 recae sobre los viajes people-to-people, cruceros, yates, veleros y viajes privados en avión. Según el Comunicado de Prensa del secretario del Tesoro, Steven Mnuchin:
Cuba continúa desempeñando un papel desestabilizador en el hemisferio occidental, proporcionando un punto de apoyo comunista en la región y apoyando a los adversarios estadounidenses en lugares como Venezuela y Nicaragua al fomentar la inestabilidad, socavando el estado de derecho y suprimiendo los procesos democráticos. Esta administración ha tomado una decisión estratégica para revertir el relajamiento de las sanciones y otras restricciones al régimen cubano. Estas acciones ayudarán a mantener los dólares estadounidenses fuera del alcance de los servicios militares, de inteligencia y de seguridad cubanos.
Al colocar a militares y segurosos como si fueran electrones sueltos, queda entre paréntesis el hecho de que estos tributan al Estado los ingresos obtenidos en las facilidades turísticas que administran. Exactamente lo mismo que hacen las cadenas hoteleras ubicadas más allá de su control. Si de lo que se trata es de privar al gobierno cubano de esos dólares, la nueva acción no les prohíbe a los viajeros estadounidenses hospedarse en otras instalaciones que también son de propiedad estatal. Para decirlo de manera gráfica y con un solo ejemplo: se les impide alojarse en el Gran Hotel Manzana Kempinsky, un joint venture de Gaviota con una cadena suiza, pero no en hoteles de Gran Caribe, Isla Azul, Palmares u otras de las empresas no administradas por hombres y mujeres verdeolivo.
Eso lo ratificaron tres días después del anuncio. Respondiendo a numerosas peguntas e inquietudes, la OFAC dio a conocer que las personas sujetas a la jurisdicción de Estados Unidos podían hospedarse “en un hotel no restringido y / o una residencia privada al visitar Cuba utilizando el ‘Apoyo al pueblo cubano’ en la categoría de viajes autorizados”. La nota dice:
Suponiendo que la persona que viaja a Cuba lo haga de acuerdo con los diversos requisitos de la licencia general que se encuentran en la sección 515.574 (Apoyo al pueblo cubano) de la CACR, los términos de esta licencia general no prohíben a los viajeros quedarse en hoteles, siempre que la estadía del viajero en un hotel no implique ninguna transacción prohibida por 515.209 del CACR.
Por otro lado, la decisión del 5 de junio persigue también la “prosperidad de los cubanos y la independencia del gobierno”, pero ya al cancelar la autocertificación, el face-to-face –lo que ocurrió por primera vez en noviembre de 2017–, se produjeron inevitables afectaciones al sector privado, que trata de sobrevivir y prosperar contra tirios y troyanos.
Como se recordará, entonces la OFAC había establecido la obligatoriedad de enrolarse en una experiencia grupal bajo la supervisión de “un empleado, consultante o agente del grupo”, quien debía “acompañar a cada grupo para asegurarse de que cada viajero mantuviera un programa completo de actividades de intercambio educacional”.
Eso afectó el viaje individual, fundamentado en un rasgo/valor de la cultura estadounidense: el papel del individuo en sus propias decisiones, así como la libertad de elegir. La reservación de habitaciones por Airbnb vía Internet ofrecía múltiples opciones para bolsillos de diversa solvencia; los clientes iban directamente del aeropuerto a la casa particular seleccionada por ellos mismos, sin mediación alguna. En Airbnb Cuba llegó a clasificar como el mercado de más rápido crecimiento, el destino más popular no. 9, por encima de destinos como Australia, Alemania, Holanda y Tailandia: 70.000 huéspedes mensuales.
El investigador José Luis Perelló estimó que la ocupación de las viviendas privadas fue del 90% en 2016 y que bajó en los dos años posteriores. El turismo de estancia –es decir, el que alquila y pernocta–, había disminuido un 9% en 2018, a lo que se sumaba una baja en la estadía media de los estadounidenses. Hasta 2017 se quedaban, como promedio, seis días en el país; después, solo tres.
En junio de 2017, un grupo de emprendedores cubanos dirigió una carta al Departamento de Estado, Tesoro y Comercio en la que les recordaban que “la mayoría de los empresarios cubanos considera que las relaciones entre Estados Unidos y Cuba son positivas para sus negocios, y muchos desarrollaron su modelo de negocios bajo esta premisa”.
De acuerdo con estimados, durante el segundo semestre de 2017 los particulares estaban recibiendo alrededor del 31% de los dólares que ingresaban al país por concepto de turismo, entre B&B y paladares, excursiones y otros servicios encadenados. En localidades como Viñales o Trinidad esto es muy notable.
La medida incidió también de manera negativa sobre esa red de servicios a los turistas, incluyendo el alquiler de esos viejos automóviles descapotables en los que los estadounidenses suelen andar La Habana y retratarse. Lo dijo un taxista: “en los últimos dos años, hemos tenido mucho negocio por parte de viajeros estadounidenses. El impacto es enorme para mí. Tengo que pagar por estas piezas en dólares [CUCs]. Si tengo menos ingresos …”.
En cuanto a los cruceros, en general durante los últimos años el arribo de visitantes por esa vía había venido exhibiendo importantes crecimientos. En 2013 llegaron a Cuba 9 380 cruceristas; cinco años después la cifra ascendió en números redondos a 877 000 –es decir, un crecimiento del 43% respecto al año anterior.
En 2017, 23 líneas de cruceros realizaron 706 escalas en nueve destinos cubanos; de ellas, 304 en La Habana, 145 en Cienfuegos y 104 en Santiago de Cuba, los principales puertos de cruceros del país, como se refleja en la siguiente tabla:
2013 | 2014 | 2015 | 2016 | 2017 | 2018 | |
Turistas en cruceros | 9.380 | 19.303 | 28.983 | 220.0 | 613.8 | 877.5 |
Escalas | 82 | 139 | 174 | 291 | 706 |
Fuente: José Luis Perelló: “El turismo en Cuba: cambios y tendencias”.
Los cruceristas procedentes de Estados Unidos también fueron creciendo a ritmos elevados. Esta variante de acceso a la Isla se estaba convirtiendo en la más popular antes de que se le cerrara la puerta.
Según cifras oficiales, en 2018 Cuba recibió 4,7 millones de turistas, de los cuales 800,000 llegaron en cruceros procedentes de Estados Unidos.
Entre el 1 de enero y el 30 de abril de este año (2019) arribaron 142,721 cruceristas provenientes del Norte, un aumento de más del 300% respecto al mismo período del año anterior.
Lea Del abrazo al tajazo: viajes de EEUU a Cuba (I)
Continuará…
Es evidente que el emprendimiento cubano en el área del turismo ha progresado tanto en oferta, servicio y cultura así como en la consecución económica de su desempeño. También en la parte correspondiente al estado y las partes y formas foráneas concebidas para ello. Pero me parece que con el tema EEUU se formó todo una burbuja imaginaria y especulativa, al dar pasos muy cortos en políticas económicas internas y decisiones para nada motivadoras en la política exterior. En otros casos, ni siquiera se movió un dedo.
Debiera ser una obligación del estado atender, proteger y promover los intereses económicos de todos los actores de la economía y tener en cuenta el impacto que las decisiones políticas tendrán sobre principalmente, la economía.
No digo más sobre este diferendo particular porque hay muchos heridos en ambos bandos, y estar en el medio, como mínimo, te califica como cobarde. Penosa situación.
Ahora revisar cifrar para denunciar no sirve de nada, tampoco sirve seguir sin hacer ni tomar decisión alguna en lo interno para contrarrestar la imperiosa necesidad de producir, exportar y aumentar el consumo interno. Ya bastante los economistas cubanos han alertado y expuesto sobre ello pero a oidos sordos aún, pues los últimos decretos en las diversas áreas productivas necesitadas de mayor libertad y fomento, siguen dejando en el fondo de la mina al minero. Con un continuismo así, seguiremos debatiendo lo mismo durante mucho más tiempo.