Mucha de la atención que se le ha dado a Cuba después de la decisión histórica del 17 de diciembre del 2014 del presidente estadounidense Barack Obama de normalizar relaciones con la isla se ha visto dominada por nostalgia por el rico pasado de Cuba: su arquitectura colonial en vías de derrumbe, los carros americanos de los años cincuenta y sus renombrados rones y tabacos.
Las empresas cubanas y estadounidenses más bien deberían mirar hacia el futuro, específicamente, el futuro tecnológico, a la hora de evaluar posibles oportunidades de inversión y de colaboración.
La “economía del conocimiento” de Cuba —producto de su abundancia de licenciados universitarios capacitados, cuyas habilidades y calificaciones técnicas han sido puestas a prueba por carencias materiales y por limitaciones— provee un campo fértil para hacer crecer la cooperación e iniciativa estadounidense-cubanas. Por ejemplo, oportunidades claves existen no solo en el sector aún por desarrollar de las tecnologías de la información y comunicación sino también en la más establecida y avanzada industria biotecnológica.
La anticuada infraestructura técnica de Cuba—la cual incluye acceso y conectividad limitados al internet y uso rezagado de teléfonos celulares y computadoras—les ofrece a los cubanos la oportunidad de dar saltos a una nueva generación de tecnología.
Con una combinación adecuada de “know-how”, equipamiento de alta tecnología y financiamiento, el lánguido nivel del desarrollo digital y de telecomunicaciones de Cuba podría transformarse rápidamente en la vanguardia del siglo XXI—y así avanzar de su actual y casi obsoleta tecnología 2G hacia 5G y la versión 6 del protocolo de Internet (IPv6), y más allá.
Estados Unidos, como socio en lugar de rival, está idealmente situado para proveerle a Cuba la asistencia técnica, las transferencias tecnológicas y el estímulo financiero para convertir a la población y la economía de la isla de rezagadas a líderes.
El pueblo cubano está listo para dar el salto.
“La necesidad es la madre de la invención,” como dice el dicho. En el español cubano, se le conoce como “resolver.”
Los emprendedores de tecnología han surgido dentro del sector privado de ‘cuentapropistas’ (empleados por cuenta propia) en Cuba en el arreglo de teléfonos celulares, la instalación de “apps” y la compilación y distribución de “paquetes” off-line, o sea, telenovelas grabadas, películas, “apps” y otras ofertas que le permiten a los cubanos asomarse al mundo moderno en línea.
Entre la diáspora cubana, también, jóvenes emprendedores están creando sitios web y servicios que pretenden ser negocios sostenibles que pueden ayudar a romper barreras humanas, tecnológicas y de información que aún separan a la población de la isla del resto del mundo. Los sitios de ventas de aviso clasificado Porlalivre y Revolico y sitios de recargas para celulares son ejemplos de esto.
Otra relación provechosa se podría forjar entre los servicios de salud y el sector de la biotecnología en Cuba, que se proyectan a nivel internacional, y las adineradas corporaciones farmacéuticas y de salud estadounidenses que tienen años de experiencia comprobada en los ensayos clínicos y en la introducción de nuevos productos prometedores al mercado.
El desempeño de los médicos cubanos en el brote de cólera tras el terremoto en Haití en 2010 y en la epidemia de Ébola en África Occidental en el 2014 han convertido a los sectores cubanos de salud y farmacéutica en una marca global. Aun así, la habilidad y creatividad de los cubanos necesitan asociarse urgentemente a mejores controles de calidad, sistemas de registro y patentes, y financiamiento. Estas son sin duda áreas en las cual los Estados Unidos pudiera ayudar.
A falta de una eliminación total del embargo, el cual queda en manos de un Congreso estadounidense recalcitrante, las regulaciones estadounidenses modificadas para reflejar la nueva política de Obama hacia Cuba ya facilitan que las compañías estadounidenses puedan proveer telecomunicaciones comerciales y servicios de Internet a la isla, incluso la exportación de computadoras personales, teléfonos celulares, televisores, y equipos de memoria y grabación. También, se permite la formación de ‘joint ventures’ en este sector.
Importantes compañías de tecnología estadounidenses como Google y un sinfín de actores más pequeños ya se ofrecen para ayudar a Cuba a desarrollar su “economía del conocimiento.” El gobierno de Cuba no debería dejar pasar esta oportunidad para recibir una inyección de alta tecnología y “know-how” del país de donde proceden Google, Apple y Uber.
Al extenderle una mano amistosa a La Habana, el Presidente Obama ha abierto una puerta al futuro de la comunicación y la cooperación no solo entre los gobiernos de ambas naciones sino entre sus pueblos, también. La proximidad de Cuba a los Estados Unidos, su economía del conocimiento existente, una diáspora hábil y próspera, y la clase emprendedora emergente de la isla son factores que pueden facilitar esa cooperación.
Las autoridades, emprendedores, y organizaciones sin fines de lucro pueden trabajar conjuntamente para crear una “economía del conocimiento” con beneficios mutuos, al contar con la capacidad creativa de los más inteligentes y los más talentosos de ambos lados del Estrecho de la Florida.
Un esfuerzo concentrado para hacer arrancar colaboraciones e inversiones en los sectores de tecnología y del conocimiento de Cuba no solo es lógico, sino que puede servir de foco de atención para ayudar a traer a las relaciones EEUU-Cuba al siglo XXI de forma contundente. Tal esfuerzo puede beneficiar a ambas naciones, al mundo y, más importante aún, a los pueblos cubanos y estadounidenses.
Seguramente vale la pena intentarlo.
*Carlos Gutierrez Jr. es abogado e inversionista radicado en EE.UU.
Faquiry Diaz Cala es inversionista de origen cubano, actualmente radicado en EE.UU.
Traducción de Anna Kushner.
Muy buen articulo con excelentes ideas. Todo lo que hace falta es que el gobierno cubano las acepten. Como se dice en Ingles; ” It takes two to Tango”. ( Se necesitan dos para bailar el Tango ).
Caramba, luego de leerme “Antes de que Obama aterrice”, ahora si me estoy leyendo un típico texto de Oncuba. Ya desde el primer párrafo, con su colofón en la frase “nostalgia por el rico pasado de Cuba: su arquitectura colonial en vías de derrumbe, los carros americanos de los años cincuenta y sus renombrados rones y tabacos” ya me ubico en que “sitio” estoy.
“La economía del conocimiento” de Cuba —producto de su abundancia de licenciados universitarios capacitados, cuyas habilidades y calificaciones técnicas han sido puestas a prueba por carencias materiales y por limitaciones— provee un campo fértil para hacer crecer la cooperación e iniciativa estadounidense”.
Claro Carlitos Gutierrez y Faquiry, ese capital humano que tan atractivo le pudiera parecer a las grandes farmacéuticas se formó precisamente dentro de ese mismo sistema fallido que ha destrozado todo “el rico pasado” al que se refiere el primer párrafo. Aquellos médicos que en “rincones oscuros” salvan vidas de prójimos desconocidos arriesgando las suyas propia, aquellos científicos que sacrificaron y sacrifican horas-días-años de sus vidas en busca de soluciones a problemas de salud, (originados en la naturaleza unos, y en la maldad humana otros), todo ese capital humano que ha sido el fruto de medio siglo de resistencia.
Lo que sí es una verdad innegable es que ese esfuerzo invertido por nuestro gran vecino en hacernos la vida todo lo mas difícil posible nos obligó a extremar nuestro ingenio y lograr (como quien dice con una lata y un palo) productos como el propio Heberprot-P, con resultados únicos en el mundo sobre un mal, la ulcera del pie diabético, que ningún otro súper laboratorio del 1er mundo ha logrado. Pero no obstante, algo que considero debió de decir el artículo, tan solo para ubicar al lector en el origen de las cosas es que, por solo citar un ejemplo, el centro pionero de la biotecnología en Cuba, el Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología, surgió como respuesta justamente a uno de los tantos ataques bioterroristas que nuestros vecinos tuvieron a bien dedicarnos en aras de ayudar a la democracia en nuestra “tiranizada” isla, la primera epidemia de dengue hemorrágico.
Que el acceso a las tecnologías de avanzadas nos vendría muy bien, eso es indiscutible, no en balde nos han sido negadas por todo este tiempo.
“El desempeño de los médicos cubanos en el brote de cólera tras el terremoto en Haití en 2010 y en la epidemia de Ébola en África Occidental en el 2014 han convertido a los sectores cubanos de salud y farmacéutica en una marca global. Aun así, la habilidad y creatividad de los cubanos necesitan asociarse urgentemente a mejores controles de calidad, sistemas de registro y patentes, y financiamiento. Estas son sin duda áreas en las cual los Estados Unidos pudiera ayudar.”
El párrafo anterior es una verdad desde la inicial mayúscula hasta el punto final. O sea, que en buena lid, en cuanto a cocimientos, un médico de cualquier país del mundo es tan médico como cualquiera d los nuestros, incluso, muy posiblemente uno foráneo pudiera tener más formación y entrenamiento en el uso de las nuevas tecnologías de la salud que el del patio, pero, lo que hace la diferencia en los criollos ha sido la visión humana de la profesión. La devoción, cuasi cristiana, por sentir como propio el dolor ajeno. Y eso ha sido lo que ha dado la “Marca Global”
TonyM: genial aproximacion “desde dentro” a un problema que nos toca resolver a los cubanos. bienvenidos los cambios y la mente abierta entonces, sin mendigar ayuda o aceptar condiciones. hago mias cada una de tus palabras, saludos desde Belgica (donde no precisamente ando de turista, sino de PhD student)