El mar, ¿puente o barrera?

Foto: Raquel Pérez Díaz

Foto: Raquel Pérez Díaz

El establecimiento de rutas marítimas entre EEUU y Cuba parece factible, cuenta con el visto bueno de los dos gobiernos y el interés explícito de varias navieras. De concretarse, los precios de los pasajes y del transporte de mercancías podrían bajar sustancialmente.

Reflotar el ferry que unía a los dos países antes del triunfo revolucionario parecía, hasta el 17 de diciembre, una utopía. Sin embargo, con el giro que han dado las relaciones, ahora resulta un vínculo lógico dado el tráfico que se espera en el estrecho de La Florida.

Uno solo de estos barcos puede trasladar la misma cantidad de personas que media docena de vuelos chárter, ofreciendo un menor precio en los billetes y la posibilidad de transportar mayor cantidad de equipaje, algo que resulta sumamente importante para los cubanos de uno y otro lado.

Imagino incluso la posibilidad de viajar con el automóvil, como ocurre con algunos ferrys en Europa. Sería increíble ver circulando por la Vía Blanca, hacia las playas, autos con matricula de los EEUU, mientras en los parqueos de los centros comerciales de Miami aparecen los Ladas y los Moscovich.

Pero aún habrá que avanzar mucho en el acercamiento entre estos dos países para lograr al menos una relación civilizada de divorciados, como dice Jesús Arboleya. Washington y La Habana tendrán que dar pasos legales para que los ferrys se conviertan de utopía en realidad.

Los barcos de pasajeros necesitan de un gran flujo de personas para ser rentables y eso será difícil mientras EEUU mantenga una ley que prohíbe a los estadounidenses hacer turismo en Cuba. Cierto es que el gobierno de Obama les permite viajar a la Isla pero no pueden hacerlo como turistas.

Los estadounidenses deberán elegir una de las 12 mentiras que les propone su propio gobierno para violar la legislación de los EEUU. Un engaño consentido que en boca de Groucho Marx sería: “estos son mis principios, si no le gustan, tengo otros”.

Realmente resulta muy contradictorio que a la par que se restablecen las relaciones bilaterales entre dos gobiernos, uno de ellos prohíba a sus ciudadanos visitar al otro país. Evidentemente con escollos como esos no se puede hablar de “normalización”.

Los barcos quedarían entonces para los cubanoamericanos y los cubanos residentes en la isla, los cuales podrían llegar a aportar medio millón pasajeros al año si no fuera porque existe una ley, regulación, circular o directriz en Cuba que les prohíbe subir a bordo de los barcos comerciales.

Los ciudadanos cubanos tienen prohibido montarse en barcos comerciales o turísticos. / Foto: Raquel Pérez Díaz
Los ciudadanos cubanos tienen prohibido montarse en barcos comerciales o turísticos. / Foto: Raquel Pérez Díaz

No importa que el cubano en cuestión resida en otro país o tenga otra ciudadanía, tampoco importa si tiene sus documentos en regla para viajar, es decir pasaporte y visa de la nación a la que se dirige. Nada de nada, para entrar o salir de Cuba solo les está permitido utilizar aviones.

Curiosamente, a pesar de la radical apertura que se ha producido en la política migratoria cubana, aún sigue vigente esta prohibición. Es tan irracional que ningún funcionario de gobierno ni de la propia migración ha podido explicarme su utilidad práctica en este momento.

Ya no se trata de un asunto de seguridad porque ningún cubano que tenga su pasaporte válido y una visa de México va a secuestrar el crucero que lo lleva a Cancún. Además, ahora con solo enseñar el carnet de identidad se puede salir a navegar en barco privado durante 3 días.

En Cuba los ciudadanos pueden hacerse a la mar barcos particulares por un máximo de 3 días con solo enseñar su carnet de identidad. / Foto: Raquel Pérez Díaz
En Cuba los ciudadanos pueden hacerse a la mar barcos particulares por un máximo de 3 días con solo enseñar su carnet de identidad. / Foto: Raquel Pérez Díaz

Pero hay que tener confianza en que todas estas aristas se irán limando en favor de los ciudadanos de las dos naciones. Por lo pronto Barack Obama y Raúl Castro han dado pasos inéditos, el mayor de los cuales fue sentarse a negociar sin condiciones previas.

Pero lo cierto es que, aunque no haya exigencias a la contraparte Washington y La Habana, tendrán que adaptar sus legislaciones a la nueva realidad en el tema de viajes por mar y en muchos otros que quedan pendiente tras décadas de leyes y contraleyes.

El transporte marítimo entre Cuba y los EEUU les permitiría a lo cubanos viajar con más equipaje, algo muy importante para ellos. / Foto: Raquel Pérez Díaz
El transporte marítimo entre Cuba y los EEUU les permitiría a lo cubanos viajar con más equipaje, algo muy importante para ellos. / Foto: Raquel Pérez Díaz
Salir de la versión móvil