Se esperaba que las últimas elecciones locales de la segunda década del siglo XXI en el sur de Florida fueran las de menor asistencia debido a la pandemia de coronavirus. Error craso, pero no por la razón anticipada: que la gente no acudiera a los lugares de votación. Los electores fueron al llamado, pero por correo. Por primera vez en los registros, la asistencia fue de 28.23%. Más de la mitad ejerció su derecho al voto por correo.
Lo anterior mostró una participación sin precedentes. Según datos del condado, publicados el día antes de las elecciones, 72.797 republicanos habrían ejercido su derecho por esta vía, 121.414 demócratas, 1.631 indecisos y 50.305 sin filiación política.
Otros muchos residentes prefirieron asistir a los recintos electorales de forma anticipada. Así fue como votaron 29.184 republicanos, 30.317 demócratas, 316 indecisos y 8.253 electores sin filiación política.
“Esto tiene una lectura muy interesante. En las elecciones de noviembre, si seguimos con la pandemia, el voto por correo va a tener su importancia. Va a ser un método masivo a la hora de votar y se va a popularizar”, explicó a OnCuba el analista Herminio Ramos.
En su opinión, esta realidad tiende a reforzarse en un estado como Florida, donde hay más electores registrados como demócratas que republicanos en una proporción de 2 a 1. Tienen la tendencia a rechazar la idea del presidente Donald Trump de que un voto por correo durante una elección presidencial conduce a un fraude masivo que lo sacará de la Casa Blanca. El correo, estima el mandatario, es el origen de su derrota por fraude, no la opinión del elector.
“Tanto los correos como los distritos electorales tienen de aquí a noviembre para reforzar sus mecanismos. Incluso el voto ausente tiene la posibilidad de redimirse de la cantidad de escándalos que ha habido en Miami. Esta vez no he escuchado versiones de las boleteras, ni de fraudes con los votos ausentes”, agregó.
Las boleteras son personas que trabajan para las campañas políticas, sobre todo entre las personas de la tercera edad que no pueden trasladarse a los centros de votación, y que las ayudan a llenar su boleta ausente, muchas veces presionando a favor de su candidato. Hace tres años, el diario El Nuevo Herald hizo una amplia investigación sobre este tipo de fraudes que le valió varios reconocimientos nacionales.
Pero lo que más llamó la atención durante la jornada de ayer fue el hecho de que la mayoría de los ganadores de primarias o elecciones definitivas fueron candidatos anglos, no hispanos. Los hispanos siguen siendo un electorado sólido en el sur de Florida, y desde hace años controlan los puestos electos. Pero en el dia de ayer, al menos en el sector republicano, la mayoría de los candidatos hispanos o no ganaron o no fueron ratificados reconducidos en sus cargos. O tuvieron mucha dificultad en tomar la delantera, como fue el caso de los comicios para la alcaldía del condado Miami-Dade.
La razón pudiera estar en la Casa Blanca. Los republicanos hispanos son grandes seguidores del presidente Trump y el mandatario estaría perdiendo apoyo en el sur de Florida de diversas nacionalidades que no han sido favorecidas por sus políticas, incluso los cubanos, a quienes la política de Trump les ha mermado los contactos con sus familiares en la Isla, así como el apoyo financiero o mercantil. “Los cubanos tienen razones para querer a Trump, pero también para odiarlo. Ahora los vuelos directos están cortados. pero es por la COVID-19, antes también ya lo estaban, así como la limitación del envío de remesas”, enfatizó Ramos.
Hasta ahora los comicios para la alcaldía del condado Miami-Dade no se caracterizaban por ser partidistas, pero su desenlace introdujo esa novedad. El último alcalde anglo terminó su mandato en 1994. Desde entonces todos han sido hispanos, cubanos todos, y han ganado ampliamente contra contrincantes anglos. Ayer un cubano quedó en primer lugar, pero su adversaria le pisó los talones por menos de medio punto porcentual.
El ganador provisional (porque la segunda vuelta será en noviembre) fue el concejal Esteban Bovo, quien obtuvo el 29.29% de los votos. Su rival, Daniella Levine Cava, se contentó con el 28.79%. Pese a la percepción de que el duelo no fue partidista, durante la campaña tanto estos dos como los otros tres que no tuvieron un resultado destacado se involucraron en jugadas partidarias. El más relevante fue Bovo, quien para alegrar el voto cubano fuertemente partidario de Trump, se presentó abiertamente como el único candidato “conservador”. Las dos veces que el presidente viajó al sur de Florida este año, Bovo fue a recogerlo al aeropuerto.
De hecho, Bovo es un seguidor del senador Marco Rubio. Su esposa es empleada de la oficina del senador desde que este era miembro de la Cámara de Representantes de Florida. Nunca ha tenido un trabajo, al menos conocido, fuera de la política pública. Actualmente es miembro de la comisión de concejales del condado.
Levine Cava es una conocida activista comunitaria, también concejal del condado, pero en su primer mandato. Se ha destacado por su oposición al actual alcalde del condado, Carlos Giménez, quien ha ganado la primera vuelta para el distrito federal 26. Se ha asociado con los demócratas y no los rechaza. Los dos han partidarizado estos comicios para la alcaldía.
En medio de todo, en los comicios de ayer hubo una sorpresa más emocional que política. Uno de los candidatos a la alcaldía fue el ex alcalde Alex Penelas, que ocupó el cargo de 1996 a 2004.
Penelas quedó en tercer lugar con menos del 25% pero, a todas luces, pagó el precio de su desastrosa administración. El pueblo no lo olvidó. Uno de lo que considera sus logros fue la aprobación en referendo del aumento de medio centavo en el impuesto a las ventas. La excusa fue destinarlo a mejorar el transporte público. Pero ni este mejoró ni el medio centavo fue usado con ese fin, sino en otros menesteres. Un caso de clara corrupción.
Además, durante su mandato Penelas fue humillado públicamente en la televisión nacional, en vivo y en directo, cuando le dijo a la entonces secretaria de Justicia, Janet Reno, que no iba cumplir con la obligación de ayudar, por ley, al Gobierno Federal a entregarle a su padre el niño Elián González, retenido en casa de sus familiares en Miami. Ambos establecieron un fuerte diálogo en el programa Nightline, de la cadena ABC. Desde entonces hasta el final de su mandato, el político cubano-americano nunca fue el mismo a los ojos de la prensa nacional.
Pero desde que se volvió a postular, Penelas gozó del beneficio de la televisión local de Miami, producida en español, que lo promovió al punto de que apareció en primer lugar en las encuestas. Hasta ayer, el mismo día de las elecciones, las cadenas lo persiguieron durante el día. El asunto cambió casi al final de la noche, cuando las urnas devolvieron la realidad a sus ojos: el electorado no quiso saber nada de Penelas. Siendo cubano-americano sería muy difícil que eso sucediera hace unos años, cuando la consigna electoral era: “cubano vota cubano”.
Ahora votaremos republicanos con Bovo, Jimenez y la gran Maria Elvira con eso nos basta.
Y Otaola pa’l Congreso
Es una competencia de basuras!!!