Dos días después del anuncio de cambios en la política estadounidense hacia Cuba, el gobernador de Florida, Ron DeSantis, criticó la flexibilización implementada por la Administración del presidente Joe Biden.
El gobernador recurrió a los mismos argumentos manifestados por los republicanos cubanoamericanos de línea dura, que han llegado a catalogar la decisión del mandatario como una “traición” a los cubanos y la libertad de la Isla.
DeSantis no aportó un pensamiento innovador ni novedoso, si no que dio el mismo discurso conservador y lineal, tras visitar este miércoles un hospital de Miami.
“Creo que la gente, particularmente en el sur de Florida, entiende que cuando se envía más dinero a la Isla, eso va directamente al bolsillo de la dictadura la cubana. Eso no va a ayudar al pueblo de Cuba a lograr la libertad”, enfatizó.
El gobernador agregó posteriormente en Twitter que el aumento de viajes aéreos a la Isla, ampliados ahora fuera de La Habana, también “llenará los bolsillos” de las autoridades cubanas y no los del pueblo. Pero no fue más allá del posicionamiento político ni manejó alternativas, quizá teniendo en cuenta que las aerolíneas estadounidenses son las protagonistas de esos vuelos, algunas de las cuales han contribuido a sus campañas electorales.
“El plan de Biden para apuntalar la dictadura cubana representa otro fracaso cuando se trata de defender la libertad en nuestro hemisferio. El dinero del ‘turismo’ irá a parar a los bolsillos del régimen cubano y ayudará a fortalecer al gobierno contra quienes buscan la libertad en Cuba”, escribió.
Las declaraciones de DeSantis se suman a las de senadores, congresistas, comunicadores, líderes del exilio y otras personas que han cuestionado los pasos anunciados por la administración Biden, que son observados como un ‘retorno’ a las políticas de deshielo hacia Cuba implementadas por el expresidente Barack Obama.
Estas medidas, sin embargo, han sido celebradas por otra parte de la emigración cubana, grupos y figuras partidarios de un acercamiento con la Isla y por personas en Cuba, al tiempo que el gobierno cubano las consideró “muy limitadas”, aunque reconoció que se trata de “un paso en la dirección correcta”.