Con las relaciones bilaterales en veloz retroceso en el último año tras la llegada a la Casa Blanca de Donald Trump, Cuba y Estados Unidos recuperaron hoy por unas horas la esencia de deshielo durante la inauguración de una estatua del héroe nacional de la Isla, José Martí, llegada desde el país vecino.
El mandatario cubano, Raúl Castro, presidió una solemne ceremonia celebrada al amanecer en La Habana a la que asistieron congresistas estadounidenses y algunos de los ciudadanos de ese país que donaron fondos para la confección de la estatua, una réplica exacta de la que se alza en la zona sur del Central Park de Nueva York.
La figura del héroe independentista, el más venerado de los próceres de la Isla y de cuyo natalicio se cumplen hoy 165 años, ha sido calificada desde ambas orillas como un símbolo de concordia entre los dos países, que se reconciliaron hace tres años tras casi seis décadas de enemistad, y cuya relación vive ahora de nuevo horas bajas.
Martí (1853-1895) vivió durante 15 años en EE.UU –más tiempo del que pasó en Cuba– y según recordó el historiador de La Habana, Eusebio Leal, cuando en octubre llegó la estatua a territorio cubano, “fue el hombre que más conoció, en su tiempo y para todos los tiempos, el carácter, la virtud y la luz y las sombras” de esa “gran nación”.
Este domingo, Leal volvió a aludir al “largo exilio” estadounidense del llamado “apóstol de Cuba”, unos años claves para perfilar su causa independentista.
La escultura es una imponente pieza en bronce de 5,63 metros y 8,5 toneladas de peso cuyo original concluyó la escultora estadounidense Anna Hyatt Huntington con 82 años y para la que pudo haberse inspirado en un cuadro de Esteban Valderrama fechado en 1917 y que ya no existe.
Se trata de la única estatua ecuestre que existe de Martí y también la única que plasma su caída en combate durante la batalla independentista de Dos Ríos.
La Oficina del Historiador de Nueva York ha trabajado durante más de veinte años para traer a la isla esta réplica y finalmente lo logró con el apoyo de la Alcaldía de Nueva York y del neoyorquino Museo del Bronx, que lideró una recaudación de fondos para poder realizar una copia exacta del monumento y trasladarla a Cuba.
A la causa se sumaron más de cien donantes estadounidenses, cubanoamericanos y otros mecenas extranjeros como una anónima mujer mexicana que aportó medio millón de dólares, aunque nunca se ha desvelado cuál ha sido el coste de la estatua.
El lugar elegido en el casco histórico de La Habana para ubicar la escultura tiene “una alta significación”: se erige en el Parque Trece de Marzo, mirando al mar, con el Museo de la Revolución a sus espaldas y cerca del monumento a Máximo Gómez, Generalísimo del Ejército Libertador.
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El alcalde de Nueva York, el demócrata Bill de Blasio, no estuvo presente en la inauguración como se había anticipado, aunque un representante de la ciudad, José Antonio Velázquez, leyó una carta suya en la que afirmó: “Celebramos con orgullo la amistad que nuestra ciudad comparte con Cuba”.
Mientras, Joseph Mizzi, presidente de la Junta de Fideicomisarios del Museo del Bronx, sostuvo que el proyecto “simboliza la imperecedera amistad entre Cuba y Estados Unidos”.
De esta forma los neoyorquinos rompieron una lanza a favor de la normalización entre su país y Cuba, un proceso impulsado bajo el mandato de Barack Obama y frenado ahora por la administración Trump, que ha vuelto a apretar las tuercas a la cúpula cubana al prohibir los negocios con entidades ligadas a las fuerzas armadas del país caribeño e imponer nuevas restricciones a los viajes.
La relación también se tensó tras unos supuestos ataques acústicos sufridos por diplomáticos estadounidenses en la Isla, a raíz de los cuales Washington retiró a la mayor parte del personal de su embajada en La Habana y obligó a Cuba a reducir, a su vez, el número de sus funcionarios en EE.UU.
El de hoy es uno de los últimos actos públicos de Raúl Castro como presidente, ya que el mandatario dejará el poder en abril próximo, cuando el Parlamento resultante de las elecciones del 11 de marzo designe a su sucesor.
Aunque no se ha confirmado oficialmente, se espera que el nuevo gobernante sea el actual vicepresidente primero, Miguel Díaz-Canel, quien también estuvo presente en el acto de este domingo.
También se les vio juntos anoche durante la tradicional “Marcha de las Antorchas”, que cada año convoca a cientos de universitarios en un recorrido nocturno desde la Universidad de La Habana a la Fragua Martiana, el monumento que marca el lugar donde un adolescente José Martí cumplió trabajos forzados como picapedrero.
Este gobierno utiliza a Marti a su antojo primero para justificar su confrontación con los EUA y ahora para jusitificar el acercamiento y para colmo ni lo dejan tranquilo en su lecho de muerte.
Celebraron a Marti entre americanos y cubano-americanos! Y los cubanos? Bien gracias! Parece que el señor Cancio fue uno de los privilegiados, como es la costumbre.