La Ley de Comercio con el Enemigo (Trading with the Enemy Act, TWEA) es una legislación estadounidense de la época de la Revolución de Octubre (1917). Básicamente, otorgó al presidente de Estados Unidos el poder de restringir cualquier comercio entre el país y sus enemigos en tiempos de guerra. En 1933 fue enmendada por primera vez a fin de extender la autoridad del presidente a tiempos de paz. Y en 1977 la enmendaron por segunda vez.
Históricamente, se le ha aplicado a países como Albania, Bulgaria, Cambodia, China, Checoslovaquia, Hungría, República Democrática de Alemania (RDA) y Corea del Norte. A Cuba se le aplicó en un escenario de colisión/confrontación marcado por la nacionalización de las propiedades estadounidenses, Bahía de Cochinos y la Crisis de los Misiles. Esas sanciones de entonces continuaron funcionando en el tiempo y se incrementaron después de la caída del llamado “socialismo real” y del derribo de las avionetas de Hermanos al Rescate, en 1996. Hoy tienen una particularidad interesante: Cuba es el único país tocado por la TWEA una vez que Corea del Norte fue excluida en 2008, cuando el entonces presidente Bush notificó al Congreso su intención de anular la designación de ese país asiático como Estado patrocinador del terrorismo.
Que Cuba esté ahí significa, de entrada, que el gobierno de Estados Unidos no puede autorizar, por ley, importaciones de bienes cubanos a su territorio. Es más: bajo la autoridad de la TWEA, y de la Ley de Democracia Cubana, más conocida como la Helms Burton, y de las regulaciones del Control de Activos Cubanos del Departamento del Tesoro, resulta incluso ilegal que un estadounidense ingrese cualquier producto de origen cubano a Estados Unidos.
Hubo, sin embargo, ciertas excepciones. En 2016, en el contexto del deshielo bilateral entre Cuba y Estados Unidos, la administración Obama anunció varios cambios en esta área. El más notable, y probablemente el mejor recibido por buena parte de los estadounidenses, consistió en eliminar la prohibición de entrar al país ron y tabacos cubanos, normativa vigente desde los días del presidente Kennedy. La propia administración la había flexibilizado un año antes (2015), lo cual permitió que ciudadanos y residentes que viajaban a Cuba mediante los programas people-to-people regresaran a sus hogares hasta con 100 dólares en ron y puros.
Pero, una vez eliminada la normativa por Obama, esos mismos ciudadanos pudieron comprar tabaco y ron cubanos en cualquier lugar donde los encontraran, siempre que fueran para su consumo personal. “Ya estamos viendo lo que Estados Unidos y Cuba pueden lograr cuando dejamos de lado el pasado y trabajamos para construir un futuro más brillante”, dijo la entonces asesora de seguridad nacional de la Casa Blanca, Susan Rice, en un discurso en Washington. “Ahora pueden celebrar con ron y puros cubanos”, bromeó.
Otro tanto ocurrió con el carbón vegetal de marabú, producido por productores privados granmenses y de alta demanda en el mercado. Autorizada por el Departamento de Comercio, a principios de 2017 la empresa Coabana Trading LLC compró 40 toneladas de esa mercancía, convirtiéndose así en el primer producto cubano exportado a Estados Unidos durante más de 50 años. La carga salió de la Terminal de Contenedores del Mariel y llegó al puerto de Everglades, Florida. Este carbón, considerado de excelencia por su alto poder calórico y energético, se produce en Cuba en hornos artesanales que emplean como materia prima residuos de maderas aserradas. Se trata de un producto ecológicamente sustentable que también se exporta a Turquía, Grecia, España, Portugal y otros países.
En septiembre de 2020 el presidente Donald Trump volvió a prohibir a los ciudadanos estadounidenses traer ron y tabacos cubanos y hospedarse en hoteles propiedad del gobierno. “Hoy, como parte de nuestra lucha continua contra la opresión comunista, estoy anunciando que el Departamento del Tesoro prohibirá a los viajeros estadounidenses alojarse en propiedades del gobierno cubano”, dijo en un evento en la Casa Blanca. “También estamos restringiendo aún más la importación de alcohol y tabaco cubanos”.
La Oficina de Control de Bienes Extranjeros (OFAC) del Departamento del Tesoro estadounidense anunció entonces la modificación de las autorizaciones emitidas durante la administración Obama. Su objetivo: excluir la importación a Estados Unidos de alcohol y tabaco de origen cubano. La normativa no solo prohíbe a los estadounidenses que viajan a Cuba la importación de puros y ron, sino también la entrada de dichos productos a Estados Unidos luego de haber sido comprados en la Isla o en cualquier otro país como como Canadá, Reino Unido o México.
Ecos en las redes
Aquellas medidas del deshielo fueron eso: excepciones. Y lo “normal” es lo mismo de siempre. Por eso resulta sorprendente que circulen en internet noticias —originadas incluso en medios digitales— que ignoran las disposiciones legales de Estados Unidos hacia Cuba mencionadas antes.
Por ejemplo, en julio pasado se hizo viral en las redes una supuesta venta de plátanos machos cubanos en la cadena de supermercados Bravo, de Miami, tal y como si fueran importados directamente de las riberas del muy criollo río Cauto.
La realidad es que esos plátanos no venían de Cuba, sino de Guatemala. Frank Silva, el dueño y creador de la marca, posteó en Facebook: “Ni son cubanos ni nada de eso. Son de Guatemala y simplemente creamos esa imagen con una palma real que se ve donde nace el río Cauto porque somos una familia de Palma Soriano”. Luego otro internauta añadió: “lo dice en la caja en letras chiquitas en un costado”. A lo que Silva respondió: “Esa es la parte que nadie lee”.
Pero la rima siguió hacia otros predios. Imbuido tal vez por ese ejemplo y por un entusiasmo más bien pavloviano, otro usuario de Facebook entró un día a un almacén de la cadena Costco, en Miami, y retrató una gran estiba de un “café cubano” marca Mayorga. La imagen le sirvió para soltar todos los demonios, porque sus compatriotas de la Isla “no pueden consumir café” —lo cual ocurre con bastante frecuencia por la escasez del producto en la Isla— mientras su gobierno lo estaba vendiendo en un mercado yuma. Pero esa mezcla de emocionalismo, prisa y desconocimiento, por decir lo menos, le hizo perder de vista al parroquiano dos datos importantes.
El primero es que el café, producido por su compatriota Martin Mayorga, no proviene de la mayor de las Antillas, para decirlo con los sonoros códigos de la prensa cubana. Lo mismo que ocurre, por las razones mencionadas al inicio, con los plátanos Del Cauto. O con el Café Cubita, que se “ensambla” en Miami con materia prima no cubana (“real Cuban gusto, made in USA”, según se promociona en Amazon.com). En este caso específico, los productores del aromático grano, como también le dicen por allá abajo, se exiliaron en Nicaragua en los años 60, hasta que decidieron trasladarse a Estados Unidos. Por eso escriben en la parte de atrás de la bolsa: “Nuestro café orgánico 100% es un homenaje a la cultura y los sabores que Martin aún aprecia, lo cual le trae el recuerdo de su padre y de otros que dejaron atrás a sus gobiernos para encontrar la libertad en Estados Unidos”. Entonces aclaran que este café “se obtiene utilizando cafés de alta calidad de América Latina”.
Pero el segundo dato es todavía más grueso. Habiendo tostado y empacado el producto en Maryland, tierra de padres fundadores como Daniel Carroll y Luther Martin, en esa misma etiqueta un letrero reza con mayúsculas: ESTE CAFÉ NO CONTIENE INGREDIENTES PROVENIENTES DE CUBA, NI ES UN APOYO AL GOBIERNO DE CASTRO.
Nada que hacer.
Por qué no explican que ni siquiera ese carbón lo producen independientes, eso es una gran mentira. En Cuba nadie es independiente, eso lo saben bien quienes tienen que saberlo aquí en los Estados Unidos y ustedes como cubanos que son también debían saberlo. Que manera de hacerle la ola a una pandilla de gente miserable, que en nada les importa la dignidad real del pueblo de Cuba. Acaben de entender que la idea de convencer a los norteamericanos de quitar el embargo no frutificará. La idea, como la tiene concebida la pandilla no es buena para nadie: 1)ni para los cubanos de a pie en Cuba, 2)ni para los cubanos de a pie en el exilio, 3)ni para las empresas norteamericanas.
“También produzco carbón de marabú con un amigo. Es una tarea muy dura porque hay que cortar dos carretas de leña durante una semana, y armar, tapar y cocinar el horno durante otra semana más. Velamos noche y día la cocción”, detalló López, descendiente de familia campesina”. Usted no hace comentarios, escribe manifiestos….
Ese comentario de Pons expresa uno de los principales problemas de las redes. Este articulo, escrito con un foco y una información y un profesionalismo incuestionable, se convierte entonces en objeto de vulgarizaciones, lo cual permite al mencionado opinante lanzar una caterva de opiniones y prejuicios personales. Señor, entérese, aunque con problemas, la iniciativa privada ya está en Cuba. Quítese los espejuelos ahumados. Esto no se lo dice, por cierto, un comunista o una ciberclaria sino un cubano tan antisistema como el que más. Realismo ante todo.