El Gobierno de Cuba llega a la nueva ronda migratoria con EE. UU., que comienza este martes, con bajas expectativas en lo político tras los recientes desencuentros, aunque está convencido de que los contactos en este ámbito son importantes a nivel operativo.
El tema es clave en ambos países, pero desde perspectivas opuestas y por eso difíciles de conciliar. Para Cuba es una sangría demográfica y social sin precedentes y para Washington un asunto candente en año electoral.
La cita sobre migración parte de la rutina de dos encuentros anuales establecida con la llegada de la administración de Joe Biden. Se celebra este martes y miércoles en Washington, con una primera jornada de carácter político y una segunda de carácter técnico.
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Las autoridades cubanas consideran que las relaciones bilaterales se han “enturbiado” en las últimas semanas por el cruce de declaraciones que siguió a las protestas del 17 y 18 de marzo en la isla y por la vuelta a los titulares en EE. UU. del denominado “síndrome de La Habana”.
Este clima lastra las conversaciones, según reconocen en la isla, pese a que señalan que la comunicación funciona en el plano operativo y que estos contactos contribuyen a que la cooperación en migración sea exitosa.
De hecho, el viernes pasado llegó a Cuba el último vuelo de repatriación de cubanos que ingresaron de forma irregular en Estados Unidos, con 16 personas. En lo que va de año suman 325 personas devueltas en nueve operaciones.
Voluntad y crítica
Pese a la coordinación operativa, Cuba no cuenta con ampliar el espacio de diálogo político en torno a la migración en esta ronda de contactos.
El Ejecutivo cubano cree que actualmente no hay voluntad en Washington para mejorar las relaciones bilaterales, especialmente en un año electoral tan incierto para EE. UU. como este.
Denuncian asimismo las acciones de EE. UU. contra las polémicas misiones médicas cubanas y las medidas para impedir la financiación federal de las pequeñas empresas privadas que están surgiendo en la isla.
Biden apostó por la política de máxima presión de Trump con decisiones propias que dañaron seriamente al pueblo de Cuba. Fue incapaz de poner a un lado la política contra Cuba en momentos de máxima necesidad. Ello tuvo un alto costo para nuestro pueblohttps://t.co/HSwhpIC1rG
— Ana Silvia Rodriguez Abascal (@AnaRAbascal) April 12, 2024
Sin embargo, el Gobierno cubano mantiene que el principal escollo en la cuestión migratoria, como en todos los ámbitos de estas difíciles relaciones bilaterales, son las sanciones estadounidenses contra la isla. Argumentan que en este ámbito concreto el bloqueo/embargo incentiva la salida de cubanos del país al perjudicar su economía.
En el ámbito estrictamente migratorio, La Habana se queja de que EE. UU. no devuelva a todos los cubanos que llegan de forma irregular a su territorio, acogiendo a muchos de ellos, y de que siga sin tramitar visados de no migrantes.
Consideran, además, que el sistema que puso en marcha a principios de 2023 Washington con carácter humanitario no ha reducido el potencial migratorio entre los países ni el número de cubanos que llegan a la frontera sur de EE. UU.
En La Habana reconocen, sin embargo, que el consulado de EE. UU. en Cuba está tramitando desde hace dos años las al menos 20 000 visas a que se comprometió Washington en los acuerdos migratorios que mantiene con la isla.
Un total de 425 000 cubanos han ingresado en Estados Unidos de forma irregular en los últimos dos ejercicios fiscales completos, a los que hay que sumar los más de 40 000 visados para migrantes que Washington ha emitido en la isla en ese período y los más de 80 000 cubanos que han obtenido el denominado “parole” humanitario.
Las conversaciones estarán lideradas del lado estadounidense por Eric Jacobstein, subsecretario de Estado adjunto para América Central, y del lado cubano por el viceminstro de Relaciones Exteriores, Carlos Fernández De Cossío.