Cuba recién inauguró la tercera embotelladora de agua mineral del país y la única en su región oriental. Sierra Canasta se nombra y ha sido construida en San Andrés, municipio de Niceto Pérez, en la provincia de Guantánamo.
La planta, de tecnología italiana y cuyas estructuras se subordinan a la Empresa de bebidas y refrescos de Santiago de Cuba, existe hoy gracias a la cooperación entre el Estado cubano y la Agencia Española de Cooperación Internacional para el desarrollo (AECID).
Con un costo cercano a los 260 mil euros, el equipamiento industrial incluye: sistema de pretratamiento para filtrar el líquido, una sopladora de botellas, el monobloque de enjuague, llenado y tapado, una etiquetadora automática y la máquina retractiladora que elabora los nylon para empaquetar.
Las materias primas que usa son de procedencia nacional. De Villa Clara llegan las preformas y tapas de las botellas de 600 mililitros confeccionadas en la Empresa Militar Industrial Ernesto Che Guevara y las etiquetas autoadhesivas están a cargo de Geocuba. El nylon lo suministrará el CIMEX y el agua es bombeada desde el pozo, según informó González Morán.
Por su parte, las botellas de agua se comercializará en un envase plástico de 600 mililitros (ml) a un precio similar al del agua Ciego Montero (500 ml), de Cienfuegos, embotelladora que junto a Amaro, en Villa Clara, eran hasta este mes las únicas industrias de este tipo en el país.
A partir de la capacidad instalada hasta la fecha, se pueden producir, en Guantánamo, unas 5oo cajas de botellas por jornada, lo que posibilitará contar con unas 12 mil cada mes y unas 144 mil al año, cifra que suple todo el mercado de la región oriental del país, teniendo como sus principales clientes la cadena de tiendas TRD, Palmares, el CIMEX, el Turismo y Artex.
Aunque los especialistas que montaron la planta aseguran que la fábrica tiene un potencial productivo de mil 500 cajas por día, lo que podrá posibilitar, en el futuro, que Sierra Canasta gane espacio en el mercado caribeño, principalmente en países como Haití.
Entre un pozo y el mercado
Sierra Canasta está en las inmediaciones de la autopista que enlaza a Guantánamo con Santiago de Cuba y a solo medio kilómetro del yacimiento acuífero que la abastece, sin invadir el perímetro establecido para la protección fitosanitaria del pozo cuya concesión minera posee.
Así lo exigen, con sus requisitos, la Ley de Minas y la Oficina Nacional de Recursos Minerales, única entidad que aprueba, registra y controla estas reservas, certificando su grado de preparación para el procesamiento industrial.
La fabricación de la instalación, como proyecto de iniciativa local, busca generar ingresos y sustituir importaciones a partir del aprovechamiento de un pozo, a unos 500 metros de distancia, cuyas aguas subterráneas son ricas en ortosilicio, un mineral capaz de favorecer la elasticidad de los tejidos y combatir el envejecimiento de las células de la piel. El monto total de construcción y montaje superó los 293 mil pesos convertibles.
Durante más de dos décadas se desaprovechó, industrialmente, este yacimiento de aguas minerales de 330 metros de profundidad. Y no por desconocimiento.
En 1993 el antiguo Grupo Nacional de Aguas Minero-medicinales y Termalismo, dirigido por el Comandante Jesús Montané Oropesa, examinó el pozo de Sierra Canasta y lo avaló como idóneo para el embotellamiento y la comercialización.
Sin embargo, casi 20 años pasaron y el agua mineral guantanamera -pudiendo sustituir importaciones- sólo se usó en el abastecimiento por pipas de algunas comunidades en Niceto Pérez y, a través tuberías, del Campamento de Pioneros Daniel Llosas Preval y algunas viviendas.
Hace un año, parte de esa realidad cambió. Ahora el pozo, cuyo terreno ocupa más de 68 hectáreas, tiene dueño y se podrá explotar durante 25 años.
Aunque, velando por el cuidado de esa reserva acuífera, la Oficina Nacional de Recursos Minerales, declaró tres zonas de protección alrededor del mismo.
Por eso hoy el yacimiento tiene cuatro cuidadores, al primero de sus depósitos -donde está la bomba de agua- lo protege una caseta sin ventanas que evita la contaminación, y no se permite el acceso de las pipas, aunque sí se continúa el suministro de agua a los que estaban conectados al pozo o sea, a la comunidad más cercana y a un campamento de pioneros, entre otras instalaciones de la zona.
Foto: Rodny Alcolea Olivares