En lo que va de año, la Fiscalía provincial de Las Tunas ha registrado 11 reportes de abuso sexual, fundamentalmente en niños y adolescentes. Las agresiones sexuales se incrementaron a 27.
Según un reportaje de Periódico 26, el fenómeno de la violencia sexual es creciente. El año pasado la Fiscalía contabilizó 13 casos de abusos y 18 de agresiones sexuales.
Lisbet Pavón Marchán, fiscal jefa del Departamento de Procesos Penales, aclaró al periódico que los territorios con mayores incidencias de casos son Jobabo, Las Tunas y Puerto Padre. Además, subrayó que en las zonas rurales es más frecuente el fenómeno.
Tanto el abuso sexual como las agresiones sexuales se penan por el Nuevo Código Penal bajo el término de “Agresión sexual”, subraya el reporte.
Perder el “sentido de la vida”
Carlos del Risco Gamboa, jefe de Salud Mental en Las Tunas y asesor de Psicología en la Fiscalía provincial, aseguró que “no se trata de un problema pequeño”, pues, según su experiencia, después de padecer esta experiencia “hay quien pierde el sentido de la vida, cree que sus sueños se acabaron y tal frustración genera una ideación suicida, y después materializan esa conducta”.
La fiscal Pavón Marchán refiere que en las edades comprendidas entre los 8 y 12 años suele ocurrir el mayor número de abusos sexuales, momento en el que, sobre todo las hembras, van mostrando el desarrollo de su cuerpo, “aunque no hay límites para la ocurrencia de esta aberración”.
Delito Penal
Norge Nosley Sastre García, fiscal jefe del Departamento de Organización y Planificación, refiere que el nuevo Código Penal incorpora “el delito de agresión sexual”, concentrando en una única causa los elementos que antes conformaban los delitos de violación, pederastia con violencia y algunos supuestos abusos lascivos.
Y se aclara que el Código Penal vigente estipula sanción de privación de libertad de seis meses a dos años o multas de 200.00 a 500.00 cuotas o ambas; y bajo circunstancias específicas puede extenderse hasta cinco años la privación de libertad y elevarse el monto de las multas.
Pavón Marchán explica que “la diferencia entre la agresión sexual y el abuso está dada por la penetración; este último contempla los tocamientos, y los menores de edad son las víctimas más frecuentes”.
“Hay muchísimos factores que median en la incidencia y el primero es que estos delitos, generalmente, los cometen individuos que son allegados a las víctimas. El abuso se sustenta en el exceso de confianza por parte de los padres con otras personas y está dado, incluso, con tocar a un niño por encima de la ropa.
Los agresores, personas cercanas a las víctimas
“En los procesos que vemos se detecta porque frecuentemente hay un rechazo de los menores a esos conocidos, a quedarse solos con ellos. No lo cuentan en el momento por temor a ser reprimidos, castigados o a que no les crean”, apuntan los especialistas de la Fiscalía.
También argumentan que los agresores sexuales, en la mayoría de los casos, “tienen normal comportamiento social y pueden ser tan cercanos como tíos, primos, padrastros, abuelos, vecinos…”
En algunos casos el agresor es el padrastro y sólo una vez que se divorcia “el menor narra lo acontecido”, apunta el reportaje, que también destaca el testimonio de madres que no les creen a sus hijos y alegan que ellos suelen mentir.
“Todos los procesos no se parecen, pero en la totalidad están dados por el exceso de confianza y la poca percepción del riesgo”, advierte Pavón Marchán.
“Si se trata de un estudiante, viene enseguida el rechazo escolar, retraso en el aprendizaje, mal funcionamiento familiar, frustración, actitud defensiva ante la sociedad…”
“Los menores, generalmente, sufren estos lamentables episodios en el tránsito de la casa hacia otros lugares. El trauma mayor siempre está cuando ocurre dentro del hogar por parte de un familiar; allí la víctima recibirá la influencia de un grupo de factores que generará un ambiente de frustración y desequilibrio”, apunta del Risco Gamboa.
“Las cifras pueden parecer pequeñas, pero la realidad siempre supera con creces las estadísticas y perdura en el silencio la vergüenza, la negativa a denunciar”, apunta el reportaje, firmado por Yuset Puig y Dayana Menzoney.