Recientemente la Organización Meteorológica Mundial (OMM) y la Administración Nacional del Océano y la Atmósfera de los Estados Unidos (National Oceanic and Atmosphere Administration, NOAA), anunciaron que el actual año 2015 se estaba comportando, hasta el presente, como el más cálido conocido desde que comenzaron los registros históricos en 1880, por lo que había grandes probabilidades de que el 2015 llegue a ser el año más cálido jamás registrado.
En el presente año varios países han registrado altas temperaturas que superaron los valores extremos históricos. Tal fue el caso de Alemania, Argentina, el Reino Unido, España, Dinamarca y Australia, mientras que en agosto los promedios de casi todos los continentes fueron los más altos del período 1880-2015.
En Cuba, el Centro del Clima del Instituto de Meteorología (Insmet) señaló que el pasado julio había resultado el tercero más cálido ocurrido en Cuba desde 1951 a la fecha, al registrar una temperatura media de 28,2 grados Celsius, que superó en 0,7 el promedio histórico para el séptimo mes del año. Durante ese mes se establecieron un total de 11 récords de temperatura máxima, con el reporte más alto de 38,2 grados en la provincia de Santiago de Cuba.
Un mes después, el Centro del Clima del Insmet declaraba que hasta el 31 de agosto, el 2015 clasificaba como el año más cálido registrado en Cuba desde 1951 a la fecha.
Pero esto no paró ahí. El sábado 12 de septiembre, el termómetro de temperatura máxima instalado en la sede del Insmet en Casa Blanca, registró una temperatura de 38.2 ºC, un nuevo record para esa estación de la capital del país. Ese valor dejó atrás el record de 37,0 ºC que ya se había impuesto en abril del presente año en la propia estación meteorológica.
En el interior de la capital los valores de la temperatura deben haber sido superiores. Otros valores elevados también se registraron en otras partes del país durante septiembre.
El calor no depende solo de la temperatura
La temperatura no es el único parámetro que mide la sensación de calor del cuerpo humano.
Como anécdota puedo contarles que en los días más cálidos de este memorable verano, un amigo habanero llegó de una visita a Santiago de Cuba. Vino quejándose del calor de estos días, pero añadió: aquí en La Habana se siente más calor que en Santiago de Cuba. Algunos que escuchaban la conversación comentaron que eso no era posible, que el hombre parecía estar delirando…
Es posible que haya más calor en La Habana que en la capital oriental. Pues sí. Mi amigo llevaba la razón, pues en esos días en que se registraban humedades relativas superiores a las de Santiago de Cuba, la sensación térmica en La Habana era superior.
Esa sensación de calor (o de frío) que realmente sentimos en nuestros cuerpos, y que, efectivamente, no sólo depende de la temperatura, es lo que provoca esa paradoja.
El asunto reside en la forma en que en cuerpo humano se ventila para mantener una temperatura aceptable. Cuando la temperatura ambiente es elevada, la respuesta fisiológica de la piel es sudar. La piel cede así calor al sudor y con él, éste se evapora. Cuando esto ocurre, nos refrescamos y sentimos una sensación de alivio, porque el cuerpo ha cedido calor al sudor para que éste pueda evaporarse.
Pero el sudor puede evaporarse solamente si el aire circundante puede admitir una mayor cantidad de humedad, o sea, si el ambiente no está saturado de humedad o cercano a la saturación.
La humedad relativa mide el grado de saturación. Si el aire está saturado totalmente de humedad, la humedad relativa es de 100por ciento y no admite el ingreso de mayor humedad. Si la humedad relativa es de 70por ciento, quiere decir que puede admitir el ingreso del 30por ciento restante.
Pero en la práctica, con valores altos de la humedad relativa cercana a nuestra piel, es poco el sudor que se puede evaporar, y entonces sentimos una sensación muy molesta, de un calor agobiante y sofocante. Decimos que el sudor es “pegajoso”.
La sensación térmica también puede medirse
La sensación térmica se mide por un índice que se calcula a partir de una fórmula matemática. La misma relaciona a la temperatura y a la humedad relativa, pero no toma en cuenta al viento. Por ello, sirve para comparar la sensación térmica sólo en ausencia de viento.
Si estamos expuestos al viento, o al flujo de aire de un ventilador que es parecido, sentiremos alivio, pues el flujo de aire se lleva la capa saturada cercana a la piel, evaporaremos entonces más sudor, y con ello la sensación térmica disminuye.
En el caso del verano, para medir el índice de sensación térmica se emplean diversos métodos que cambian fundamentalmente según sea la fórmula matemática que utilizan para su cálculo. Por ejemplo, en Estados Unidos se emplea el “heat index”, o índice de calor. Una empresa norteamericana patentó una variante de este índice, y lo llama como “Feels like…” (“Se siente como”). En Canadá se usa el índice llamado “Humidex”, desarrollado por Environmental Canada, el Servicio Meteorológico de ese país. En Europa se siguen procedimientos parecidos, como el “Índice de bochorno”, en España.
¿Qué ocurre cuando nos situamos en un lugar en que nos llegue el viento, la brisa, o para remediarlo nos ponemos al lado de un ventilador? El viento se lleva el aire saturado de los alrededores de nuestro cuerpo, así se puede evaporar más sudor, nos refrescamos y aliviamos. El aire acondicionado es distinto, porque en ese caso el equipo realmente enfría el aire y además disminuye la humedad del mismo. Los valores de confort para el ser humano están cercanos a 20 ºC y 50 por ciento de humedad relativa, en ausencia de viento o flujo de aire.
Una situación como la descrita más arriba es la que puede suceder cuando nos encontramos a la intemperie en un día de verano de Cuba o la Florida en los Estados Unidos, que comparten climas similares en buena parte del año, exceptuandose el invierno, algo más crudo allá, por estar más al norte.
¿Y cuando la humedad es baja?
Es lo que ocurre en el interior de los continentes, donde hay muy altas temperaturas en verano y el aire es muy seco. En esas grandes masas terrestres, alejadas del mar, que es la fuente de humedad, se produce una situación muy peligrosa para la vida. Son las llamadas “olas de calor”, y el fenómeno que se le llama “golpe de calor”.
Al ser muy seco el aire que rodea al cuerpo, se produce una evaporación continua, constante, y el cuerpo humano, que está compuesto por aproximadamente el 70 por ciento de agua, se queda sin líquido suficiente y la persona muere por infarto de miocardio o por otros fallos de sus sistemas vitales. Los más vulnerables son los ancianos y los niños, pues sus sistemas reguladores son menos eficientes.
Esa fue la causa de las 15 000 muertes ocurridas en Francia hace unos años cuando una invasión de aire cálido y seco procedente del norte de África, fenómeno al que se le llama “ola de calor”, influyó sobre esa área.
Por lo general en las penínsulas y en las islas, debido a la alta humedad que presentan por estar rodeadas de mar y ser estrechas, no puede darse ni una “ola de calor” ni un “golpe de calor” como ocurre en los continentes.
En Cuba, podemos llegar a tener una sensación de calor muy desagradable, y hasta agobiante a veces, pero afortunadamente son solo molestias, pues ni matan a nadie ni se produce el temido “golpe de calor”.
Una forma de aliviarnos es imitar la forma de vestir en lugares muy secos y cálidos. Largas túnicas que cubren todo el cuerpo previenen contra la evaporación excesiva, y el color blanco de la tela refleja la luz, que es entonces poco absorbida, lo que hace que la temperatura dentro de la vestimenta sea mucho menor.
Pronto llegará el invierno, con la esperanza de que éste, bajo la influencia de El Niño, nos traiga un poco de frío. Para entonces será bueno hablar sobre la sensación térmica cuando las temperaturas bajan y las personas cambian el constante “¡Qué calor!” por el entonces constante “¡Qué frío!”.
Que bien al fin un articulo de Rubiera, infinitamente agradecido por su labor diaria, demuestra el enorme nivel de los cientificos cubanos. gracias Rubiera!!!
Siempre me quedo admirado de cómo Rubiera trata un tema científico tan fácilmente, y lo hace tan entendible para todos, eso sin perder la cientificidad y la profundidad del tema, debería darles un curso a los periodistas de este sitio a ver si aprenden a escribir sin tanta autosuficiencia y palabrejas rebuscadas de los mil libros q dicen leerse (q a lo mejor son simples reseñas de internet, pq para eso existe el snob). Aprendan periodistas.