Un debate reciente en redes sociales ha tenido por tema una intervención urbanística en el último tramo de la Calle G, o Avenida de los Presidentes, en dirección hacia la Avenida Antonio Maceo, conocida como “El Malecón”.
La Avenida de los Presidentes es una de las arterias más hermosas de la ciudad de La Habana. Fue concebida como una manera de hacer “entrar” —visualmente— el mar hacia el interior de la ciudad, como lo hace también su paralela, la Calle Paseo, que también ha sido llamada “Avenida de los Alcaldes”.
La “Calle G” posee un hermoso paseo en su centro, diseñado como un gran jardín. Es un espacio privilegiado para la escultura conmemorativa. En las últimas décadas, ha sido también un espacio socialmente interesante por congregar —en un uso público de un espacio común que a su vez lo “segmenta” simbólicamente— a diferentes “tribus urbanas”
Las fotografías y las reflexiones de este texto presentan una mirada a la Calle G que relaciona su historia, su presente y la “identidad cultural del entorno cubano del siglo XXI”, como la llama Roberto Segre. Las fotos las tomé el 11 de julio de 2020. Las citas corresponden a tres personalidades relevantes para el estudio del urbanismo y la historia de la ciudad de La Habana: Emilio Roig de Leuchsenring, Mario Coyula Cowley y Eusebio Leal. A partir de ello, configuro un diálogo completado por mis propias ideas y una publicación en Facebook aparecida en medio de los intercambios.
Emilio Roig de Leuchsenring:
Por acuerdo del Ayuntamiento de 7 de mayo de 1902, se le cambió el nombre (al Paseo de Carlos III), por Avenida de la Independencia, aunque posteriormente, en 9 de enero de 1918, el Ayuntamiento, por acuerdo número 110, aprobado el día 14, destinó la cantidad de $150,000, distribuida en tres presupuestos sucesivos, para la pavimentación de la calle G y Paseo de Carlos III, que formarán la Avenida de los Presidentes.
(…)
Porque consideramos improcedente el haberse hecho extensivo, según expusimos, al Paseo de Carlos III, el nombre de Avenida de los Presidentes que lleva la calle G de El Vedado, ya que esta última avenida ha sido desnaturalizada por completo en el propósito que se persiguió al denominarla Avenida de los Presidentes, pues después de colocarse, como ya se ha hecho, en su comienzo y final, respectivamente, las estatuas de D. Tomás Estrada Palma y el general José Miguel Gómez, es imposible erigir allí nuevas estatuas de expresidentes o futuros presidentes de la República, y se ha prescindido, además, de esa avenida, levantando en otro lugar de la ciudad la estatua del Dr. Alfredo Zayas; por todo lo cual no tiene finalidad alguna esa prolongación que se ha querido dar a la Avenida de los Presidentes haciendo extensivo este nombre a una vía, como el Paseo de Carlos III, tan distinta, topográfica y ornamentalmente, a aquella otra.1
La foto aparece fechada en 1962 y muestra aún la estatua de José Miguel Gómez, que luego sería removida. A finales de la década de 1990 se restauró el monumento y se recolocó la estatua. El hecho provocó debates tanto en 1936 —al inaugurarse el monumento— como en días recientes, pasando por el intercambio sobre la reposición de la estatua en los años 90.
He sostenido antes que, “el Monumento a Gómez es una muestra de lo que el historiador francés Pierre Nora ha llamado “lugares de memoria”. Nora hablaba de lugares donde actúa la memoria. No es el recuerdo que tenemos sobre un lugar, sino la conciencia de las encrucijadas que ciertos lugares abren a la memoria nacional y colectiva. Son laboratorios de la memoria.
“Un lugar de memoria tiene sucesivas capas. En ese monumento, conviven la memoria del homenaje a JM Gómez, del intento de estabilidad posrevolucionaria (tras 1933) protagonizado sin éxito por su hijo, de las víctimas de la protesta del 12, del auge del activismo antirracista en los 1930, de la voluntad de tumbar la estatua tras 1959 y de su restitución en los 1990.
“¿Cuál de esas memorias tiene más derecho a ser representada en forma de homenaje? ¿Es esta una pregunta correcta? ¿Cuál lo sería?”.
“Enzo Traverso, un estudioso de la memoria histórica, sugiere algunas claves para una respuesta en general: “…derribadas, destruidas, pintadas o garabateadas, estas estatuas personifican una nueva dimensión de lucha: la conexión entre los derechos y la memoria”.
Mario Coyula Cowley:
En nuestro medio hay un problema serio: el doble tráfico monetario, fermento de diferencias. Alguien debe estar estudiando todo lo originado por este fenómeno. No solo los economistas. También los sociólogos. Sobre la diversidad, la propia ciudad histórica aporta muchas pautas de coexistencia. Yo hablé de El Vedado, de la unidad y apariencia elegante de un barrio donde, no obstante, había hasta ciudadelas. Pero el millonario imponía las reglas, dictaba la imagen que se debía proyectar hacia la calle, y establecía las normas de conducta en los espacios públicos. La pregunta es: ¿quién fija ahora los patrones de moral y costumbres?
(…)
Entender que cada zona de la ciudad tiene sus propias reglas en el sentido urbanístico. Lo válido en Centro Habana, no es lícito en El Vedado. Lo autorizado en El Vedado no es permitido en Miramar. De cierto modo, asistimos a una «centro-habanización» de los antiguos barrios residenciales. Sus edificaciones vienen avanzando hasta la misma acera, mientras se “lisifican”, es decir, apenas alcanzan una calidad en su arquitectura comparable a las de Alturas de La Lisa. Como siempre sucede, los que más pierden son los que más tenían que perder.2
Los monumentos a José Miguel Gómez y Tomás Estrada Palma, situados en esa avenida, han sido objeto de diversas intervenciones. Del segundo solo se conservan hoy sus zapatos.
Según fuentes orales, la efigie fue removida a instancias de la destacada revolucionaria Celia Sánchez Manduley, figura clave también en la idea de varias obras constructivas y relevantes espacios urbanos en la ciudad, como el Parque Lenin y la heladería Coppelia. La versión oral de una persona cercana a su entorno, que ha trascendido en espacios familiares y de tributo a Celia, añade que el material de la estatua habría sido utilizado para elaborar medallas conmemorativas de la Revolución cubana de 1959, en específico para combatientes de la clandestinidad. No conozco que exista confirmación o investigaciones publicadas sobre este punto.
En la actualidad, han sido erigidas en el paseo de la Avenida estatuas de relevantes figuras (y presidentes) de la historia latinoamericana, como Salvador Allende (Chile), Omar Torrijos (Panamá), Benito Juárez (México), Eloy Alfaro (Ecuador) y Simón Bolívar (Venezuela).
Mario Coyula Cowley:
La ciudad Camilo Cienfuegos, más conocida como Habana del Este, es un hito. Sigue siendo la mejor urbanización posterior a 1959. Cuando se revisan sus costos —en aquella época parecieron altos, a Pastorita Núñez se lo reprocharon—, resultan risibles. La calidad del diseño y el acabado es óptima. Ha soportado cuarenta años. Está intacta. “Si la dejamos perder nunca conseguiremos algo igual”, razonarían sus moradores. “A veces el ahorro da pérdidas. Nada se gana si el mismo día del estreno ya es necesario apuntalar un edificio.3
Eusebio Leal:
La Habana es una ciudad ecléctica, como los cubanos, una síntesis de los elementos de la arquitectura clásica, de la moderna, de la contemporánea, del art nouveau, al punto de llegar a las escuelas de arte de Cubanacán. No sabemos qué pasaría si se disloca ese trazo urbano, ese diseño tan especial, en el cual puedes recorrer la línea del Malecón, desde los espacios más nuevos de la ciudad hasta el Centro Histórico, siempre de cara al mar. La Habana es la ciudad insular, la ciudad puerto, una ciudad en la que en las noches se sientan en el Malecón diez, quince, veinte mil personas a dialogar, a mirar, a tomar el fresco. La Habana es una ciudad de cara al mundo.4
De la calle Línea hacia el Malecón, el Paseo de la Avenida de los Presidentes cambia por completo de fisonomía. El problema de las penetraciones del mar es antiguo en la zona, y lo será cada vez más con las actuales dinámicas de cambio climático y crecimiento del nivel del mar. El problema de la conexión entre ciudad y medio ambiente puede tomar este tramo como ejemplo de zona crítica. Hace pensar en el tipo de intervenciones, vegetación y materiales empleados para que su conservación sea fiel a su concepción original a la vez que adaptada para resistir, con recursos contemporáneos, a la frecuencia creciente de fenómenos climáticos que debe afrontar la zona y sus vecinos.
A raíz del ciclón del 33, las palmas reales que dominaban el paseo de la Calle G debieron ser sustituidas por cocoteros y plantas de petunias (flores resistentes al calor).
Emilio Roig de Leuchsenring:
Viajeros como Jameson, Abbot, Masse, Humboldt, Ney, la Condesa de Merlín, Marmier, Morelet, Dana, Hazard, Howison, Hurlbut, Salas y Quiroga, Barras y Prado, Morrell, Hergesheimer, han ofrecido su visión de turistas trotamundos o de estudiosos observadores sobre las bellezas y defectos que para ellos encerraba esta ciudad, descubriendo frecuentemente en sus impresiones y recuerdos los prejuicios o la incomprensión del extranjero, ante la vida, el carácter y los hábitos peculiares de los habaneros, y demostrando en otras, no muy numerosas, ocasiones la entusiasta admiración que La Habana les produjo, precisamente por contraste con las condiciones físicas, urbanas y etnográficas del país natal.5
La participación ciudadana a través de redes sociales ha tenido en cuestiones urbanísticas varios focos de atención. Es una forma válida, pero deberían existir al mismo tiempo muchos más canales para encauzar demandas de este tipo. Los precios de internet y de los propios teléfonos necesarios para ser partícipe de intercambios en redes plantean serias barreras de clase para colocar reclamos en el espacio público a través de internet.
En las redes se encuentra “de todo”, pero descalificar su pluralidad y horizontalidad como “campaña” —y quedarse solo con la parte más directamente política del asunto, en la que los bandos se separan según lo que defiende o dañe al Estado cubano— desoye reclamos populares y profesionales y hace perder oportunidades de construir efectivas políticas públicas, también en este tema.
En Facebook se pueden encontrar asimismo criterios que —más allá de coincidir o no con sus opiniones— aportan datos para una conversación de calidad sobre el problema. Este es un ejemplo, de Universo García Lorenzo, arquitecto, publicado en su muro de Facebook (fragmento):
“1. Ninguna entidad estatal, la Dirección Provincial de Servicios Comunales / Áreas Verdes / Jardines u otra responsabilizada con servicios a la ciudad están facultadas para actuar por decisión y a criterio propio sobre el patrimonio cuando sus acciones impliquen cambios.
2. De lo anterior se deriva que ante un problema con los servicios que prestan en relación con una zona patrimonial (y en general) – por ejemplo la dificultad creada por las inundaciones para sostener la vegetación preexistente – de no contar con la estructura técnica experta en su solución y proyección, lo pertinente es acudir a estas.
Las entidades proyectistas cuentan con especialistas en áreas verdes y paisajismo, en urbanismo, en drenaje y pavimentación, en gestión de riesgos, etc.
Similares especialistas coordinan estrategias y propuestas para mejorar la sostenibilidad de los verdes urbanos ante los fenómenos climatológicos en la Facultad de Arquitectura en la CUJAE, en la Universidad de La Habana, en el Jardín Botánico Nacional, en el Comité de Paisajismo de la Unión Nacional de Arquitectos e Ingenieros de la Construcción de Cuba UNAICC, en el Ministerio de la Agricultura. La Estación Experimental de Pastos y Forrajes Indio Hatuey en Matanzas investiga y soluciona estos problemas.
Todo esto es de conocimiento del Gobierno, por supuesto.
¡Cuántas posibilidades desperdiciadas!
Existen en Cuba hoy mismo especies arbóreas, de cobertura y de césped capaces de resistir y regenerarse en estas condiciones adversas.
Hay artesanos y empresas aptas para reproducir los bancos originales dañados. El mobiliario urbano es un componente significativo de la identidad del paseo. ¿Qué justifica su sustitución por otro tipo de bancos?
El valor del Patrimonio es de igual significado tanto en 2 kilómetros de extensión como en estos 100 metros mutilados.
Cuando el paisajista francés Jean Nicole Forestier, contratado en 1925 por el Gobierno del Dictador Presidente Gerardo Machado, concibió estos bellos paseos al estilo europeo, orientados a las brisas y visuales hacia el mar, su visión fue proveer a La Habana del verdor que le faltaba.
Transcurridos casi cien años, ese valor y esa visión continúan vigentes.
Nadie tiene derecho a destruirlo, nada justifica la improvisación, es nuestro disfrute, nuestra historia y nuestro patrimonio cultural”.
Mario Coyula Cowley:
La propia escasez y los problemas llegan a aplastar a la gente. Algunos se preguntan: “¿Cómo vamos a hacer esto, con qué?”. Cuando yo enuncié el concepto “La ciudad cuesta, pero vale”…, tratando de significar todo lo verdaderamente valioso de la ciudad, me decían: “¡Estás loco! ¡Si casi no podemos con La Habana Vieja!”… Es preciso invertir los términos. En vez de una carga para el Estado, debemos descubrir en el trasfondo una oportunidad para obtener ganancias. Lejos de ver edificios despintados y desvencijados, pensemos en ellos como un recurso que puede pagarse a sí mismo. Y claro, por la vía del impuesto unos producirán para otros”.6
La estatua fue desmontada, en años recientes, para ser desplazada hacia un lugar más protegido frente a las penetraciones del mar.
Eusebio Leal:
Cuando yo era niño, la Basílica (Basílica de San Francisco de Asís) era un ministerio, pero de adulto la conocí como un mercado. En él se aglomeraban montañas de verduras y en el centro había un frigorífico para guardar las carnes. Luego figuró como escenario para una novela televisiva. Al final, quedaron solo las pulgas y el olvido. El símbolo es, entonces, la Basílica, en el momento en que Fidel Castro entra, restaurada, y se quita la gorra frente al Cristo que pende del escenario. Ese es el momento que quiero recordar, el momento en que pudimos revertir el olvido, la destrucción y la vulgaridad, y triunfó la razón pura, aunque sea acaso romántica. Esa visión romántica del mundo es la única que puede revolucionar lo aparentemente perdido.7
Notas
- Emilio Roig de Leuchsenring, Las calles de la Habana. Bases para su denominación. Restitución de nombres antiguos, tradicionales y populares, Municipio de La Habana, 1936.
- Mario Coyula, “La ciudad cuesta pero vale”, Entrevista de Hilario Rosete Silva y Julio César Guanche, en El hombre en la cornisa, Editora Abril, 2006.
- Mario Coyula “La ciudad cuesta pero vale”, Entrevista de Hilario Rosete Silva y Julio César Guanche, en El hombre en la cornisa, Editora Abril, 2006.
- Eusebio Leal “La Habana es un estado de ánimo”, Entrevista de Julio César Guanche en OnCuba, 27 de octubre de 2012.
- Emilio Roig de Leuchsenring. La Habana. Apuntes históricos, t. 1, (segunda edición) 1963.
- Mario Coyula “La ciudad cuesta pero vale”, Entrevista de Hilario Rosete Silva y Julio César Guanche, en El hombre en la cornisa, Editora Abril, 2006.
- Eusebio Leal “La Habana es un estado de ánimo”, Entrevista de Julio César Guanche en OnCuba, 27 de octubre de 2012.
Gracias por la publicación, por sus sólidas ideas, sus razónes éticas, sus valores cívicos, y el cariño implícito por nuestra ciudad, cualidades que son imposibles de tasar en metros. Saludos.
Excelente articulo, mis felicitaciones
Muy aportador el artículo respaldado por quienes fueron defensores de nuestra Habana .
Una vez más queda demostrado que la solución pudo haber sido otra que respetara las normas y a los Habaneros
Cada descuido, cada herida a lo ciudad ella nos la cobra, nos hace más infelices, no se puede seguir improvisando, cuando tenemos tanta luz, hay que seguir su Halo.
La mala concepción y arbitraria decisión de lo q se está haciendo en esa zona de la calle G está además rematada por una extrema chapuceria. Véase también la misma terminación chapucera en el separador central de la calle Línea. Lleguese hasta ahí lector.
Ya pasó la euforia de La Habana 500 y ahora la situación de la pandemia no pueden dar lugar a que los depredadores sigan acabando con La Habana
Exelente artículo. Devastadora realidad. Más cruda que la escacez material es la desarticulación de la gestión del gobierno. Esa ha sido desde el principio, la principal deficiencia de la centralización. Encontrar la justa escala de, y entre cada instancia de gobierno es el reto. A veces no queda más remedio que repartir el poder, para convertirlo en una herramienta manejable y evitar su colapso en un agujero negro supermasivo.