La fascinante historia de Constante Ribalaigua, el coctelero que reinventó el daiquirí en La Habana para satisfacer la incansable sed de Ernest Hemingway, llegará a la gran pantalla en forma de documental a cargo de historiadores de su ciudad natal, Lloret de Mar (Girona).
En la década de 1930 dos hombres, cada uno a un lado de la barra, contribuyeron de forma definitiva a dar fama internacional al daiquirí.
Lo servía Constante Ribalaigua, considerado como el “padre de la cantina” en Cuba y el “rey” de este combinado de ron, azúcar, limón, marrasquino y hielo. Y lo bebía el escritor estadounidense, a cuya medida el coctelero catalán diseñó la variante “Papa Doble” o “Papa Hemingway”, con doble de ron y sin azúcar.
Esto ocurría en El Floridita, el bar de cócteles más famoso de Cuba donde aún reposa el codo en la barra, ahora como estatua de bronce, frente a batidoras que descuartizan hielo y limón sin descanso para llenar cada minuto decenas de vasos de daiquirí frapé, la creación más célebre de Constante, también conocido como Constantino.
El cantinero y antiguo dueño del Floridita descansa en el Cementerio Colón de La Habana de una vida quizá tan intensa y algo más larga que la de su amigo el Premio Nobel de Literatura. Nació en 1888, once años antes que Hemingway, y murió nueve años antes, en 1952, dejando un huérfano de ocho años: Jorge Ribalaigua.
Hoy septuagenario, Jorge será el narrador y protagonista indirecto del documental sobre su padre “Constante Ribalaigua, el Rey de los cocteleros”. Este filme en proceso final de rodaje, cuyo estreno está previsto el próximo año, es iniciativa de Montse Sala y David Barba, dos historiadores lloretenses obstinados en dar a conocer al mundo que “el coctelero más influyente del siglo XX”, como lo definen, nació en su localidad.
“Constante es quien establece los cánones de la coctelería clásica: un montón de los clásicos cubanos dentro de la coctelería. Es reconocidísimo y vamos a tratar de que lo sea un poquito más”, asegura Montse Sala a la agencia Efe en La Habana, última escala del rodaje tras Lloret de Mar, Barcelona, Madrid, Nueva York y Miami.
De propiedad de los Ribalaigua, El Floridita pasó a pertenecer al Estado cubano al triunfar la Revolución de 1959, ya muerto Constante, y la familia de origen catalán emigró a Estados Unidos donde Jorge vive hasta el día de hoy.
El doloroso recuerdo de aquellos tiempos le quitó las ganas de regresar a Cuba por casi seis décadas, hasta que los productores del documental le propusieron acudir de nuevo al bar donde pasó parte de su infancia.
“Es una emoción enorme visitar el Floridita y tratar de recuperar toda esa historia que desde sesenta años atrás no he podido conectar”, explica a Efe, visiblemente conmovido, el hijo del célebre coctelero.
Jorge certifica que el antiguo bar de su familia, hoy escala obligada para todo viajero que transita el centro histórico de La Habana, “ha cambiado mucho” desde su niñez, aunque reconoce que “siguen haciendo unos daiquirís fenómenos” y lo atribuye orgulloso al “legado” de su padre.
Además de la versión más famosa del daiquirí, Constante diseñó alrededor de 200 combinados para disfrute de los más exigentes bebedores, entre ellos Jean-Paul Sartre, Graham Greene, Gary Cooper o Ava Gardner, clientes asiduos de El Floridita en una época en la que La Habana exhibía su máximo esplendor.
“En su momento, Constante llevó la coctelería a una excelencia que actualmente sería comparada a estrellas Michelín”, afirma el productor del documental, que también busca reivindicar desde una perspectiva histórica la figura del cantinero, que en Cuba “es casi una divinidad” mientras en otros países el reconocimiento ha llegado más tarde.
David y Montse confían, sin embargo, en que sea Hemingway quien arrastre la curiosidad del público cuando estrenen su producción: “no ocurre cada día que un bartender (barman) esté inmortalizado en las novelas de un premio Nobel”.