Restaurantes, playa y transporte público pero con mascarilla y distancias: desde este viernes toda Cuba está ya oficialmente en fase de recuperación y una vez ganada la batalla al coronavirus, el próximo reto será superar la grave crisis económica que afecta a la Isla, agravada por la pandemia.
La Habana ha sido la última región cubana en sumarse a una desescalada en tres tiempos que ya había comenzado hace dos semanas en casi todo el país, y es el único lugar donde aún se registra un goteo de casos, menos de diez al día de promedio.
Con 2.361 contagios del coronavirus SARS-CoV-2 hasta la fecha y 86 fallecidos, Cuba ha logrado mantener el virus a raya en comparación con otros países con un número similar de habitantes, gracias a una estrategia basada en el rastreo y aislamiento inmediato de casos confirmados, sospechosos y de los contactos de ambos.
La efectiva estrategia cubana: cercar al virus por todos los flancos
La capital llevaba días esperando con impaciencia la luz verde para sumarse oficialmente al resto del país en la recuperación, aunque oficiosamente, como ironizaban muchos cubanos últimamente, la ciudad “llevaba más de un mes en fase 1”.
Por fin, el mar
Y es que desde hace semanas era obvio que en las calles habaneras había mucho más tráfico, demasiadas personas, e incluso niños jugando. El confinamiento nunca fue obligatorio, pero las autoridades habían pedido a la población que solo saliese a la calle a lo imprescindible y confiaron, erróneamente, en que la ausencia de transporte público limitaría la movilidad.
Entre las restricciones que hoy se levantaron en la capital está la de ir a la playa y a las piscinas (con aforo limitado), actividades muy esperadas por los habaneros para sobrellevar el agobiante calor del verano caribeño.
Las playas cercanas a la ciudad no amanecieron repletas, pero fueron muchos los jóvenes y niños que en pequeños grupos familiares o de amigos se lanzaron a disfrutar de la arena y el mar en este primer día.
“Hace rato lo estaba esperando”, dijo a Efe Ulises, un estudiante de 17 años que ha pasado los últimos tres meses en casa, estudiando y ayudando a su madre con las tareas de la casa. Al igual que su amigo Harrison, de 14, para quien el día resultó “perfecto” y que también está ilusionado por poder visitar a la familia a la que no ve desde que comenzaron las medidas para frenar la pandemia.
Jessica, una bibliotecaria de 19 años, aseguraba que anoche no pudo dormir de la emoción porque “hace cuatro meses que no salía y quería estar temprano en la playa”, mientras Mildred Rodríguez, una operadora de telecomunicaciones de 45 años también “estaba esperando con mucha ansia” y quiso venir el primer día por si aumentan los casos de coronavirus y se vuelven a decretar medidas restrictivas.
“A pierna limpia”
Otro esperado regreso es el del transporte público, en un país donde muy poca gente puede darse el lujo de comprar su propio coche.
Los autobuses comenzaron a rodar de nuevo este viernes con el aforo limitado y los habaneros, que durante semanas han caminado lo que no está escrito y también desempolvado las bicicletas, volvieron a hacer fila en las paradas de “guagua”, una estampa típica de la ciudad que la pandemia borró durante tres meses.
“Estábamos caminando mucho con el problema de la restricción del transporte, hoy empieza a mejorar un poquito”, comentó a Efe Héctor Rómura, un pescador de 77 años de regreso a casa tras pasar la noche caña en ristre.
Y es que también los pescadores han regresado al malecón de La Habana, el lugar más querido y concurrido de la ciudad, desierto desde finales de marzo.
Belkis Ortiz, una ama de casa de 50 años, se tomaba la espera con humor mientras recordaba estas semanas sin transporte, “a pierna limpia el cubano, luchando…”.
La reactivación paulatina incluye además en esta primera fase la reapertura de bares y restaurantes, aunque los del sector privado –los famosos “paladares”– se lo toman con calma y no todos han regresado de inmediato.
Entre las preocupaciones de ese sector no estatal que ha florecido en los últimos años está el del desabastecimiento. En Cuba no hay mercados mayoristas y deben surtir sus negocios en los mismos comercios estatales que el resto de la población, pero el desabastecimiento y las limitaciones de aforo han provocado largas colas y horas de espera para poder comprar productos básicos.
Las colas permanecen
Como la mascarilla, las medidas higiénicas o la distancia social, “las colas también llegaron para quedarse”, dicen estos días los cubanos con causticismo, acusando el cansancio de una crisis económica, otra más, que se agudiza por días.
La falta de divisas que ya arrastraba el país, intensificada por la disminución de la ayuda venezolana y las nuevas sanciones de Estados Unidos, ha empeorado con la pandemia, que obligó a paralizar el sector turístico, una de las principales fuentes de ingresos tanto para el estado como para los trabajadores por cuenta propia.
Durante esta primera fase de reapertura los cubanos podrán hacer turismo local, pero los vuelos regulares y la llegada de turistas extranjeros no se reanudarán con normalidad hasta la tercera fase.
En la segunda fase en la que hoy entró casi todo el país menos la capital y la vecina Matanzas, se permite la llegada de vuelos chárter solo a los cayos de las costas norte y sur de la isla, sin que los visitantes tengan acceso al resto del país ni contacto con la población local excepto con los trabajadores de los hoteles.
Las autoridades no han establecido un calendario fijo para los cambios de fase, que dependerán de la evolución de los indicadores sanitarios y epidemiológicos de cada provincia.
Que rara es esta noticia de EFE. En primer lugar por creer en las cifras oficiales de covid-19 en un país cuyo gobierno monopoliza la información y no permite la contrastación de fuentes independientes al PCC y su estado subordinado. Raro que EFE haya pasado por alto las 100,000 personas de la población penal que nunca fueron testadas y desaparecieron de las estadísticas oficiales siendo junto a los ancianos, la población de más alto riesgo por sus condiciones infrahumanas de brutal hacinamiento, insalubridad permanente, comida infecta o pobre, y pésima atención médica.Raro que EFE no haya constatado a los más de 2,300 encausados con juicios sumarios por quitarse el nasobuco para tomar agua, comer , fumar o por ser comerciante. Raro que no haya constatado el abuso de poder y la brutalidad policial en este período y los juicios ejemplarizantes por la televisión cubana violando la presunción de inocencia de los encausados. Yo realmente me pregunto ¿de cual país está hablando EFE?,¿Es que estos son los límites narrativos que impone el gobierno de la realidad para poder reportar sobre Cuba?
Es un grande plan de morir todo el gente.