Cuba registró en 2019 su mayor temperatura media anual desde 1951 con reportes superiores a los 28 grados Celsius como promedio en los meses de verano, informó el Instituto cubano de Meteorología (Insmet), que sitúa la última década como la más cálida de las que se tienen datos.
El año que recién termina fue “sumamente caluroso” con un aumento de 1,1 grados Celsius por encima de la media fijada entre 1961 y 1990, especifica el informe del Centro del Clima del Insmet, citado este martes por la web Cubadebate.
Estos reportes demuestran la tendencia al incremento de la temperatura en Cuba, donde en 2019 se registraron 33 récords de máximas absolutas, entre ellos una nueva marca nacional de 39,1 grados Celsius en la provincia de Granma (este), la máxima “más notable en la isla desde que se llevan registros”.
En la Isla de la Juventud, la segunda isla en importancia del territorio cubano, se quebró el récord mensual de máximas absolutas en febrero, junio, agosto, septiembre y octubre.
Las lluvias “estuvieron por debajo de la norma” en este periodo, en parte debido a la presencia de polvo del Sahara en la atmósfera, que también intensificó la sensación térmica en el país.
La percepción de calor aumenta también con la intensa humedad, que en agosto y septiembre llega a sobrepasar en la isla el 95 por ciento.
Un gran porcentaje de los cubanos no cuenta con aparato de aire acondicionado en sus viviendas debido a su alto precio -no menos de 350 dólares en un país donde el salario promedio estatal no llega a los 45 dólares mensuales-, por lo que los ventiladores tradicionales son la opción más extendida para aliviar el calor.
Cuba aplica desde 2017 el plan estatal “Tarea Vida” para minimizar los efectos del cambio climático, que entre otros perjuicios traería el aumento en la temperatura del aire, la disminución de las precipitaciones y el incremento del nivel promedio del mar.
El Gobierno cubano planea mitigar estos efectos con varias acciones que implican reducir los asentamientos poblacionales en zonas costeras amenazadas, diversificar y adaptar los cultivos a los nuevos escenarios, conservar las playas arenosas y asegurar la disponibilidad y uso eficiente del agua.