Cuba ha arrastrado durante años el sambenito de ser uno de los países más desconectados del mundo, pero este paisaje se amplía por momentos en la Isla, donde los cubanos han comenzado a debatir con sus dirigentes en las redes y la prensa independiente ha ganado protagonismo en el entorno digital.
Un país de dinámicas de poder inamovibles durante casi medio siglo ha pasado en una década de los discursos de varias horas de Fidel Castro a los 280 caracteres en Twitter del presidente Miguel Díaz-Canel, el actual gobernante cubano, que ha hecho de la digitalización de la Isla uno de sus caballos de batalla.
“Es una diferencia abismal”, señala a la agencia Efe Norges Rodríguez, un joven ingeniero de telecomunicaciones impulsor del proyecto YucaByte, que monitorea el desarrollo de las tecnologías de la información y la comunicación en Cuba.
La mentalidad de trinchera frente a Estados Unidos hizo que internet se considerara durante años una herramienta de “penetración ideológica del enemigo”, solo disponible en hoteles y los hogares de algunos profesionales, hasta que en 2015, casi al mismo tiempo que el deshielo con el país vecino, Cuba estrenó sus primeras zonas “wifi” públicas.
Han sido tres años vertiginosos: de aquellas primeras estampas de cubanos que, desde la calle, tímidamente exploraban por primera vez la red y saludaban emocionados por “vídeochat” a sus familiares emigrados, se ha pasado al internet en los hogares –aunque aún minoritario– y hace apenas un mes a la conexión 3G en los teléfonos.
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Según los últimos datos oficiales, en Cuba –con 11,2 millones de habitantes– acceden a internet más de cinco millones de personas, de las que alrededor del 60 % lo hace desde sus centros de estudios y trabajo.
Los precios aún son muy altos para los salarios estatales, pero no para aquellos que trabajan en el sector privado, además de los numerosos cubanos a los que sus allegados en el extranjero les ayudan a pagar la conexión.
A la vez, el gobierno –excepto los ministros del Interior y de las Fuerzas Armadas– ha desembarcado en Twitter con el mandato de acercar su gestión a una ciudadanía poco acostumbrada, hasta ahora, a interactuar con sus dirigentes.
“Hay que ver cómo logran interactuar de manera fluida con la ciudadanía”, considera Rodríguez, quien observa que de momento la cúpula cubana usa mayormente la red para difundir consignas y celebrar efemérides, pero todavía “hay muy poca información de lo que está haciendo el Ejecutivo y muy poca interacción con la sociedad”.
Y es que el acceso y la difusión de la información propiciados por un mayor acceso a internet en Cuba son otra de las claves, un campo abonado en el que ya lleva unos años trabajando una joven hornada de periodistas que ha creado medios digitales independientes como alternativa a la prensa estatal.
José Jasán Nieves, al frente del portal periodístico El Toque, confirma que esta nueva prensa “está jugando un rol de fiscalización” del poder, aunque cree que también la población empieza a hacer suya esa tarea al tener más acceso a las redes sociales.
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“Un mayor acceso a la información hace más difícil engañarla (a la ciudadanía) y hace más difícil un ejercicio de poder que se base en la imposición y no en el diálogo, y al mismo tiempo una sociedad con más información toma decisiones más informadas y por ende demanda ejercicios políticos más afines a sus necesidades”, sostiene Nieves.
No obstante, alerta de que la falta de familiaridad de los cubanos con internet puede propiciar fenómenos como las “fake news” (noticias falsas).
Además, dice que la llegada del 3G contribuirá a la inmediatez informativa y hará un poco más fácil la vida de los comunicadores independientes, que hasta ahora trabajaban a la intemperie en parques públicos con wifi.
Medios como el de Nieves, en un limbo alegal por la falta de normativa específica sobre la prensa digital, se enfrentarán ahora además al reto de “sobrevivir y seguir trabajando”, ya que vaticinan la llegada de “una regulación que va a tratar de controlar este ejercicio no solo de periodistas sino sencillamente de ciudadanos”.
Y si el sector privado o “cuentapropista” fue un factor de cambio fundamental en la escena cubana en la última década, ahora tiene en internet la oportunidad de consolidarse y expandirse, opinan tanto Nieves como el coordinador de Yucabyte.
También se abre un filón laboral y creativo para los preparados programadores de la Isla, a los que la falta de internet durante años aguzó un ingenio que permitió alumbrar decenas de aplicaciones para funcionar “offline”.
“El acceso a la tecnología transversaliza todos los procesos de la sociedad, influye positivamente en la economía, la industria”, reflexiona Rodríguez, quien advierte de que “va a ser también un desafío para el sector estatal, donde muchos cubanos trabajaban porque tenían acceso a internet”, algo que compensaba sus escasos salarios.