Dorian es un artista, un mago del color y las tijeras. Conocido por muchos como el peluquero de los artistas, es el creador de la imagen que (desde el cabello) presumen unos cuantos famosos cubanos en la actualidad.
Dorian Carbonel tiene solo 33 años, estudió Comunicación Social y fue modelo. Desde hace seis años fundó su salón Donde Dorian. Realiza presentaciones en vivo mostrando sus habilidades para los cortes, imparte sus conocimientos a las futuras generaciones de peluqueros, presenta varias colecciones al año, y le brillan los ojos cuando habla de su pequeño hijo de tres años que, según cuenta, es quien le inspira y le da fuerzas para ser mejor cada día.
Creativo, talentoso, transgresor y muy atrevido, así es el Dorian que dialogó con OnCuba sobre su historia de emprendimiento y perseverancia.
Siempre quise tener un oficio. Desde muy joven me desempeñaba como modelo en La Maison, me llamaba mucho la atención el estilo, la moda y las tendencias. Cuando termino la Escuela Provincial de Barbería me quedo con sed de conocimiento y, a la vez, siento que existía una gran carencia en el estilismo masculino en Cuba. Se hablaba de las mujeres, pero en ninguna conferencia se mencionaba a los hombres, como si el hombre no pasara por la moda. Me considero pionero en el cuidado de la imagen del hombre, considero que he contribuido a que se cuide más y se preocupe por su apariencia. No solo me dedico a cuidar la imagen sino a crear looks diferentes y un poco más osados.
¿Qué define tu estilo?
No me rijo solo por la tendencia que impere en el momento, trato de idear un estilo similar que tenga que ver con nuestro clima y nuestra idiosincrasia. Uso mucho los colores, lo que empezó de una forma sutil y ha alcanzado gran popularidad. Creo que tiene que ver mucho con lo cubano porque somos muy alegres y coloridos. El trabajo de imagen lleva un estudio previo, eso me fuerza a prepararme mucho, sobre todo con la imagen de los artistas, para que se diferencien entre ellos y también de esta forma marcar mi sello.
¿Cómo logras diferenciarlos?
Todo es una cuestión de inspiración. A veces surge mientras los escucho o los estudio, y otras estoy cortándoles el cabello y me sale algo nuevo, más fresco. Trato de esforzarme para que el artista tenga una imagen nueva, única y que lo caracterice e identifique y que tenga que ver con el género que defienden. En algunos casos los estilos son más agresivos, otros son más suaves, depende del propio estilo del artista y de lo que quiera proyectar.
Como buen artista, has enmarcado tu trabajo en colecciones…
Todo comenzó con Illusion y ya hemos lanzado varias. Presentamos varias al año. Todo surge por estar tan vinculado al mundo del arte. Antes lo hacíamos en la Fábrica de Arte Cubano, ahora tenemos nuestro propio espacio. Desde finales de julio, en la azotea de nuestro salón, tenemos el bar Encuentro, un lugar muy conocido que cambia de dirección. Es un perfecto lugar, como lo indica su nombre, para el encuentro con amigos y para encontrar la noche habanera y organizar nuestros desfiles y presentaciones. Compartimos públicos y ahora espacio geográfico. Yo era su cliente y sus dueños clientes míos, y ahora nos unimos en este proyecto.
Hay muchos salones que han tomado tu estilo como referencia, ¿qué propones diferente?
Me he propuesto revolucionar el concepto de la barbería o salón tradicional en el que uno se aburre cuando espera por su turno. Me puse en el lugar del cliente y quise encontrar lo que anhelaba como cliente. Aspiro a que quien llegue aquí sienta que está en un sitio muy diferente. Nuestros estilistas son jóvenes como la mayoría de mi público, aunque también arreglamos adultos mayores. Nuestros profesionales se esfuerzan porque queden complacidos quienes nos elijan.
¿Cuáles han sido los mayores satisfacciones y retos de tu trayectoria?
Me llena de orgullo trabajar con tantos famosos, porque empecé en el mundo de la barbería estatal como un hobby y no me enorgullecía de esto precisamente. Estamos haciendo una academia, hemos hecho muchas presentaciones, conferencias, invitamos a emprendedores a participar en el evento y a ver personas de distintos países con ideas similares. Conocer cómo lo hacen fue una experiencia muy enriquecedora. La manera que encontré para sentirme realizado fue mejorar la calidad del servicio, llegar a la excelencia. El trabajo del estilista es un poco monótono y te llega a aburrir porque es todo el tiempo en un sillón y si no buscas una manera de divertirte y de disfrutar tu trabajo acabas haciendo lo mismo y te come la rutina. Yo busqué la manera de disfrutar lo que hago, de compartir mis conocimientos, de hacer presentaciones en vivo, de salir de ese sillón monótono. Los mayores desafíos son trabajar la imagen de reconocidos artistas, que venían ya con un estilo establecido. Trato de que el estilo, a pesar de los colores y los cortes y peinados de fantasía, sea lo más natural posible. Le digo al artista cuándo necesita un cambio, y he logrado que me respeten, al principio me costaba más trabajo, pero ya confían en mí y me dejan decidir. Esa es una gran satisfacción.
Dorian andaba muy alante con los pelados, aún antes de abrir su barbería. No era que tan exacto pelaba, sino los pelados que hacía no los hacía más nadie en Cuba